Brasilia, la que se adelantó demasiado al futuro
No puedo evitar la tentación de meter cuchara en este estupendo artículo de Igor Galo. Resulta que fui a Brasilia cuando los edificios estaban flamantes y la vegetación todavía no había superado el trauma de los bulldozers.
Volví cuando la selva se estaba tomando venganza sobre los entrometidos y las raíces levantaban los cimientos de las casas destinadas a albergar a los obreros de esa gigantesca fábrica de burocracia internacional. Y estuve por última vez, cuando engendros como ratas jurásicas comenzaban a apoderarse de los barrios más humildes. En lo personal, pasé gradualmente de la admiración rayana en devoción, hasta la aversión, pasando por un desencanto que todavía se apodera de mí, cada vez que veo algo hasta exageradamente revolucionario. Es el síndrome de retorno desde aquello de «o mais grande do mundo».
El artículo de Igor me encaja donde debo estar. Lo de Kubischeck fue una proeza de estadista que piensa en siglos, en lugar de calcular hasta la próxima elección. Lo de Niemeyer estuvo muy inspirado… pero poco precavido. Veo que recién ahora superaron los atascamientos demenciales de sus supercarreteras urbanas, concebidas cuando 80 kph era una velocidad que pocos autos podían alcanzar. Veo también fuentes por doquier, robusteciendo el microclima que se quiso crear con un lago artificial imprescindible. Y veo que esa increíble creatividad que caracteriza a los brasileños, no mengua a pesar de todas las crisis y de todos los problemas que padece el entrañable y gigantesco país vecino. Si no lo creen, vean ese puente que escogí para encabezar el artículo.
Uno sabe que es muy difícil luchar contra el bicho humano, pero la selva es un enemigo todavía más encarnizado. Parece que el hombre finalmente se impuso.
Por Igor Galo
La capital de Brasil, una ciudad que no existía antes de 1960, es un Museo al aire libre en el que el arquitecto Niemeyer dejó su impronta. La devaluación del Real brasileño hace que visitar este invierno Brasil y su capital Brasilia sea mucho más asequible, y la capital federal se ha convertido en una excursión casi obligada para los turistas que pasan por Rio de Janeiro, Salvador de Bahía o Sao Paulo.
.Construida en cuatro años, desde 1956 hasta 1960, sobre un terreno en el que no había nada, Brasilia quiso ser un modelo de la nueva ciudad del siglo XX. Una urbe utópica en la que sus calles y avenidas se organizan por números en un plano totalmente geométrico con forma de colibrí, y cada zona de la ciudad tiene un uso definido (comercial hoteles, gubernamental, etc.) que da nombre al “barrio”.
Fue un experimento arquitectónico que terminó por convertirse en un museo al aire libre, sobre todo para los amantes de esa disciplina arquitectura, y al mismo tiempo en la ciudad menos brasileña de todo Brasil. De hecho, la renta per capita de la ciudad, donde viven los burócratas, es casi el doble a la del resto de Brasil. Pero, precisamente por eso, merece la pena conocerse como contrapunto del Brasil colonial, las playas o el samba que se le ofrece al turista promedio.
Además, gracias a su condición de capital, Brasilia esté conectada por avión con muchas frecuencias diarias y buenos precios (desde 120 dólares ida y vuelta) con estas ciudades que forma parte del menú turístico carioca. De hecho, es posible ver la ciudad en un día viajando por la mañana y regresando por la noche en vuelos desde Río de Janeiro, aunque la mejor opción es pasar al menos una noche en la ciudad para recorrerla sin prisas.
Iconos de Brasilienses
Declarada patrimonio de la humanidad en 1987, la mejor forma de conocer Brasilia es en coche. Eso sí, convienen pedir antes de arrancar el motor que se le explique el sistema de direcciones de la ciudad, ya que en Brasilia una dirección tiene este formato que, para quien no es un brasiliense, resulta totalmente incomprensible, por ejemplo, esto es una dirección de la ciudad: Seps 702/902, Lote B, Asa Sul, Brasilia.
En cualquier caso, la mayor parte de los puntos a visitar se encuentran en el “eje monumental”, la arteria central de la ciudad. Algunas visitas imprescindibles son:
Catedral de Nuestra Señora Aparecida. Las 16 columnas de hormigón que se alzan hacia el cielo, creando una forma hiperboloide, es uno de los iconos de la ciudad. Obra de Niemeyer, la catedral se encuentra bajo tierra aunque a la que se accede por una entrada flanqueada por las estatuas de los evangelistas. El Santuario de Dom Bosco, con unos interiores totalmente azules, es otra de las iglesias de más visitadas de la ciudad. De hecho el santo italiano, dice la leyenda, ya soñó en 1883 con la creación de esta nueva ciudad.
Museo Nacional, de formas que recuerdan al Centro Niemeyer de Gijón, es el principal recinto cultural de la ciudad que, quizás por su juventud, no tiene grandes museos. Este incluso este no fue inaugurado hasta muy recientemente, en el año 2006.
La plaza de los tres poderes. Es un conjunto arquitectónico desde donde se gobierna todo Brasil. Es la sede el poder legislativo, ejecutivo y judicial, siendo los edificios del congreso y el senado, formados por dos semicírculos en sentido opuesto, la “postal de Brasilia”. A sus lados está el Palacio de Planalto, sede de la presidencia que abre sus puertas a los turistas los domingos de 9.30 a 14.00, ofreciéndose visitas guiadas. El Tribunal Supremo también abre sus pertas los fines de visitas a los turistas.
Por último el Palacio de Itamaraty, sede del ministerio de Exteriores, también ofrece visitas guiadas aunque en este caso todos los días, más información en visita@itamaraty.gov.br. Sus jardines son también un museo de arte moderno al aire libre.
Puente JK y Lago Paranoa. Este lago de 40 kilómetros cuadros, también creado para llevar la humedad a la ciudad, es una zona de regreso donde es posible pasear en kayak, ver la ciudad en un barco o comer en algunos de los restaurantes, buenos y caros, que se ubican en la zona. Una zona excelente para cenar, por ejemplo en alguno de los Rodizio-restaurante de carne brasileña- y ver la puesta de sol. Algunos restaurantes son Coco Bambu Lago Sul o el Mangai ofrecen vistas al puente JK.
Torre de la televisión. Ubicada en la parte alta del eje monumental que divide a la ciudad, justo al lado contrario del lago y la plaza de los tres poderes, la Torre de Televisión ofrece una de las mejores vistas de Brasilia. El ascenso es gratuito y se puede aparcar en su base.
Memorial JK y de los pueblos indígenas. Al estilo de Washington DC en los EE.UU. la capital brasileña ha levantado varios memoriales en su zona monumental, siendo el más destacado el dedicado a JK, Juscelino Kubitschek, el presidente que construyó la ciudad. Al frente de la misma se encuentra un pequeño museo dedicado a los pueblos indígenas de Brasil.
En coche o en visita guiada
Los mejores días para conocer la ciudad son sábados y domingos, cuando más edificios oficiales se pueden visitar por dentro. La empresa Brasiltour (http://brasiliatour.com.br/) ofrece visitas guiadas de 3 horas por la ciudad con dos salidas, una a las 9 de la mañana y otra a las 14.00. También se ofrece un tour privado en taxi.
Existe una versión nocturna de la visita para ver la ciudad iluminada y otra diurna que incluye no solo el recorrido en coche sino la entrada a edificios como la catedral y el congreso nacional. La empresa Artchitectours ofrece visitas más técnicas de 4 horas de duración enfocada a público interesado en la arquitectura (https://artchitectours.com.br)
Otra opción es contratar un coche de alquiler, con GPS, en alguna de las muchas empresas de alquiler disponible en el aeropuerto. Movida es una firma brasileña que ofrece tarifas low cost.
Información de Interés
• Es posible visitar la ciudad viajando desde otras ciudades brasileñas. Comprando con antelación el avión y el coche de alquiler puede cuestar algo menos, menos si se viaja con varias personas. Hay aerolíneas de bajo coste brasileñas.
• Para aprovechar al máximo la visita, es recomendable leer antes sobre los historia de la ciudad o del Brasil. Una película que habla de la historia de Brasilia es El blanco afuera, el negro adentro: Volar Brasilia, de Luis Franc
• Brasilia está a 90 minutos en Avión de Salvador de Bahia, Rio de Janeiro o Sao Paulo.
• Web oficial de turismo de Brasilia: http://www.setur.df.gov.br/
• Brasilia es una ciudad cara, aunque la caída del real en el último año, hace mucho más accesible visitar tanto el país como su capital.
• Una opción interesante es incluir Brasilia en ruta desde otras ciudades, por ejemplo Salvador de Bahia-Brasilia-Rio.