Los gigantes patagones y el complejo de estatura
Más que la alocada exageración de la gente que vino con Magallanes, me produce gracia la enfermiza reacción de algunos ante la insoportable idea de que hubiera humanos oscuros más altos que ellos.
Es fácil identificar al complejo del petiso, ese que camina muy derechito y suele tener un carácter de mierda (porque será petiso, pero siempre es corajudo). En cambio pasa más desapercibido ese otro que sin ser muy alto, porque los realmente altos tienen cero prejuicio, se siente superior por su altura, además de rubio y civilizado. Pero ese medianamente alto tiene tanto prejuicio como el más retorcido.
Entremos en tema: nadie más valiente que los navegantes que viajaban con Magallanes, pero ¡qué imaginación! Pigafetta, que era un tano colado en la expedición y un fantástico intérprete capaz de hacerse entender con cualquier indígena, empezó a ver gigantes ya en nuestra costa de Rocha… o de Maldonado. Muertos de hambre y escasos de agua, no se animaban a tocar tierra firme para repostar por miedo a nuestros charrúas, de quienes se decía que se habían almorzado a Solís, cosa que era falsa. Lo mataron, sí, pero nunca les faltó un bagrecito o un carpinchito.
“Un gigante con voz de trueno nos llamaba desde la costa”, cuenta Antonio Pigafetta. ¿Te imaginás la escena? Un charrúa solitario invitando a desembarcar a 200 españoles con entrenamiento militar y armados hasta con cañones… Pero se achicaron los godos y en lugar de bajar, siguieron de largo hasta Isla de Lobos o quizas Isla Gorriti y se abastecieron con unos “patos que caminaban muy erguidos”. Tuvieron que comer pingüino, debido al miedo que les dio el gigante tronador. Sin embargo, eran tipos que alternaron con todos los indios que encontraron (así le fue a Magallanes), solo nuestros charrúas les dieron miedo.
Pigafetta dice que es un gigante… aunque no arriesga la altura que podía tener. En la Patagonia en cambio, desembarcaron todo lo que quisieron, se comunicaron con ellos y hasta cazaron juntos amigablemente… a pesar de que según las diferentes versiones, medían entre 2,50 y 3 metros de altura, eran feos como el diablo y también hablaban atronadoramente. Porque los españoles desbordaban de imaginacion y de ese coraje que caracteriza al petiso.
Se hicieron entender, compartieron almuerzos y de paso se mandaron una de esas canalladas tan comunes entre conquistadores y colonizadores: traicionaron la incipiente amistad. La idea fue de Magallanes; quería secuestrar a dos para mostrarlos como fenómenos a su regreso a España. Así que les regaló objetos de metal, que los entusiasmaron. Entre ellos había esposas y cadenas, que les pusieron en las piernas. Así subieron a bordo a dos de ellos, como mucho más tarde otros europeos lo hicieron con algunos de nuestros charrúas. Se les murieron durante la horrible travesía por el Pacífico, quizás de hambre porque no los alimentaron, quizás porque se los comieron. Se enfermaron dicen algunas crónicas muy proclives a los españoles.
El primer inglés que reaccionó contra el agravio fue Sir Francis Drake: “Magallanes no engaña por completo al describir a estos gigantes, que se diferencian tanto en estatura, grandeza y fuerza corporal, como en la fealdad de sus voces… pero tampoco eran tan monstruosos y gigantes como fueron representados”. “Hay algunos ingleses tan altos como el más alto que vimos, pero seguramente los españoles piensan que ningún inglés vendría por aquí a reprobar su versión y eso los hace más audaces para mentir”, se burlaba Drake según relata su sobrino.
¡Habrase visto semejante atrevimiento! ¡Indios más altos que los ingleses! William Sturtevant en su ensayo “Patagonian Giants and Baroness Hyde de Neuville’s Iroquois Drawings” dice que “los tehuelches eran sólo un pueblo de gentes particularmente esculturales”. “Están, sin embargo, entre las poblaciones más altas conocidas en todo el mundo”. Ahhh, bueno, ¡qué alivio! Seguro que ni saben inglés ni se visten con tweed. Y no te tomes esto como una crítica centrada en los ingleses, porque prejuicios tenemos todos y algunos son mucho peores que esos. De paso, Sturtevant insinúa que los tripulantes de Magallanes no pasaban de 1,50 metros, lo que a mí parecer, lo pone en el mismo rango de exageración que Pigafetta.
Además, Drake tuvo un desmentidor a bordo, que fue Francis Fletcher, capellán del barco quien en un manuscrito menciona a los Patagones como personas muy altas. Cuando en 1766, The Dolphin, una nave capitaneada por John Byron, abuelo del poeta, llegó a Londres, la tripulación hablaba de una tribu que medía cerca de tres metros de altos. Llegando a aparecer publicada la noticia en Gentleman’s Magazine y the London Chronicle, consignan las fuentes.
Tengo un nieto que mide dos metros. No 2,01 ni 1,99, no señor, la cantidad justa. Juega al básquebol, naturalmente, privilegio que no conocieron los patagones ni entusiasmó a Patoruzú, el héroe de la historieta, que sería patagón, pero era millonario y estanciero. Los verdaderos indígenas de la Patagonia no tuvieron tanta suerte. Algunos dicen que su estatura fue un ajuste evolucionista, Darwin mediante, pues en los climas fríos, cuanto más tamaño corporal, menos se disipa el calor. Puede ser; a mi nieto lo veo siempre desabrigado, pero es la cosa menos parecida a un tehuelche. Según la fuente que cito abajo, en este mundo que se aproxima a los 7.800 millones de personas, apenas un 0.000007% de nosotros llega a los dos metros, lo que descalifica (pero solo en parte) a la alimentación como causa principal de la estatura. La alta, y la baja.
Lo que corresponde señalar, es que por más razonable que parezca Francis Drake, los navegantes de aquél entonces tenían una imaginación pródiga, a la cual se sumaba el desvarío de los cartógrafos ilustradores. De otra manera no se explica que este mapa de la Patagonia no solo mostrara a los gigantes, sino también a un par de sirenas jugando al frisbee. Si señor, el frisbee… aunque no con los coloridos discos plásticos de ahora.
Escribió Pigafetta: “Vimos cerca de la playa (en la Tierra del Fuego) un hombre que era tan grande, que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura. De hermosa talla, su cara era ancha y teñida de rojo. (…) las mujeres no son tan grandes como los hombres, pero, en compensación, son más gordas. Sus tetas colgantes tienen más de un pie de longitud… Nos parecieron bastante feas, sin embargo sus maridos se mostraban muy celosos”.
A mí Pigafetta me parece heroico y sobre todo inspirado. En ese viaje salieron 200 marinos del Puerto de Palos, hecho que consigna sobriamente como también sobriamente en el último párrafo de su libro “El primer viaje en torno al globo”, señala que llegaron de vuelta 20. Así nomás, sin ningún adjetivo y sin ninguna lágrima. Navegar era necesario, vivir no lo era… hasta ese punto.
En cuanto a que además de valiente también era inspirado, dejó suficientes huellas en sus escritos, donde sostuvo que hay mujeres que quedan embarazadas por el poder fecundador del viento, que había visto pájaros que alzaban búfalos para alimentar a sus crías y que estaba atento a los fuegos de San Telmo que iluminaban los mástiles para conocer su destino inmediato. Todo lo cual ahora nos parece un desatino, pero no mayor de lo habitual en ese tiempo, a diferencia de éste cuando pocas personas se animan a asegurar que un pajarito les transmite la voluntad del Comandante Chávez o que algún dignatario tiene una licenciatura y si carece del correspondiente diploma, es por una maniobra de del periodismo conspirador.
La flota de Malaespina y la Flota de las Molucas, como llamaron a la de Magallanes.
¿Y cuál era la verdad? ¿Eran o no eran tan altos aquellos patagones? Parece que a nadie se le había ocurrido llevar una cinta métrica, hasta que llegó Alejandro Malaespina en su «Viaje Científico y Político Alrededor del Mundo», ocurrido entre 1789 y 1791. El objetivo era formidable: consistía en desembrollar tantas historias a mitad de camino entre la realidad y la fantasía. Por eso la expedición fue financiada… pero tantas verdades molestaron a los que alimentaban los cuentos chinos porque se enriquecían con la ignorancia. Y esos sinvergüenzas serían estafadores, pero tenían tanto poder que lograron que al pobre Alejandro lo metieran preso por diez años, por andar diciendo la verdad como un estúpido.
Los expertos de Malaespina estuvieron unos cuantos días con una tribu de 60 patagones, midieron a una buena cantidad y el promedio les dio 1,90, lo cual igual es una barbaridad sobre todo en esa época en la cual un europeo rara vez superaba 1,75. Hoy los patagones no llegan a ese promedio y en cambio los europeos pasan de largo aquellos 1,75. Manu Ginobili, el crack de la NBA no es patagón, pero es argentino un poco tano como Pigafetta… y mide 1,98, que es una impresionante altura en el promedio general, pero nada del otro mundo para el básquetbol. Entonces, ¿cómo se explica que los patagones de ahora no se destaquen tanto por la altura? Bueno… no hay que menospreciar el brutal efecto de la explotación indígena de los conquistadores, continuada con empeño por los colonizadores y rematada por los patriotas después de la independencia, un gran logro del que en toda América los indígenas son espectadores pasivos.
Sin excluir la genética, tengo una teoría sobre este asunto de la altura. Nuestros abuelos eran casi todos más bajos que nosotros, nuestros hijos suelen ser más altos que nosotros. Hay algo que está ocurriendo y que no puede estar relacionado con una mutación genética, planetaria, descocada. Más fácil sería pensar en las comunicaciones y en el comercio. Cuando yo era niño recién comenzaban a ofrecerse bananas en las ferias. Era un fruto que muy pocos de nuestros abuelos saborearon y hoy es una de las frutas más baratas y consumidas. Y no solo bananas; hablemos de papayas, mariscos exóticos y productos enlatados que llegan desde todos los confines del mundo, infiltrándonos con sustancias nuevas, inesperadas, seguramente vivificantes. Ya sabemos que nuestros organismos tienen entre sus componentes rastros de minerales tan inesperados como el zinc, el cobalto, el cobre y el cromo. ¿Cuál es el efecto de carecer de ellos?
Inspirado como Pigafetta, diría que el comercio internacional y las comunicaciones pusieron a nuestro alcance manjares de otras latitudes que nos provee todo lo que antes nos faltaba. ¿Cuál es la estatura esperable de un humano? Podría ser mayor… a menos que continuemos malcriando nuevas generaciones a las que no las movés de unas milanesas con papas fritas y no las hacés tomar una sopa a menos que las sometas a las mismas horribles torturas que reservaron los españoles para sus dos patagones prisioneros.
¿No te digo que el ser humano es el más estrambótico de los bichos?
Guillermo Pérez Rossel
Ahora, para los que todavía tienen ganas, la extraordinaria enumeración de teorías, dispares, contradictorias, disparatadas, que coleccionó el autor del blog http://bahiasinfondo.blogspot.com.uy/2014/01/la-estatura-de-los-aborigenes.html y, al final, las fuentes que siempre publico.
1520 – Antonio Pigafetta, el cronista de la expedición de Magallanes, declara en su crónica «Primer Viaje Alrededor Del Mundo», que «Nuestra cabeza llegaba apenas á su cintura».
1526 – Según el historiador Fernández de Oviedo, cronista de la expedición de Loayza, los patagones tenían trece palmos de alto (unos 2,7 metros).
1578 – Al contrario de los testimonios previos, Drake afirma que hay ingleses de más estatura que el más alto Patagón.
1579 – Pedro Sarmiento de Gamboa habla gigantes de tres varas (entre 2,4 y 2,7 metros, según si se trata de la vara inglesa o la castellana).
1592 – El corsario inglés Thomas Cavendish se limita a decir que los Patagones son grandes y robustos, sin más detalles.
1593 – Otro corsario inglés, Richard Hawkins, habló de verdaderos gigantes, pero sin especificar medidas.
1615 – Los holandeses Jacob Le Maire y Wilhelm Schouten, según unas osamentas encontradas en Patagonia, aseguran que aquellos habitantes tienen de diez á once pies de altura (más de 3 metros).
1670 – Sir John Narborough y el capitán John Wood, indican que ninguno de los siete patagones que examinan supera los 6 pies (aprox. 1,8 metros). Como nota al margen, es conveniente recordar que esta expedición tenía por objeto reclamar para la corona británica el lugar que hoy conocemos como Puerto Deseado.
1704 – Carmon supone que los patagones llegan á diez pies franceses (entre 2,4 y 3,6 metros). Esta cita no pude corroborarla.
1716 – El ingeniero francés Amedeée Frezier entrevista al gobernador español de la isla de Chiloé, Pedro Molina, quien le dice que los patagones miden entre nueve y 10 pies (2,52 a 2,80 metros).
1745 – Cardiel y Quiroga confirman la opinión de Narborough y Wood.
1764 – El comodoro Byron dice que la estatura de los patagones es de siete pies ingleses (unos 2,13 metros).
Encuentro del Comodoro Byron con los patagones [Fuente: Barry Lawrence Ruderman Antique Maps].
1766 – Alexandre Duclos-Guyot, a bordo de la Fragata Águila, y Francois Chenard De La Giraudais, a bordo del navío de guerra Estrella, realizan mediciones en Bahía Boucaut, cerca de cabo San Gregorio (Chile), y concluyen que los los Patagones mas pequeños miden unos cinco pies y siete pulgadas de Francia (ver Ref1 y Ref2) .
1766 – El capitán Carteret, al mando de la HMS Swallow, y Wallis, al mando de la HMS Dolphin, llegan a la entrada del estrecho de Magallanes, donde toman contacto con un grupo muy numeroso de patagones. Toman varias medidas de los aborígenes, determinando que los más altos tenían unos 6 pies y 7 pulgadas como máximo (unos 2 metros).
1767 – El jesuita Falkner dice, acerca del cacique Congapol, que «Tenia siete pies, y algunas pulgadas de alto, y era bien proporcionado. Su hermano Suaisman tenia cerca de seis pies. Los Patagones y Puelches son altos y corpulentos, pero no he visto ninguno de raza de gigantes, de quienes otros hacen mencion, aunque ví personas de diferentes tribus de los indios meridionales». Más adelante concluye que la estatura de los Tehuelches en general no pasa de seis pies, excediéndose rara vez de los siete pies.
1820 – El armador de buques balleneros Mr. Gautier menciona que los Patagones solo alcanzan los seis pies de medida francesa.