Sigue vivo aquél Uruguay de suizos y piamonteses.

El 23 de octubre celebran los 70 años de este hotel único en su tipo. En la década de 1930 el mundo vivió una crisis global parecida a la actual, un anticipo de lo que sería la segunda guerra mundial. Pero en esta zona del mundo las malas noticias se leían poco, no daba el tiempo pues estaban muy ocupados disfrutando su  prosperidad. Era una prosperidad de la que en Colonia no eran ajenos los inmigrantes suizos y piamonteses que se empeñaban en producir al costado de lo que iba a ser la impresionante Ruta Uno.

¿Más de 170 kilómetros de hormigón armado? ¿Dónde se ha visto? En Estados Unidos había varias,  en Europa en pocos países y en América no queda claro si había antecedentes. La carretera fue una revolución y con los vehículos de los años 30, recorrer cien kilómetros ya era una hazaña, había que hacer una parada. Los autobuses hacían su pausa en el parador Brisas del Plata o en el parador de Talmón, en el kilómetro 121 de Colonia Valdense. Los cargueros que ingresaban por el arroyo Rosario ya no tuvieron razón de ser.

Pero los automovilistas no se querían perder Colonia Suiza, más adelante conocida también como Nueva Helvecia. Además, Uruguay tenía una avanzada clase media que quería vacaciones prolongadas y en familia. Las obras del Hotel Nirvana comenzaron en 1941 y terminaron en 1943, con esa eficiencia y premura que caracteriza a los suizos. Fueron 5.000 metros cuadrados edificados y 25 hectáreas de parque.

El Hotel Nirvana está como pintado justo en un lugar sin igual del país, a 120 kilómetros de Montevideo y a solo 60 kilómetros del puerto de Colonia. Sus pasajeros son tanto uruguayos como argentinos que aquí tienen su punto de encuentro. Hoy el hotel es un formidable spa con todas las comodidades, con 49 habitaciones de las cuales 20 cuentan con terraza panorámica sobre el parque.

El Restaurante L’Arbalete se destaca por la tradición gastronómica suiza y francesa, complementada con el bar El Estribo y el Quincho, un snack ubicado frente a la piscina abierta. En invierno, la piscina climatizada interior está permanentemente visitada y es posiblemente el único lugar donde no se ven turistas con sus i-pad y sus notebooks, pues todo el hotel tiene wifi.

Lo que destacan particularmente los viajeros, además de la atención y la gastronomía, es el valor que se le da a las vacaciones en familia. Hay canchas de fútbol, tenis, paddle, frontón vasco, volley, bicicletas, Driving Range, caballos, juegos de salón y todo un equipo de recreadores para movilizar tanto a los chiquitos tímidos como a los mayores perezosos. ¿Y los chiquitos más chiquitos? Bueno, para ellos hay una casita Baby Sitter con todos los chiches.

Naturalmente hay utilidades para conferencias y seminarios, las cuales se pueden desarrollar en los salones Araucaria, Ibirapitá y Magnolia. Demás está decir que el entorno de Colonia Suiza, Colonia Valdense, el arroyo Rosario, los balnearios Fomento y Britópolis y muy especialmente la abundancia y calidad de quesos, mermeladas y embutidos locales, hacen de este hotel un lugar para un turismo único.