“Vietnam me saca el aliento”
Esa fue la descripción que hizo mi nieta Lucía en una de las fotos que colgó en Facebook. Y, aunque parece que todo el país es un delirio, trataré de concentrarme en Sa Pa; “Sapa” para nosotros, los gringos.
Resulta que mis nietas tienen mano para la fotografía, audacia para viajar, y el imprescindible bagaje cultural para darle entorno a lo que hacen. Cualquiera puede ir a Vietnam, pero pocos pueden sacarle tanto provecho como ellas. Porque no hicieron lo que siempre se hace, eso de tomar una excursión y saltar de hotel en hotel, cuantas más estrellas y tenedores, mejor. No señor, mis tiernas nietitas que se tomaron un año sabático para luego continuar con sus estudios universitarios (Medicina y Psicología) y viajan a toda aventura alrededor del mundo, se meten en los arrozales, en los barrios alejados, fuera de toda ruta turística … y asumen riesgos para capturar lo auténtico. ¡¡Brrrr…!! Pero como son de cuero duro e inteligencia ágil, fueron sorteando todo lo malo y exprimiendo todo lo bueno. Una ya tiene su títul0 de medicina y avanza en gastroenterología. A la otra le falta poco para recibirse de psicólogo y psiocopedagoga. ¡Qué nietas tengo y lo bien que hicieron antes de la arremetida final, que hubiera comprometido sus carreras!
Así que escribiré lo menos posible para dejar que hablen las fotografías que tomaron ellas, Lía y Lucía Fiorini Pérez, en ese orden en la foto. No es uno de esos destinos gastados por las guías de viaje, aunque Lonely Planet termina de lanzarlo al estrellato. Hasta 1990 Sa Pa era una remota región donde el paso de los milenios parecía no dejar mella… pero entre 1995 y ahora, el número de turistas extranjeros aumentó a unos 25.000 cada año. Es decir que a pesar de todo Sa Pa es territorio virgen para el turismo masivo, acá solo llegan aventureros como ellas.
El atractivo no está únicamente en el paisaje de montaña, en sus ferias y en sus arrozales, sino en algo mágico que trasciende desde el impactante entorno humano. Son numerosas etnias las representadas en esta lejana región fronteriza de la provincia de Láo Cai, en el noroeste del país. Los grupos más populosos son los Miao, Hmong, Dao Do, Tay y Giay, o al menos eso es lo que dice la bibliografía…
En vertiginosa sucesión, Vietnam, Perú y Guatemala. No me digas que cualquier semejanza es solo coincidencia…
A veces viajando la cabeza se te hace una sopa. Porque yo no estuve allí… pero estuve en Chichicastenango, un pueblito maya también perdido en la montaña… pero de Guatemala. Y en otros pueblitos del entorno de Cusco, en Perú. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Vos juzgarás con estas fotos de unos y otros. Por lo que se ve, hay coincidencias, no solo en los colores y los motivos bordados que distinguen a las etnias. En cuanto a Sa Pa, me niego a admitir diferencias raciales en tan corto espacio geográfico… ni siquiera me entran en la cabeza particularidades culturales relevantes.
Y acá lo del paisaje montañés: arriba Bac Ha y abajo Ollaytantambo, en Perú.
Lo veo más bien como una cuestión de clanes, algo medio supra familiar como lo de los escoceses y la traza de sus kilts. ¿Qué los escoceses también son montañeses como estos tipos y los mayas de Chichicastenango? Bueno, agregalo a las cosas que habría que estudiar un poco más… cuando nos dé el tiempo. Quizás tenga que ver con los valles, los microclimas y la extensión del concepto de tribu.
No te me detengas en esa cosa tan revulsiva como lo es el hecho de que estos vietnamitas coman carne de perro. Una de las fotos de mis nietas muestra cachorritos esperando, no a su amo cariñoso, sino a su comensal. ¡Terrible!, pero así son las cosas. Acá comen perro, en China comen mono, en México hormigas y orugas y los sibaritas franceses le dan de punta a esos caracoles igualitos a los de tu jardín. ¡Quévachaché, la crueldad y la asquerosidad no tienen geografía! Y no te me pongas exquisito que te he visto comer albóndigas sin preguntar que tienen adentro.
Bien, hay que apretar el paso porque el tiempo de lectura es una especie en extinción. No es cuestión de que crean que Vietnam se agota en la feria de Bac Ha, que allí fue donde tomaron las fotos que a mí también me sacaron el aliento. Al ingresar en el siglo XXI, Vietnam tuvo uno de los crecimientos económicos más vertiginosos, hasta el punto de que fue aceptado como miembro de la Organización Mundial del Comercio en 2007… pero de equidad social ni hablemos, a pesar de que presume de país socialista. Dicen en la Wikipedia que cerca de 4,3 millones de niños viven en pobreza extrema y suelen ser víctimas de trata de personas, abuso y violencia. Los técnicos advierten que el gobierno se esfuerza… pero vienen remontando desde muy atrás.
El país es inagotable y sorprendente, diferente a todo lo que hayas conocido. Por ejemplo, allí tenés la bahía de Halong, a la que también fueron mis nietitas… pero que descarté para esta reseña porque miles de guías se engolosinan en ella. Son casi 2.000 islas, de las cuales muchas son como la punta de icebergs, debajo de los cuales hay increíbles jardines submarinos. También hay misteriosas cuevas llenas de mitos y riesgos. También parques, templos, ruinas arqueológicas, ciudades con el tránsito más peligroso del mundo, cascadas… en fin, no voy a gastar palabras en descripciones que encontrarás en abundancia, por ejemplo, en http://www.turistaloserastu.es/nuestros-destinos/vietnam-guia-de-viaje, donde además, podés contratar una excursión menos aventurera que la de mis nietas.
Ellas recorrieron el país en moto alquilada, en una van con chofer que contrataron para subir a la peligrosa montaña y hasta a lomo de buey, o al menos, esquivando los lambetazos de este ganado con cuernos tan temibles como con cariño desbordante hacia los humanos.
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Por ahí también tenés a mis nietas departiendo con los amables bichos, en los minúsculos senderitos entre arrozal y arrozal, junto a campesinos algunos muy simpáticos y otros un poco esquivos o desconfiados. ¿Le podrías reprochar eso a gente que debe tener muy presente la Guerra de Vietnam y el papel que jugaron los extranjeros?
Así que dejamos todo eso atrás y nos vamos de cabeza al minúsculo pueblito de Bac Ha y su feria multiétnica. Ferias hay en varios pueblitos de montaña, pero grande y surtida como ésta no hay ninguna. Curiosamente, hay una iglesia católica en el centro del pueblo y es frente a ella que se instala la feria, mucho más concurrida los domingos. Se venden desde búfalos yu caballos, hasta ropa, joyas y herramientas. Hay médicos de medicina tradicional que atienden allí mismo, lo mismo que los peluqueros (mis nietas fotografiaron una “peluquería”) y zapateros… sin olvidar a los que venden perritos como si fueran gallinas para sacrificar.
No obstante, igual que hacen en Chicastenango los mayas y en Ollantaytambo los incaicos, esta feria es también el lugar donde se concertan los casamientos, se intercambian conocimientos y semillas, donde las mujeres se comparan y donde se comercia y canjea, tal como se hacía acá y en todo el mundo hace miles de años.
Para los turistas, dicen las guías, las opciones de desplazamiento hasta la remota y pequeña aldea de Bac Ha se reducen a transporte por carretera, ya sea un autobus regular de línea, un minibus, moto o taxi. Mis nietas se arreglaron con una señora que las llevó y las esperó para traerlas de regreso, además de regalarles unas cuantas indicaciones comunicándose como se pudo. El inglés e italiano de mis nietas, no sirvió de mucho, el español menos. Pero algunos nativos de la zona aprendieron un inglés, más que básico. Son frases sueltas que repiten sin descanso como “same, same, but different”, todo vinculado a las cosas que te quieren vender, frenéticamente.
Comer no fue difícil, solo había que señalar con el dedo, dice mi nieta Lucía que comió eso que se ve, un pollo cocinado con hojas de limonero y cebolla, tan caliente que seguía salteándose en el plato. Me aseguré de que fuera efectivamente pollo, me contaba por WhatsApp. Simpáticos y cargosos, se mostraban disgustados cuando les pedían sacarse una foto con ellos. Era una actitud auténtica, no comparable con la clásica argucia para sacarte unos pesos, diciendo que la foto les “roba el alma” y cobrando un dólar para permitirte desalmarlo, como ocurre en Ollantaytambo, la réplica andina de Bac Ha.
Lía y Lucía Fiorini, con el abuelazgo de Guillermo Pérez Rossel
Y AHORA LA YAPA, porque si ustedes hubieran sido el abuelo, tampoco hubieran resistido la tentación de publicar estas fotos. Para que también sea útil, reproduzco datos prácticos que encontré en http://lovely-lans.blogspot.com.es/search/label/Vietnam:
HORARIO DEL MERCADO DE BAC HA
El mercado inicia su actividad a primera hora de la mañana, alrededor de las 6.00 h. y dura hasta las 14.00h aproximadamente, hora en que los puestos empiezan a cerrar y las mujeres cargadas con sus cestos repletos de enseres emprenden el camino de vuelta.
COMO LLEGAR AL MERCADO DE BAC HA
Se puede hacer por libre directamente desde la estación de trenes de Lao Cai contratando una van. Nosotros así lo hicimos. Entre los muchos vietnamitas que esperan la llegada del tren procedente de Hanoi es fácil encontrar alguno que se preste a llevarte a Bac Ha. El trayecto dura 2 horas aprox. La van nos esperó en el pueblo y a la hora acordada nos llevaron a Sapa (trayecto de 3 horas).
Transporte Lao Cai – Bac Ha: 100.000 dongs. Duración 2 h aprox.
Transporte Bac Ha – Lao Cai – Sapa: 200.000 dongs. Duración 3 h. aprox.
Lía y su flamante novio uruguayo también viajero, fotografiados por Lucía desde otro kayak, en la Bahía del Dragón.
QUE COMPRAR EN EL MERCADO DE BAC HA
Aquí depende mucho del gusto de cada uno. Son interesantes los bolsos, carteritas, pulseras, etc de colores todos hechos a mano por las mujeres de la etnia Hmong. También se puede degustar comida típica o comprar artesanía local.
DONDE COMER
En el mismo mercado hay varios puestos con mesas y sillas para comer los guisos vietnamitas. Normalmente están abarrotados de gente. La comida es cocinada en el momento en “cocinas improvisadas”.
Nosotros necesitábamos descansar un poco y preferimos comer en un sitio algo más apartado, un bar de la carretera principal.
EL PUEBLO DE BAC HA
El pueblo en sí mismo no tiene mucho más que ofrecer aparte del mercado, motivo suficiente para acercarse a él. Pero si se desea alargar la estancia en Bac Ha también se pueden contratar rutas de trekking por los alrededores, mucho menos explotadas que las de Sapa. La sensación que transmite el estar allí es difícil de explicar. Una mezcla entre la fascinación de conocer una práctica cultural que para la civilización occidental pertenece al siglo pasado (como poco) y de asombro, al constatar de primera mano que formas de vida y costumbres tan “primitivas” para nosotros, son tan “cotidianas” para ellos.
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