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Capurganá

¿A que te dejé desconcertado con este lugar?

Lo llaman el “secreto mejor guardado de Colombia”, pero es una calificación injusta e ingrata, pues desconoce el extraordinario esfuerzo de Narcisa Navas y del piloto Jorge Mario Uribe, quienes consiguieron que se construyera un pequeño aeropuerto y engendraron un lugar turístico surgido de la nada. Tan de la nada que todavía hoy en Capurganá no hay automóviles. ¿Para qué si es un pueblito costero sin comunicación alguna por vía terrestre?

Quizás vos califiques la incomunicación como un grave inconveniente, y podría serlo en un caso como Uruguay cuando pierde el concurso de PLUNA y algunas compañías aéreas destinan sus peores aviones a los uruguayos viajeros. Pero no es ni remotamente el caso de Capurganá, donde su condición de remoto es su mejor mérito.

Nuestro continente tiene un gran signo de interrogación geográfica en ese cuello que une América del Sur con América Central: es el enigmático Darién. No es únicamente un problema de carreteras y selvas inexpugnables, también hay poblaciones indígenas que todavía se niegan a ser doblegadas y “civilizadas”. Fue hasta hace poco el último refugio de la Guerra Fría y felizmente o infelizmente, nadie tuvo hasta ahora suficiente interés en llevar hasta allí el desarrollo a expensas de la naturaleza y las culturas nativas.

En Capurganá no solo no hay autos, ¡tampoco hay vendedores ambulantes ni bullicio! Pero hay honrados y creativos artesanos, boliches y bolichitos que proporcionan razonable vida nocturna y placentera gastronomía en base a pescados y mariscos. Y además, está el mar y la selva, ambos lujuriosos, casi virginales. Son unos setenta kilómetros de costa, habitados por 10.000 personas distribuidos en pequeños villorrios, entre ellos los de Boroboro, Poza Mansa, El Brazo y Villa Nueva Juná, que son resguardos indígenas. Capurganá es el pueblo turístico, el lugar donde se concentran los primeros hoteles de una incipiente industria turística, complementados con cabañas, viviendas familiares y fincas adaptadas para recibir huéspedes. ¿Respetará la industria esa riqueza natural? Nadie puede saberlo, por ahora todas son promesas.

Cómo llegar. Sin carreteras disponibles, el mar es una opción extraordinariamente atractiva, pues se navega acompañado por delfines y gaviotas, en un recorrido regular que partiendo de Turbo, hace paradas en Tiktu Mate, Triganá, Acandi y finalmente Capurganá. Demás está decirte que el placer sería hacer paradas en cada una… pero hay tan poca infraestructura que el disfrute se alterna con la incomodidad. El viaje directo dura apenas dos horas. Deberías partir de Medellín, en un viaje en autobús que impone ocho horas, lo cual sería insoportable si no fuera porque buena parte del recorrido transcurre en lo que podía equipararse a un jardín botánico natural, repleto de bananos.

¿Cuánto cuesta esta maravilla de recorrido en lancha? Apenas 27 dólares, porque todo es muy barato por acá. También podés llegar desde Panamá, embarcando en Puerto Obaldía y haciendo un viaje en lancha de 45 minutos que cuesta entre 10 y 30 dólares. Eso sí: las lanchas salen solo si el oleaje lo permite.

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La otra manera es muy cómoda y con una vista no menos maravillosa. Consiste en embarcarse en avión, también en Medellín, para un vuelo de apenas una hora y a baja altura. No cobran extra por el paisaje.

Toda la zona que rodea a Capurganá está vigilada por una cordillera que no supera los 1.400 metros, pero que engalana la región con cascadas y acantilados. Que no te asusten los gritos que se escuchan a la distancia: son los monos aulladores.

Una caminata de 35 minutos o un recorrido en lancha de diez minutos, te pueden llevar a Triganá, una bahía con hermosísimas playas y cascadas. Un poco más adelante, deberías ir también a Acandí, particularmente entre febrero y julio, cuando allí llegan las tortugas Canaá, de 2,5 metros de largo para desovar.

Quince minutos más te llevan hasta Sapzurro, según se informa en un artículo publicado por El Tiempo, nuestro socio GDA. Allí la naturaleza te regala bosques húmedos, ríos, quebradas, acantilados y bancos de coral, alternando con playas de arena blanquísima y palmeras esperando que disfrutes de su sombra.  El colega recomienda una visita a la cascada La Diana, a 10 minutos de Sapzurro, por el sendero que conduce a Capurganá y explica que el poblado La Miel, es el primero que se encuentra del lado panameño de la frontera. Para llegar a él se atraviesa una pequeña colina con 180 escalones en Colombia y 238 en Panamá. Su playa de arena blanca, sus aguas de color verde aguamarina y sus suaves marejadas son perfectas para nadar, bucear y otros deportes náuticos.

También es posible hacer excursiones hasta El Aguacate, Playa Soledad o el Archipiélago de San Blas, en Panamá, para tener un contacto cercano con las tradiciones ancestrales del pueblo amerindio de los kunas. El periódico recomienda no abandonar la zona sin probar el “Patacón con Caracol” en La Miel y saborear en todos lados el pargo rojo.

Toda esta zona era la patria de los indios Kunas, y el nombre Capurganá significa “tierra del ají” en su lengua nativa. Allí vivían tan pacíficamente como puede hacerlo el ser humano, es decir, matándose de tanto en tanto con los mismos argumentos de siempre, hasta que llegaron los mulatos que escapaban de Cartagena y cometieron con los nativos las mismas crueldades de las que estaban huyendo.

Los Kunas no se hicieron problema, había tierra para todos, así que se corrieron hacia la comarca Kuna Yala, que hoy se conoce como el archipiélago de San Blas y de ahí juraron que nadie los movería. ¡Es que ese sí que es un paraíso! O era, porque ahora el archipiélago está perdiendo sus corales y hundiéndose lentamente, obligando a los indígenas a volver al continente.

En todo caso, esto no afecta al turismo en este lugar. El gobierno panameño les concedió a los indígenas el derecho de autogobernarse… promesas, promesas. Pero mirá que en Panamá eso funciona bastante bien, al menos hasta ahora, como yo mismo pude comprobar en una comunidad indígena asentada en los lagos que rodean al Canal de Panamá. Claro que el cuento de la autonomía también conlleva el del olvido: no les construyen todos los hospitales, escuelas y carreteras que realmente necesitan.

Dice la Wikipedia que Capurganá pasó desapercibida del mapa hasta principios de la década de 1970 cuando  gracias al empuje de Narcisa Navas se logró construir una pequeña pista de aterrizaje. Navas y el piloto Jorge Mario Uribe llevaron a Capurganá a los primeros turistas en una pequeña avioneta.  Hay que reconocer la labor de la Narcisa, Justiniano Murillo, Jorge y Blas Pertuz, Lino Buendía, Abel Pacheco y muchos otros que aportaron los terrenos para su construcción. Hoy el aeropuerto de Capurganá lleva el nombre de Narcisa Navas.

Inicialmente llegaron familias antioqueñas a construir pequeñas casas de veraneo. Llegaron las familias Mora, Uribe, Arango e Isaza y Samuel Isaacs, pariente del escritor colombiano Jorge Isaacs.

Fue José María Palacio con su hijo Héctor los que organizaron en 1975 el primer hotel que consistía en unas pequeñas cabañas de madera y techo en palma de iraca (Carludovica palmata). Después de Las Cabañas (hoy el renovado Tacarcuna Lodge) le siguieron otros hoteles como Almar y Calypso y ya para 1990 su infraestructura hotelera había crecido a más de 20 hoteles, posadas y hostales. El pequeño poblado se convirtió poco a poco en un destino predilecto para el naciente turismo ecológico y de aventura de los colombianos.

Es paseo obligado ir a la gruta de «El Cielo» y la «Piscina de los Dioses» donde se admira la naturaleza en todo su esplendor, aseguran en la Wikipedia. Y aquí corresponde una precisión: aunque Colombia posee un litoral muy extenso en el mar Caribe las aguas que bañan sus costas son turbias debido al sedimento de los grandes rios que desembocan en el mar. La excepción es el pequeño tramo de 30 kilometros que parte desde la frontera con Panamá en el Cabo Tiburón hasta el municipio de Acandi. Este tramo del litoral está bañado por aguas cristalinas apropiadas para la práctica del buceo a pulmón y autónomo. Más allá del municipio de Acandí y bordeando la mitad del litoral colombiano sobre el Caribe hasta el archipiélago de San Bernardo en el golfo de Morrosquillo las aguas del mar son oscuras por la acción de los caudalosos Atrato y Sinú.

En el centro de buceo Almar pueden contratarse los servicios de buceo tales como inmersiones diurnas, inmersiones nocturnas, alquiler de BC y regulador, alquiler de tanques con precios desde US 75, para la realización de inmersiones es indispensable presentar el carnet de certificación.

El centro de buceo Diveand Green cuenta con la mayor experiencia de buceo en la zona, único Resort PADI en la zona, instructores bilingües todo el año, realiza viajes de buceo a las islas de san Blas.

¿Y la seguridad en El Darien? Esa es otra de las razones de su virginidad industrial. Fue una zona asolada por la guerrilla y los grupos paramilitares que se beneficiaban de los subsidios que las grandes potencias les daban para que la guerra no se desarrollara en Europa o Estados Unidos sino en nuestra América. Dice la Wikipedia que el 12 de diciembre del año de 1999 Capurgana fue victima de una toma guerrillera que acabó con el flujo de turistas. El gobierno colombiano reaccionó y mantiene presencia militar permanentemente en la zona fronteriza. El incremento en la seguridad también acabó con los «cajeteros» o contrabandistas de armas que utilizaban el aeropuerto de Capurganá como su centro de operaciones.

Algunos hoteles de la zona realizan vuelos charter de manera frecuente para poder atender la gran demanda del turismo a esta bella región y normalmente ofrecen la posibilidad de adquirir los paquetes con todo incluido con conectividad desde ciudades de Colombia como Bogotá, Cali, eje cafetero y por supuesto Medellín como ciudad principal de salida.

Guillermo Pérez Rossel