Marruecos
Primero tendrías que sacarte todas las ideas que tenés acerca de Marruecos, donde además de folklore musulmán y compras, podés hacer esquí o sumarte a una caravana de camellos o de 4×4 para recorrer sendas milenarias en busca de vestigios de decenas de culturas.
Quizás estás pensando en una breve incursión como un apéndice de tu viaje a España, lo cual no está nada mal, pero te quedará en el debe conocer en profundidad un país hecho a la medida para el turismo. No te olvides que por aquí anduvieron los fenicios y dejaron su tradición de comercio y eficiencia. Por todos lados te ofrecerán servirte como guía y tomar excursiones a cuál de ellas más atractiva; pero tené cuidado que en este país de camellos te pueden jorobar, lo mejor es sentarte tranquilo con tu agente de viajes para que te organice un paquete adecuado a tus preferencias.
Un poco de geografía. En Marruecos se termina el Mediterráneo, cortado abruptamente por el Atlas, cadena montañosa que atraviesa el país de oeste a este y estalla en el monte Toubkal (4.165 m.) con sus cumbres nevadas. Al sur de la montaña están los verdes palmares con fortalezas de barro llamadas Kasbash, es la patria de los bereberes. Más al sur están las dunas de Merzouga y las de Chegaga; hay todavía más próximas al atlántico. El resto es desierto más grande del mundo, salpicado con algunos oasis. Lawrence de Arabia no habría imaginado un mejor paisaje y Humphrey Bogart no pudo escoger un mejor lugar para enamorar a Ingrid Bergman.
Marruecos puede aparentar islámica, pero su historia de más de 8.000 años la muestra como una cultura sedimentaria que se nutre en la colonización fenicia, su período romano y bizantino, para recién después irrumpir los bereberes convertidos al Islam y asumir sus características dominantes actuales. Fue desde allí que el Islam se lanzó a la conquista de Europa y si no lo lograron fue porque Carlos Martel los detuvo del otro lado de los Pirineos. ¿Qué mundo tendríamos hoy sin esa batalla que cambió el curso de la historia? En todo caso, lo que fue un imperio desbordante de riqueza y cultura, cayó como suele ocurrir, debido a interminables guerras internas.
En los zocos. Ni te sueños volver con las manos vacías. Llenarás tus valijas con cosas que encontrarán en los zocos o mercados. Ingresá a www.visitmorocco.com para conocer más detalles y en la barra de navegación apuntá a «Me Gusta» donde un submenú te orientará sobre todo lo que se te ocurra. En los callejones próximos a la Medina en Fez, en Meknes, Rabat o Marrakech, te encontrarás con lámparas y alfombras por doquier: ni las frotes ni te subas, aunque nada se pierde con el intento.
La marroquinería se inventó acá, de ahí el nombre y los artesanos hacen magia con los cueros y las tinturas, todo a la vista del cliente. Cajitas taraceadas en nácar, orfebrería, joyería en plata, vestimenta, alfarería, cualquier cosa que quieras, con toque folklórico … o reproducciones de los últimos modelos del diseño mundial.
Regateá a lo bestia, nunca pagues más del 70% de lo que te piden e incluso intentá un 50%, pero no te excedas pues el regateo aquí es un arte que se cultiva desde hace milenios. Si te portás bien como cliente te invitarán con un te de menta.
Lugares y estilos. Lo que puede hacerse en Marruecos desborda cualquier publicación, dependerá del estilo de viajes que quieras hacer. Veamos una somera lista de lugares por orden alfabético: Agadir, Asilah, Azilal, Casablanca, Chefchaouen, Dakhla, El Jadida, Essaouira, Fez, Marrakech, Meknes, Ouarzazate, Rabat, Safi, Saidia, Tanger, Taroudant, Tetuán… sin contar las ruinas arqueológicas dispersas por todos lados, las montañas, el desierto y las playas. Es razonable tener un guía y tomar excursiones, por lo cual los viajeros experimentados van en grupos de amigos a Marruecos, pues así sale más barato y es más divertido.
Los ingredientes básicos son el cuscús, elaborado con semolina, la bisteeya, el mechoi de cordero y el djej emshmel preparado con carne de pollo, limones y olivas. Entre las verduras y frutas destacan la berenjena, los pequeños ajos marroquíes y los dátiles entre otras frutas secas. Todos los platos van servidos en primorosa vajilla, una especial para cada clase de plato y toda ella artesanal. Más vale que te acostumbres a comer bebiendo te; son tan fanáticos de esta infusión como nosotros del mate y se esmeran haciendo malabares cuando te lo sirven.
Si te subyuga la idea de penetrar Marruecos en una caravana de 4×4, leé las experiencias de Mónica en Viajeros.com (http://www.viajeros.com/diarios/marruecos/mi-viaje-a-marruecos).
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