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¡Mirá lo que hizo la piqueta del progreso!

Qué querés que te diga, modernizame todo lo que quieras menos estas cosas.

No es que uno sea un arcaico aferrado; está bueno que las cosas mejoren… pero no todas. Claro que Londres es de los ingleses, no nos deberíamos meter, ¿o a esta altura Londres es patrimonio universal? Seguro que a muchos londinenses estas cosas le chirrian como a nosotros. Pero leyendo esta nota verás que los londinenses continúan siendo sabios y no hacen tonterías. Al menos no hacen demasiadas tonterías.

Desde 2005 y con el pretexto de los accidentes que causaba la plataforma abierta trasera, los famosos Routemasters comenzaron a sustituirse por otros modelos, también de dos pisos, pero con puerta trasera. El problema consistía en que no bastaba con la presencia del guarda, los pasajeros se lanzaban antes de que estuviera detenido o trepaban en medio del tránsito. ¿Harían eso los pasajeros londinenses? Mmmm… lo dudo, seguro que los turistas de muchos lugares del mundo (como los nuestros) eran los culpables de tal desorden seguramente reprendido hasta por el mismísimo Chesterton. Un gentleman que se viste en Burberrys jamás pierde la compostura, ¿o sí?

Aprovechando la coyuntura, los renovadores de siempre, violentaron la tradición, la hicieron añicos, aunque también incorporaron nuevas tecnologías ecológicas, mejoraron la eficiencia… y eliminaron un costo, el del revisor y guarda que debía apostarse junto a la puerta trasera, controlar la exhibición del ticket e impedir las impertinencias y riesgos. Mejor que busques por acá las razones profundas del cambio. No obstante, la mejor opinión es la de quienes viven en Londres, uno de los cuales tuvo la gentileza de aportar en los comentarios mucha información para formar juicio, si es que hay obligación de formarlo. Gracias, Vivian McClew.

Pero para no mutilar la expectativa de los  turistas que quedarían absolutamente frustrados, los clásicos autobuses  continúan a disposición en dos circuitos patrimoniales.  Con lo cual el argumento de la seguridad se nos viene al suelo, pues la seguridad no debería tener excepciones ni siquiera patrimoniales.

Si hasta la publicidad «Remember Me» e en el clásico autobús rojo es como un reproche frente al desborde de modernidad del que veremos en adelante sustituyendo a otros que también hicieron pedazos a la tradición. 

Es que hay otros factores incluso políticos a tener en cuenta. El actual alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson puso énfasis en el retorno a la tradición en su campaña electoral contra su predecesor Ken Livingston. Ken era uno de los culpables de los ignominiosos autobuses con puerta trasera.

El lanzamiento de los nuevos autobuses se realizó en Picadilly Circus, nada menos, y con la presencia de Boris, quien además de ésta, promete otras más lucidas realizaciones antes de los Juegos Olímpicos y del Jubileo de diamantes de la reina Isabel II.

¡Bien por todo eso! Pero a nuestra manera de ver, lo mejor que tenían los imponentes autobuses rojos, era su aspecto arcaico tan londinense, tan previsible, tan confiable y tan asociado a la extraordinaria imagen que uno tiene de Londres. Los nuevos serán abiertos, pero nada tienen que ver con los que recordamos.  Es como si a uno le dijeran que Sherlock Holmes nunca existió. Estos modelos aerodinámicos serán funcionales, pero nadie los puede asociar a aquél Londres de Vivian Leigh. Hay que reconocer que según se asegura, el motor híbrido que los potencia, aprovecha un 90% de la energía que se perdería por el frenado, transformándola en electricidad. También es mucho menos pesado, pues utiliza aleaciones probadas en los monoplazas de Fórmula Uno.

Al menos es de esperar que no cambien los mapas que te entregaban con los convenientes talonarios de boletos. Estos mapas eran una maravilla de eficiencia, pues con unos pocos minutos de práctica, Londres quedaba enteramente a tu disposición aunque tu inglés fuera el de Tarzán. Y que tampoco nos cambien los abonos, plis.

Desde febrero, ocho de estos nuevos autobuses circulan por la ruta que une al barrio Hackney con la Estación Victoria. Así que los turistas igual tendrán que usarlos. El vehículo fue diseñado por la empresa norirlandesa Wrightbus, que fabrica éste y otros modelos para Londres, para otras ciudades que los pidan y muy especialmente para que brinden servicio como autobuses turísticos.

A los uruguayos nos costará olvidar las dos unidades tradicionales que trajeron los hermanos Rupenian con propósitos también turísticos para que circularan por Punta del Este, Montevideo y otros lugares del país. ¡Eran abiertos arriba, qué maravilla! No sabemos qué pasó con esos dos autobuses rojos, pero sí podemos informar que Punta del Este tuvo durante el verano un servicio eficiente que empleaba una hora en realizar un trayecto por las principales atracciones de la ciudad, antes de devolver al viajero en la parada 3 de la Playa Mansa. El boleto costaba 350 pesos por un día entero, durante el cual se podía subir y bajar las veces que se quisiera.

A pesar de que los nuevos modelos permiten transportar hasta dos personas en silla de ruedas o cuatro cochecitos de bebés, a pesar de que los asientos son más cómodos y  hay más plazas sentadas, nosotros y los londinenses añoramos a los antiguos Routemaster. Hasta el punto de que hay una organización que continúa defendiéndolos a través de acciones directas y por intermedio de una excelente web: http://www.routemaster.org.uk/ .

En esa web se explica que la versión primigenia fue construida por la empresa AEC en 1954 y continuó produciéndolos  hasta 1968, casi siempre con motor delantero y con plataforma abierta trasera. Luego hubo algunos cambios en las puertas y en las entradas frontales, pero el modelo original se mantiene en dos rutas patrimoniales de Londres. Asegura la web que se produjeron 2.876 unidades de ese tipo y que unas 1.000 todavía siguen tan campantes, como el whisky Johnnie Walker y como muchos Leyland, que con diferente modelo, también ornamentaron nuestra querida Montevideo.