San Sebastián, mucho más que cine
Confieso que nuestro querido Bari me da un poco de envidia, no solo porque le está bailando un malambo al globo terráqueo, sino porque disfruta de su juventud. Y la disfruta bien, no la derrocha en tonterías.
Por Bari Monzeglio
Conocer San Sebastián o Donostia como se dice en euskera, es enamorarse al instante, porque esta maravillosa ciudad vasca nos recibe con toda su belleza y encanto, desde su hermosa arquitectura hasta sus preciosas playas sobre el mar Cantábrico, sin olvidarnos de las delicias de su cocina, que de por sí constituyen un atractivo turístico reconocido a nivel mundial.
Es que esta pequeña ciudad de geografía montañosa, enclavada en el golfo de Vizcaya y a 20 kilómetros de la frontera con Francia, tiene encantos suficientes como para compararse con París sin pasar vergüenza.
Donostia tuvo su esplendor en la Belle Époque, cuando las clases adineradas llegaban a su atractiva bahía circular rematada por el monte Urgull y el monte Igueldo en sus extremos, para disfrutar de las aguas transparentes, el sol y la sofisticación que la ciudad ofrecía al visitante.
Rodeada por esta atmósfera glamorosa y relajada, San Sebastián nos deslumbra con su arquitectura donde alternan construcciones medievales, neoclásicas, de estilo francés, y contemporáneas, que testimonian el desarrollo histórico de la ciudad.
Comenzando con el Casco Viejo, ubicado en la base del monte Urgull, con sus estrechas calles y su arquitectura tradicional, donde se destacan la iglesia de Santa María del Coro y la Plaza de la Constitución, construida en estilo neoclásico junto al antiguo ayuntamiento. El Casco Viejo tiene un atractivo especial para los visitantes, ya que es famoso por contar con la mayor concentración de bares en el mundo, donde no puedes dejar de probar sus deliciosos pinchos en alguna de las tabernas, bares o restaurantes que se encuentran distribuidos por sus callecitas.
Otra de las joyas que San Sebastián atesora es el Centro Romántico, ubicado al sur del Casco Viejo, un barrio de construcciones de estilo francés de fines del siglo XIX, donde además de bares y restaurantes, abundan las tiendas de moda, constituyendo un excelente paseo de compras. Y si no te gustan las compras, de todas formas debes visitarlo por su ambiente parisino y la arquitectura, donde destacan la Catedral del Buen Pastor ( http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_del_Buen_Pastor_de_San_Sebasti%C3%A1n ), el edificio de la Diputación y la Plaza Gipuzkoa.
En el extremo este de la bahía su erige majestuoso el Castillo de la Mota, una fortificación del siglo XII que se eleva sobre la cima del monte Urgull dominando el paisaje costero y unido al Casco Viejo de la ciudad. En la falda del monte todavía se conservan restos de la muralla medieval, construida alrededor del año 1150, que rodeaba a la ciudad, donde aún se encuentran apostados los cañones, testigos de tantas batallas por defender la ciudad.
Al oeste, la bahía está coronada por el monte Igueldo, con su funicular y su inmejorable vista panorámica de la ciudad. En la cima del monte está el parque de atracciones, inaugurado en 1911, siendo el más antiguo del País Vasco y aunque bastante vetusto, tiene el encanto del paisaje y de constituir una mirada al pasado de los parques de atracciones. Saliendo del parque, está la hermosa torre del siglo XVI, conocida como el Torreón y que sirvió como faro hasta 1854, fecha en que se construyó el faro actual. Incluso puedes alojarte en la cima del monte, en el Hotel Mercure Monte Igueldo.
Pero Donostia tiene además una intensa vida cultural, donde destaca el tradicional Festival de Cine de San Sebastián ( http://www.cinerecomendado.com/historia-del-festival-de-cine-de-san-sebastian/ ), uno de los más importantes del mundo, al cual concurren cada año las más renombradas figuras del cine mundial y que ha tenido un papel destacado en el impulso del turismo internacional, atrayendo a visitantes que llegan para presenciar el festival y disfrutar de las bellezas innegables de la ciudad.
Uno de los atractivos históricos de San Sebastián son sus tres playas ubicadas sobre la bahía de la Concha, que la convirtieran en uno de los destinos de verano más populares de Europa en su época.
De las tres playas, Ondarreta, Zurriola y la Concha, la última es la más famosa y la playa urbana más bella de Europa. Puesta de moda a mitad del siglo XIX por la reina regente María Cristina, la Concha comenzó a atraer a la aristocracia europea que construyó sus mansiones de veraneo en los alrededores. Sobre esta playa se ubica el balneario La Perla, uno de los más exclusivos de Europa.
Fuertemente ligado al mar, Donostia cuenta con una larga tradición pesquera, donde se originaron las traineras ( http://viajes.elpais.com.uy/2014/07/22/las-traineras-de-san-sebastian/ ), antiguas embarcaciones ultra ligeras capaces de albergar 10 o 16 marinos, que se encargaban de remolcar las redes para la captura. Quienes tengan la suerte de estar en la ciudad durante los dos primeros domingos de setiembre podrán disfrutar de estas regatas que se han integrado a las mejores tradiciones locales y convertido en otro de los atractivos con que Donostia o San Sebastián, ha sabido convocar a los visitantes más exigentes de todas las latitudes, que siempre se van ampliamente satisfechos y con ganas de volver por más.