Momiji, el otoño japonés
Imaginate esta escena: llevás a tu novia a un parque con el pretexto de que las hojas de los árboles se ven muy lindas en otoño. Si fuera acá, no sobrevivís; la novia se te pianta con solo escuchar el programa romántico…
Pero no estás en Montevideo, estás en Japón, más precisamente en Kioto, donde apreciar a la naturaleza no se limita a la rambla. Y no nos pongamos en que los japoneses son mejores que nosotros, porque no lo son… lo que pasa es que nosotros padecemos de vergüenza intimidatoria. ¿Y si acá ser sensible y divertirte sin gastar no fuera irremediablemente descalificador? Habría que darle manija a alguien para que se arriesgue, para ver qué pasa.
En Kioto un árbol florecido o con las hojas mostrando sus agónicos colores despierta tanto o mayor interés que el último chisme de la farándula porteña. Tanto es así, que los periódicos anuncian a sus lectores qué especie forestal comenzó su espectáculo anual y enseguida comienzan a poblarse rutas de observación que pueden tener origen milenario. Crean como una cartelera/itinerario de la naturaleza.
No agregan traducción al inglés, ¿para qué? Solo un japonés puede presenciar la naturaleza como si fuera una obra de teatro.
En general, la temporada de follaje de otoño comienza a mediados de septiembre en la isla de Hokkaido, la isla más septentrional. En la mayoría del país, los mejores días van desde mediados de octubre a principios de diciembre. Los días más óptimos en cada zona suelen extenderse entre dos semanas y un mes largo.
A esta explosión de colores la llaman koyo o momiji y Kioto es el epicentro de la admiración con sus templos, santuarios, parques y montes famosos por sus momiji. Los entendidos reconocen cuatro itinerarios en esa zona:
Itinerario 1: Ruta por la zona de Higashiyama
Itinerario 2: Ruta a lo largo del Camino de la Filosofía
Itinerario 3: Ruta por los bosques de Arashiyama
Itinerario 4: Ruta imperial hacia el norte
Vamos a describir solo la primera de ellas para que, sin atomizarte, le tomes el pulso a esta pasión japonesa a punto de iniciar su temporada mientras nosotros deberíamos poner en escena alguna devoción primaveral más allá de las cometas. El recorrido lleva por los templos del este de Kioto, “en la zona de Higashiyama. Ésta es una zona muy turística y especialmente conocida por la belleza de sus templos y santuarios y por sus calles tradicionales”. Por momentos los vamos a dejar con Laura y Luis, los irrepetibles autores de JAPONISMO un sitio especializado, creado en nuestra lengua y con nuestra sensibilidad. No es como estar realmente en Japón… pero es lo que más se le aproxima. Así que si esto te gustó, no dejes de visitar el alud de información y fotos que es www.japonismo.com.
“A continuación encontraréis algunos lugares que hemos escogido y la hora aproximada de llegada. El itinerario es totalmente flexible y podéis cambiarlo a vuestro antojo tanto o tan poco como queráis. Comencemos con la primera parada, en el templo Tofukuji. Ojo que la entrada cuesta 400 yenes.
El templo Tōfuku o Tōfukuji es muy conocido por la belleza de sus hojas de otoño, además de por tener una de las puertas de estilo zen más antiguas de Japón, la puerta Sanmon. Esta puerta, además, fue designada recientemente Tesoro nacional. El puente cubierto de madera Tsutenkyo es uno de los mejores lugares para disfrutar de la belleza de las hojas de otoño en el templo y es especialmente popular entre los grupos de turistas.
Desde aquí los autores sugieren tomar el autobús 202 o 207 hasta el templo Kiyomizudera (30 minutos), aunque puede ser muy agradable ir a pie en un paseo de 3,5 kilómetros aproximadamente. El templo Kiyomizu o Kiyomizudera es otra visita obligada para cualquiera que visite Kioto y más durante la época del momiji, ya que la vista desde el balcón principal es simplemente espectacular, dicen los autores. Además, desde mediados de noviembre hasta comienzos de diciembre abre por la noche de 18:00 a 21:00 horas con una iluminación especial para el momiji.
Al salir del templo Kiyomizudera, pasearemos tranquilamente por las calles Sannenzaka y Ninenzaka. Estas calles nos permiten viajar en el tiempo y comprobar cómo era la Kioto del pasado, con sus callejones estrechos y sus edificios de estilo tradicional. Aquí además podemos parar a tomar algo o comer en alguno de los establecimientos tradicionales.
Llegamos a la tercera parada, el templo Kōdaiji, famoso por sus dos espectaculares jardines. El primero es un típico jardín zen de roca que durante las noches del momiji se ilumina creando un ambiente espectacular; el segundo es un jardín de estilo tsukiyama con un estanque central y varios pinos japoneses y arces entre pequeños montículos, que está precioso en otoño.
Al salir de allí, no podremos evitar el santuario Yasaka, popularmente llamado Gion-san por ser el santuario preferido de las maikos y geishas de Gion. Es un precioso santuario que merece la pena ser visitado en cualquier época del año. Ya que estamos por la zona y vamos hacia el parque Maruyama, será interesante dedicarle un ratito.
Situado justo detrás del santuario Yasaka, el parque Maruyama está precioso en cualquier época del año. Pero, sobre todo, es espectacular en primavera con los cerezos en flor y en otoño con el cambio de color de las hojas. No te pierdas los pequeños estanques y puentes de piedra que combinan con las hojas rojas y amarillas de los árboles en esta época.
Finalmente llegamos a la parada 5, el templo Chionin que también tiene iluminaciones nocturnas durante todo el mes de noviembre (de 17:30 a 21:30 horas). El acceso al templo es gratuito durante el día, pero para ver las fantásticas iluminaciones para el momiji hay que pagar 800 yenes.
Si tenemos tiempo y ganas, podemos acercarnos al templo cercano Shorenin que también durante el mes de noviembre tiene iluminaciones espectaculares, especialmente en su jardín zen de roca, que está decorado con miles de luces LED.
No olvides que este es solo uno de los recorridos que propone Japonismo. Los restantes son semejantes en contemplación de bellezas, porque Kioto es inagotable, hasta el punto de que aquí podrías explorar tu capacidad para hacer papelones. Te basta alquilar un kimono y pasearte por cualquiera de esos escenarios poniendo cara de Toshiro Mifune.
Lo que es seguro, es que el paseo te abrió el apetito. Estás en el lugar apropiado para explorar el intrincado placer gastronómico de los japoneses, incluyendo el bento, del que ya hemos hablado. Es una caja con comida transformada en una pequeña obra de arte culinario y visual. Los japoneses la comen en el tren, pero no les asombra para nada, que hayas escogido un asiento en el borde de un canal para hacer el experimento.
Pero te perderías una experiencia irrepetible, si en Kioto no pruebas el Kaiseki-ryori, la alta cocina japonesa en la ciudad que fue capital de esa nación durante 1.200 años. Conserva sus mejores tradiciones y una de ellas es este plato que verás diferente en cada restaurante que vayas y en cada estación del año… porque también es una invitación para que los chef desarrollen su imaginación y la acomoden a los frutos de estación. Todo fresco, todo local. Tan japonés que te puede enamorar o hacerte salir corriendo. Ya verás que no es lo único que podrás probar.
Guillermo Pérez Rossel
Con la debida admiración a Japonismo, cuya reproducción aconsejo como guía detallada para éste y muchos otros paseos.
El simpatiquísimo matrimonio autor de Japonismo, la más detallada y afectuosa descripción de Japón https://japonismo.com/blog/viajar-a-japon-para-ver-el-momiji-o-enrojecimiento-de-las-hojas