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Admirado jardín de un uruguayo en Segovia

Los lectores Marcos y Laura advierten que el Romeral de San Marcos en Segovia mereció más destaque. Y tienen mucha razón.

Este es el comentario que insertaron al pie de un artículo sobre Segovia: «Soy un uruguayo que reside en Estados Unidos, y me gustaría añadir un comentario a este artículo con la ayuda de mi novia que es de Segovia.  En el artículo se habla de los maravillosos jardines que se encuentran en Segovia, pero se ha omitido el que mas interesa a nuestro pequeño paisito. El Romeral de san Marcos de Leandro Silva. Leandro es un paisajista que nació en Uruguay y murió en Segovia en el año 2000. El Romeral de San Marcos es un jardín al píe del Alcazar, en la zona de huertas del río Eresma, en el que, a lo largo de años de constante experimentación y con un excepcional sentido estético, Leandro consiguió su obra mas personal, su propio jardín. Así que si deciden pasear por las calles de la hermosa Segovia no olviden darse un paseo por el Jardín de las delicias para descubrir la huella que Leandro  Silva ha dejado sellada en esta mágica ciudad».

Así que dimos unas vueltas por Internet buscando lo que dicen los españoles sobre la obra en aquél país de un paisajista uruguayo que también ha dejado imperecedera huella de su arte en el nuestro. Las fotos pertenecen todas a Panoramio.com, esa web compañera de Google Maps y de Google Earth, mediante la cual podemos disfrutar de vistas de los lugares que estamos examinando. La foto que encabeza el artículo muestra el Alcázar desde eljardín de Leandro Silva.

Lo del nombre «Romeral», demanda una pequeña llamada, pues para Leandro un jardín no se limitaba a colores, formas y especies vegetales, sino que también debía ser un paseo aromático. Esa es la razón de la abundancia de romeros en este jardín dedicado a esa perfumada planta.

La autorizada Biblioteca del Jardín (www.labibliotecadeljardin.com/module-jardines-viewpub-tid-2-pid-99.html) no economiza elogios sobre esta obra considerada maestra.

«Discípulo privilegiado del brasileño Roberto Burle Marx, el uruguayo Leandro Silva fue uno de los grandes paisajistas del siglo XX.  En 1973 adquirió la media hectárea de tierra que hoy ocupa el Romeral. El terreno, formado por tierras de aluvión y situado frente al alcázar, entre el monasterio del Parral y la iglesia de la Vera Cruz, desciende hacia el valle en tres terrazas escalonadas, colgadas sobre la ladera y orientadas al sur. En lo alto, un impresionante farallón de roca caliza lo protege del viento del norte y actúa como una estufa que irradia el calor del sol.

Una rigurosa geometría que la naturaleza ha sabido suavizar arropándola entre la vegetación, porque «el gran artífice de un jardín es el paso del tiempo», en palabras de Silva. Como homenaje a la Alhambra, que le tuvo siempre deslumbrado, el agua constituye el eje de la terraza media. Rebosa desde una alberca cuadrada  y a través de un estrecho canal abierto en el suelo desemboca en un pequeño estanque.

La selección de plantas se hizo a partir de las que crecían en el entorno: arces, plátanos, castaños, espinos, carpes, robinias, álamos. En conjunto, la vegetación muestra una decidida preferencia por las especies clásicas de la jardinería mediterránea: ciprés, tejo, almez, árbol del amor, aligustre, laurel, boj, mirto, frutales, durillos, celindas, hibiscos, rosales, jazmines, hiedras, lirios, azucenas, narcisos, lavanda, tomillo y, cómo no, el romero, del que toma el nombre».

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Recordatorio de El Mundo. Leandro Silva falleció en Segovia el 15 de noviembre del 2000 y mereció artículos periodísticos sumamente elogiosos, entre los cuales rescatamos el que le dedicó Enrique Domínguez Uceta en el prestigioso diario El Mundo de Madrid.

«La muerte de Leandro Silva pone fin a su constante trabajo en favor del renacimiento en España de una disciplina, exótica aquí hasta hace poco tiempo, como ha sido el paisajismo. El diseño de espacios en los que la naturaleza tiene un protagonismo intencionado ha sido una actividad marginal desde hace muchas décadas y frecuentemente se ha encontrado relegada respecto al resto de las disciplinas de diseño del entorno humano. La personalidad de Leandro Silva ha sido clave en la vindicación del trabajo del paisajista en nuestro país. Su principal mérito fue integrar esta disciplina en la estética del siglo XX, relacionándola con el resto de las artes plásticas.

Nacido en Salto (Uruguay) en 1930, Leandro Silva estudió pintura antes de interesarse por la arquitectura. Al paisajismo llegó después influido por Roberto Burle Marx. Su sensibilidad se encauzó en los estudios de la Escuela de Paisajismo de Versalles y su talento se desarrolló en España, el país que escogió para fijar su residencia y en el que pudo conocer a fondo los jardines árabes. Desde su llegada desarrolló una amplia labor docente que inició en la Escuela Castillo de Batres, cuando la jardinería era un campo trivial en el que se estudiaban las plantas y su cuidado.

Leandro Silva fue uno de los primeros que consideró el jardín como una obra de creación que había que abordar combinando una colección de sensibilidades visuales, olfativas, acústicas y táctiles, ofreciendo composiciones variadas dentro de las cuales cada usuario tuviera opciones de escoger su propio lugar favorito.

En torno a su actividad docente, se reunió un selecto grupo de alumnos. La actividad de éstos cambió la percepción de la sociedad hacia el jardín y el paisajismo, abriendo espacios para estas enseñanzas en los estudios universitarios. Por ello se considera a Leandro Silva como el maestro de los paisajistas españoles.

Su actividad se extendió por diferentes universidades y entidades culturales. Durante varios años, compartió el estudio Paisaje 21 con la profesora Carmen Añón, quien destaca su capacidad para dar una dimensión propia al jardín en la que éste se aproximaba al espacio arquitectónico: «La idea de composición espacial la llevaba dentro y supo transmitirla». Carmen Añón destaca también que «como paisajista era fino, elegante, muy armonioso, pero sus trabajos tienen una estructura muy fuerte y precisa».

A Leandro Silva se deben muchos jardines. Entre ellos, la remodelación del Jardín Botánico (Madrid) y algunos de los jardines del club de golf Valderrama en Sotogrande (Cádiz). Su trabajo más minucioso fue el jardín de su propia casa -El Romeral- en Segovia, al pie del Alcázar, considerado unánimemente como una obra de arte. La casa de Segovia del paisajista de origen uruguayo era al mismo tiempo creación personal, residencia, jardín y universidad en la que recibía a sus amigos, admiradores y discípulos. Una prolongación de sí mismo y de su generosa y cordial personalidad. Su memoria y sus cenizas descansarán allí, en el jardín de El Romeral, en la misma ciudad en la que le encontró la muerte, dos semanas antes de cumplir los 70 años. La historia del paisajismo contemporáneo en España reconocerá en Leandro Silva el carisma de un fundador y la calidad de una de sus máximas figuras.

Leandro Silva, paisajista y pintor, nació en Salto (Uruguay) en 1929 y falleció en Segovia el 15 de noviembre del 2000 a causa de un infarto».

–En http://www.vimeo.com/5326384 podés admirar un reportaje de China Zorrilla a este uruguayo ilustre.

El Real Jardín Botánico de Madrid, esa maravilla en la que nuestro compatriota tuvo participación.

Guillermo Pérez Rossel

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La Enciclopedia que editó El País le dedica la siguiente entrada:

(Salto, 1930-Segovia, España, 2000). Artista plástico. Estudió dibujo y pintura con José Cúneo y Carmelo de Arzadun. Ingresó a la Facultad de Arquitectura en 1952.

Relacionado con el taller Torres García, trabajó junto al pintor Alceu Ribeiro. Participó en salones nacionales y del interior y obtuvo diversos premios. Inclinado al paisajismo entre 1953 y 1954, al año siguiente integró el envío uruguayo a la III Bienal de San Pablo.

Viajó a esa ciudad y a Salvador y Río de Janeiro, donde conoció a Roberto Burle Marx. Sus apuntes y dibujos de un nuevo viaje (en 1956) a Bahía, Congonhas y Ouro Prêto fueron expuestos en Montevideo, bajo el patrocinio del Instituto de Cultura Uruguayo-Brasileño.

Interés por la flora autóctona

Desde el Instituto de Diseño de la Facultad de Arquitectura comenzó a estudiar el paisaje rural uruguayo y a promover publicaciones sobre la flora autóctona. Viajó en 1959 a Estados Unidos y Europa, a donde regresó en posteriores ocasiones. Becado por el gobierno francés cursó estudios en la Escuela Superior de Paisaje de Versalles y en la Escuela Superior de Bellas Artes de París (1961). En el taller de grabado de Jean E. Bersier se especializó en aguafuerte. En esos años expuso pintura (acuarelas, collages) y grabado en París y Nueva York.

Trabajó junto al arquitecto paisajista R. Joffet (conservador de los jardines de París) y más tarde con otros especialistas o en forma independiente. Ejerció la docencia, dirigió seminarios, participó en coloquios e impulsó iniciativas paisajísticas.

Jardín Botánico de Madrid

En 1969 se radicó en España donde cumplió una muy intensa actividad con proyectos de cuidada elaboración técnica y estética. El más célebre fue el de restauración del Real Jardín Botánico de Madrid (1976-1981).

En su jardín experimental de Segovia realizó, desde 1972, una labor de adaptación de diversas especies al clima castellano. Obtuvo el premio de urbanismo, arquitectura y obras públicas del Ayuntamiento de Madrid en 1989. Fundador de la Escuela de Jardinería y Paisajismo Castillo de Batres, en la capital española.

Trabajos en Pakistán, Salto y Montevideo

Fue consultor en Estados Unidos, Arabia Saudita e Indonesia; también realizó trabajos en Pakistán. En Salto dirigió la restauración del Parque Solari y el diseño del Jardín Español del Descubrimiento; en Colonia, la restauración del parque de la estancia presidencial de Anchorena; y en Montevideo, junto al arquitecto Fernando Fabiano, el proyecto de jardín del Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales (donde realizó una exposición retrospectiva de su obra en 1987).

Su archivo personal se conserva en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.