Las 36 ciudades subterráneas de Capadocia
¡Perdón! Parece que ahora son 37 y apurate a registrar el dato porque en Turquía, a pesar de las restricciones por el Covid, encuentran restos arqueológicos día por medio.
Se las puede conocer a casi todas, lo cual puede llegar a ser embolante… yo me voy a concentrar en la que ellos identifican como la mayor de todas con lo que se sabe hasta hoy, pues dan por seguro que podría haber otras con galerías secretas todavía no descubiertas. Esta ciudad viene a ser la réplica subterránea de Derinkuyu, la versión “epidérmica” de esta urbe con unos 11000 habitantes, ubicada en Anatolia central.
Si te apasiona el tema, podrías quedarte allí, pero lo que aconsejan es tomarse un tour con una empresa que te va a buscar al hotel en Capadocia, te lleva hasta Derinkuyu y te hace un recorrido de dos horas con guía en inglés, todo por 50 euros. Si querés un guía en español, tendrás que pagar un poquito más. Eso sí, no te apartes del guía porque si te perdés en los kilómetros de galería que hay allá abajo, te cobran aparte por el rescate. Por las dudas, aprendete la pronunciación (está en Google Translator) de “¡¡kabartma!!”, que significa ¡¡socorro!! en turco. Eso sí, no corras el riesgo de pronunciar tan mal que los turcos interpreten que querés un servicio como el que le dieron a Lawrence de Arabia.
Visión en corte de Derinkuyu y su vecina Kaymakli, la más profunda y la más ancha de las ciudades subterráneas de Anatolia. En Kaymakli, además, se encontraron restos de la explotación vaciado y construcción de armas y utensilios en cobre. Quizás trataron de preservar bajo tierra los secretos industriales de la época.
¿La agencia? Se llama Turkish Heritage Travel (http://www.goreme.com/spanish/index.php) , no tenemos nada que ver con esa empresa y podría haber mejores, pero como les usamos fotos promocionales que ellos publican y también tomamos información de sus textos, lo menos que podemos hacer para retribuir, es poner la forma de comunicarse con ellos. Pero ¡si hasta tienen un curso de cocina turca!
La región de Nevsehir en Anatolia Central, tiene como vigilante al monte Ertas, de 1988 metros de altura. Derinkuyu significa “pozo profundo” y se cree que la ciudad subterránea estuvo ocupada desde el siglo VII, cuando el islamismo se lanzó a la conquista de occidente. Pero muchos arqueólogos discrepan y sostienen que el primer nivel lo cavaron nada menos que los hititas, en el año 1400 antes de Cristo, es decir, hace la friolera de 3.400 años.
Esta teoría parece más sensata, pues a la ciudad subterránea ya la mencionaba el historiador griego Jenofonte en su “Anábasis”, especificando que las casas bajo tierra de Anatolia eran suficientemente grandes como para albergar a una familia numerosa, a sus animales domésticos y a los suministros alimenticios para todos, incluyendo ilimitada provisión de agua.
Ahora, nadie vive bajo tierra ni en la cumbre de una montaña, si no fuera porque antes como ahora, la gente se tiene que defender del ataque, ya sea de los ladrones, ya de los invasores que en Anatolia abundaban provenientes de todos los puntos cardinales. Cuando inventaron las fortalezas y cuando los cruzados se aburrieron de trillar los territorios que ya antes habían invadido los asirios, los babilonios, los egipcios, persas, griegos, romanos y todos los demás, los habitantes abandonaron sus hormigueros para vivir con más comodidad a pleno sol.
La piedra con forma de rueda de molienda, cuyo objetivo era rodar hasta su posición e impedir el paso de los invasores.
Esta y todas las demás ciudades fueron cayendo en el abandono y fueron hasta olvidadas salvo por sus vecinos más próximos que le daban alguna magra utilidad. Hasta que apareció el turismo y la sed de historia. Eso fue en 1963, cuando comenzaron las excavaciones e investigaciones arqueológicas modernas (debieron existir otras mucho antes). En 1969 fue abierto el primer tramo para los visitantes: lo que se puede visitar es apenas el 10% de lo que existe en unos 20 niveles que llegan a 85 metros de profundidad, quizás todavía más.
Dice la hoja de divulgación de la agencia, que en el interior de la ciudad, pueden observarse establos, comedores, salas para el culto, cocinas (aún ennegrecidas por el hollín de los hogares), prensas para el vino, bodegas, cisternas de agua y áreas habitacionales. La ciudad cuenta con pozos de agua y galerías de comunicación.
Si en tu deambular por los túneles te encontrás con una turista perdida, hacé como los hititas que inmediatamente la pasaban para la cueva. Pero no a lo bruto, sino con elegancia, buen estilo y aprobación previa.
En total, se han detectado 52 pozos de ventilación. Se calcula que estas instalaciones eran suficientes para dar refugio a diez mil personas. El laberinto de corredores cuenta además con tres puntos estratégicamente seleccionados, cuyo acceso podía ser bloqueado, desplazando las rocas adyacentes; impidiendo así la entrada de visitantes indeseados. Además, la ciudad tiene un túnel de casi 8 km de largo, que se cree la conectaba con la vecina ciudad subterránea de Kaymakli. Dicho sea de paso y por si te quedaste con las ganas, esa ciudad subterránea vecina no es tan grande… pero es la más ancha. Su pozo de ventilación principal llega hasta los 80 metros de profundidad.
Imaginense como invasores que encuentran una ciudad asombrosamente vacía y se ponen a saquear de lo lindo cuando de repente, a través de ¡600 puertas escondidas en las edificaciones de superfice, van saliendo vecinos y exterminan a tus camaradas de armas uno por uno. Quizás mejor te convendría convertirte a la religión que fuera la imperante cuando tuviste la malísima idea de conquistar este territorio. Solo te hacía falta bajar algunos niveles para llegar a una de las iglesias donde te catequizaban así como así. La iglesia de enorme planta en forma de cruz (cristiana, al ser construida) tenía en las proximidades una gran bóveda que era una escuela de misioneros que abarcaba dos niveles.
Los tubos de ventilación, que llegan a tener 85 metros de profundidad, llegan hasta el cauce subterráneo de dónde se surtían con agua potable tanto la urbe de los túneles, como la que estaba en la superficie. Y no le creas a nadie cuando te digan que los lugareños ignoraban la existencia de la ciudad que tenían bajo tus pies. Turco distraído, no existe.
Derinkuyu contiene al menos 15.000 conductos de ventilación que proporcionan aire fresco en lo profundo de la ciudad subterránea. Es poco probable que las ciudades subterráneas estuvieran destinados a vivienda permanente. Queda claro que su objetivo era el de resistir ataques y asedios, pues toda su arquitectura está orientada a alojar un gran número de personas y sus animales domésticos durante largos períodos de tiempo. La organización urbana era muy compleja, y probablemente hubo siempre trabajo en progreso.
Las ciudades se completan con los pozos, chimeneas de ventilación, de nichos para lámparas de aceite, almacenes, depósitos de agua, establos y áreas en las que los muertos podrían ser colocados hasta que las condiciones en la superficie permitieran su correcta eliminación.
Otro corte y una piedra de contextura diferente, mucho más dura, tallada para recibir en sus huecos el cobre líquidificado por el calor y llevarlo a una temperatura maleable.
Las puertas de piedra tienen forma redondeada y están emplazadas de tal manera que desde dentro (y solo desde dentro) se las puede desplazar impidiendo el paso de los invasores. La piedra volcánica de la zona es suficientemente maleable como para tallar estas ciudades, y lo suficientemente dura como para impedir ataques. Insumió innumerables siglos la construcción de las galerías y felizmente, a nadie se le ocurrió ni inundarlas para utilizarlas como reservorios, ni rellenarlas con desperdicios. De manera que están allí, con todo su misterio intacto y todavía no revelado por completo, esperando que nosotros lleguemos.
¿Y cómo nos podríamos privar de Anatolia, el lugar donde el turismo cultural está creciendo a pasos agigantados?
Guillermo Pérez Rossel
http://es.wikipedia.org/wiki/Derinkuyu