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¿Y si antes del meteorito hubo otra humanidad?

Esto podría ser una elegía a la credulidad, a la incredulidad y al fantástico talento de un indígena peruano, seguramente “ignorante” juzgado con los parámetros habituales.

¿Pudo existir una civilización contemporánea con los dinosaurios capaz de albergar cirujanos e ingenieros aeronáuticos? Hay unas piedras grabadas que podrían demostrarlo y que resisten las pruebas del carbono 14, pues al no ser orgánicas, no puede datarse la degradación causada por el paso de las centurias. Todo transcurre en Perú, no podía ser en otro sitio. Y no es reciente, pero igual es información urticante.

Ya de por sí es fascinante la hipótesis  de que hubiera existido una civilización anterior a todas las civilizaciones, anterior al supuesto impacto del meteorito, coexistiendo con especies animales a las cuales aparentemente domesticó, como si fuera posible adiestrar como cabalgadura a un triceratop. Pero todavía más fascinante parece la cantidad de gente de alta calificación que creyó en todo esto sin cuestionarse nada y, tan fascinante como la credulidad, resulta el entusiasmo de otros en negar todo, en enterrar bajo la acusación de fraude lo que   tampoco está fehacientemente probado que lo es.

Ante las Piedras de ICA, nadie suspende el juicio: casi todos reniegan indignados o creen fascinados. .  Este es nuestro tema de hoy. Y antes de continuar, te contamos que a esos seres tan anteriores a nosotros, los denominan “humanos gliptolíticos”, no sea cosa que algo quede sin bautizar.

Video a favor:

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=E8GYZ1TSAG4

Video en contra:

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=xyyxiwI8YVI

Ciertamente es muy difícil de digerir el concepto de que hubiera hace cien millones de años seres humanos, o parecidos a los humanos.  ¿Qué hacemos con todo lo que se sabe de esos varios “eslabones perdidos” aparecidos en África? Si así fuera como lo parece, todo hubiera sido una evolución progresiva a partir de un primate y esto desbarata esa hipótesis. Es una afrenta a Darwin. ¿En qué quedamos también con la historia de que en América los seres inteligentes no podían existir, de manera llegaron desde Asia alimentándose con algún misterioso enlatado en su larguísimo peregrinar por el círculo polar?

¡Hasta Erik Von Daniken dudó de las piedras de Ica aunque  hubieran sido una prueba incontestable de su teoría de extraterrestres enseñándoles cosas a los terráqueos! ¿Porqué no nos  quedarnos con la opinión de Shirley Mac Laine que creyó, y no ahora, sino cuando todavía estaba muuuuy fuerte conservando su cuerpo de bailarina y su mirada traviesa?

Ahí los tenés a los protagonistas. Al Dr. Javier Cabrera con Shirley Mac Laine todavía escultural y a Basilio Uchuya con J.J. Benítez, un prolijo investigador que llegó a la conclusión de que las piedras son falsas y que el indígena forma parte de las huestes de traficantes de restos arqueológicos auténticos, pues también los hay indiscutibles, y a montones.

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Los que descartan todo como una patraña tienen un argumento de lujo: Basilio Uchuya, el principal proveedor de estas piedras, reconoció oficialmente que él mismo las había falsificado. ¿Qué mejor prueba que esa? Pero… un momentito, ¿en qué circunstancias desmintió lo que antes había asegurado? A don Basilio lo habían metido preso por vender restos arqueológicos y cuando alguien está en prisión, siempre tiene ganas de decir cualquier cosa que lo ponga en libertad.

Si sos escéptico a lo Pirrón (la duda la inventaron los griegos), negás todo y chau; no es real ni la pared contra la cual te estrellaste. Pero si sos escéptico a lo Parménides, entonces tomás alguna de las hipótesis como la más probable y procedés en consecuencia, ¿cómo negar la ley de la gravedad? Así podría decirse que Pirrón hubiera asumido la postura de que todo es una farsa; pero no lo hubiera asegurado con indignación, horrorizado y fanatizado. Ese fanatismo en la negación es lo que te hace dudar de la duda.

Una piedra cartográfica de don Basilio, tan impresionante como que supone el conocimiento por parte del indígena de la existencia de un continente único y sus sucesivas evoluciones… que todavía continúan.

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En internet encontré tres artículos memorables sobre este tema: http://losdivulgadores.com/2012/03/piedras-de-ica-i-el-alucinante-dr-cabrera/ ; http://losdivulgadores.com/2012/03/piedras-de-ica-ii-de-ocucaje-a-la-corte-de-espana/ ; http://losdivulgadores.com/2012/03/piedras-de-ica-iii-un-fraude-revelado/ . Puede que a alguno de los lectores le de la gana de leerse todo esto de lo cual he tomado no solo muchas ilustraciones gráficas sino también mucha información. Es una excelente y muy documentada fuente de consulta, sin menospreciar la siempre ilustrativa wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Piedras_de_Ica .

Hay un Museo de estas piedras en Ica, cerca de la Plaza de Armas de Ica. Si te apasionó el tema deberías ir allí, pues contiene la colección de piedras talladas que perteneció al Dr. Javier Cabrera, el gran promotor de este misterio… aunque el mérito quizás debería llevarlo el amigo Basilio Uchuya, desde mi punto de vista, un héroe indígena que podrá haber sido un traficante, pero también fue un vengador por la vía del humor, de tantas cosas que les hicieron a los indígenas americanos. Sea como sea, Javier Cabrera llegó a reunir 15.000 de estas piedras lo que nos aproximaría a dos hipótesis: o allí vivían muchísimos gliptolíticos o Basilio Uchuya logró montar una cadena productiva como la de Henry Ford.

Un dinosaurio almorzándose a uno de nuestros congéneres remotos y otro gliptolítico haciendo neurocirugía. 

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Como para hacerte una idea, en http://www.piedrasdeica.es/museo_cabrera.html tenés un anticipo del contenido del museo. Si viajás y no te convencés, igual no perdiste el tiempo, pues tanto la ciudad de ICA como el distrito de Ocucaje donde se desarrolla esta historia, no necesita de esta fantasía para justificar el turismo agregado que esto provee. En la zona, aparte del casco histórico de Ica, hay hermosas playas como «Punta Lomitas», «El Faro», «La Yerba» y «El Infiernillo».

Dice la web oficial del lugar que también tiene gran atractivo su «Cementerio Paleontológico»,  considerado el mas grande del mundo, sus «huacas» indígenas anteriores a la conquista por los europeos,  el impresionante «Cañón de los Perdidos», la duna «El Lagarto», el cerro «Las Brujas».

El médico Javier Cabrera creyó a pie juntillas que le habían traído piedras auténticas en las cuales supuestos humanos convivían con dinosaurios. No porque fuera crédulo, sino porque al indígena que se las trajo, le exigió que lo llevara al lugar para ver si encontraban otras. ¡Y las encontró! Por montones. Lo mismo les paso a María del Cármen Olázar y Félix Arenas que le pidieron algunas muestritas a Basilio Uchuya.

Y don Basilio, mansito, los conducía por entre los cerros revolviendo con el pie o haciendo cosas con algún rastrillo, hasta que las piedras aparecían como por arte de magia. No una, montones y montones de piedras a lo largo de muchísimos años y hasta el día de hoy.  A Benítez fue más fácil convencerlo que a estos otros dos, que querían más pruebas para escribir un libro que titularon “La verdad sobre las piedras de Ica”. Lo que les aclaró toda duda, es que en una de las expediciones con el indígena experto, encontraron algunas piedras envueltas en textiles precolombinos auténticos.

Los detractores se enojan muchísimo con esto y dicen que las vestimentas precolombinas las habría robado Basilio de alguna de las tumbas que todavía aparecen de cuando en cuando en la región. Curioso que no les hubiera bastado para descalificar la cosa, con que aún las telas precolombinas y preincaicas, nada tienen que ver con la era de los dinosaurios anteriores al cataclismo que destruyó la mayor parte de la vida en el planeta.

En fin, mirá las piedras y no dejes de emitir opinión, porque eso es gratis. En lo personal, me resulta convincente lo del hombre antediluviano porque allí está Noé con su arca para demostrarlo. Pero ahí hablaríamos de algo más de 10.000 años, algunos dicen que 12.000. Y eso difiere mucho con los 100 millones de años que deberían tener esas piedras para que lo que muestran sus grabados se ajuste al tiempo en que tendrían que haber sido talladas.

Si vas allí te podés comprar todas las que quieras y hasta podés pedir que tallen una de un tipo con tu rostro persiguiendo a un tiranosaurio rex.  Muy cierto, ahora las falsifican por cientos; pero eso tampoco demuestra sin lugar a dudas que las otras no sean auténticas. Tampoco lo demuestra el hecho de que algunas tienen raspaduras de papel de lija, pues si te tomás el trabajo de leer los argumentos de los que niegan, hasta te dan ganas de creer que inventan pruebas en contra.

En lo personal me causa gracia el poder mágico de decir “científico” aunque no lo sustentes con ninguna comprobación de que se dieron los pasos correctos para producir una verdad, si es que la verdad es algo accesible al hombre gliptolítico y no gliptolítico. Entonces, cuando se asevera que “la comunidad científica demostró que todo es un fraude”, en lo personal, no me produce ninguna certidumbre.  Y cuando escucho que piedras de cien millones de años pueden lucir como recién hechas en un taller indígena de acá a la vuelta, también me causa mucha gracia. Pero como estoy lejos, no estoy calificado para juzgar esto y no tengo pruebas de nada, me aguanto en el molde. ¿Quién dijo que es imprescindible pronunciarse?

En cambio creo que en Ica, o mejor aún en alguno de esos “yacimientos” de piedras talladas, le deberían levantar un monumento a don Basilio Uchuya, un héroe que los indígenas peruanos deberían celebrar al son del charango y el bombo, una maravilla de tipo, un artista, un industrioso, un creativo y sobre todo, un gran vengador que por muchos años se continuará burlando de los conquistadores, de los colonizadores, de la “comunidad científica” y de todo lo demás. Y a diferencia de lo que hicieron los conquistadores, los colonizadores y hasta la “comunidad científica”, no mató a nadie, salvo alguno que pudo  haber muerto de risa.

¡Pero si hasta talló piedras pornográficas!

Guillermo Pérez Rossel