Es uno de los mayores símbolos de Madrid, famosa entre famosas, pero ¡qué querés que te diga! … sin restarle mérito, más que su belleza impresiona su historia, su entorno y la canción. Es una puerta muy afortunada.

Tampoco es tanto el tiempo que miró pasar, pues aunque hubo una anterior, a ésta la construyeron por 1770. En Europa cuando te hablan de algo antiguo, vuelan los siglos, pero en este caso hasta nosotros tenemos una puerta más antigua que esta. La Puerta de la Ciudadela, ciertamente más humilde, fue construida entre los años 1746 y 1760. Básicamente ambas servían para lo mismo, para entrar y salir de una ciudad fortificada. Pero allá tienen bardos que le escriben canciones inolvidables y que la cantan con esa cosa castiza que te hace cosquillas en la genética.

La nuestra no pretendía otra cosa que poderse cerrar e impedir el ingreso de invasores, que cuando entraron, tuvieron que abrir una brecha en las murallas… a la puerta ni intentaron derribarla. La de Madrid, en cambio, ya no tenía moros amenazantes, de manera que su propósito era más bien ceremonial.  Es ostentosa y portentosa con sus 44 metros de frente y 22 metros de altura. Se encuentra en el cruce de las calles Alcalá, Alfonso XII, Serrano y Salustiano Olózaga, en el centro de la rotonda de la Plaza de la Independencia.

Sabiamente los urbanistas valorizaron su ubicación igual que hicieron con la Fuente de la Cibeles y eso la hace una de las referencias imprescindibles de una ciudad que sabe hacerse amar. Era una de las cinco puertas reales de la ciudad, en un tiempo en que los urbanistas tenían la manía de ponerle puertas y arcos a toda ciudad que se les pusiera a tiro. Pero tiene gran mérito haber sido anterior al Arco del Triunfo de París (1836) y a la Puerta de Brandenburgo (1791). Hay algo de militarismo en esa manía… seguro que los generales se imaginaban desfilando por allí con su bigotón engominado, sin saber que en algún caso, por allí no pasarían sus soldados sino el enemigo o el despótico dictador. En fin, que todas las vanidades tienen esas incongruencias. Y algunas están relatadas en la canción.

En todo caso, a un monumento no le podés pedir humildad. Es lo que es, disfrutalo e imaginalo en el entorno histórico, como hicieron los compositores de la inolvidable canción La Puerta de Alcalá. Pues Ana Belén y Victor Manuel fueron quienes la popularizaron, pero quienes la compusieron fueron varios miembros del grupo musical madrileñísimo llamado Suburbano, según ellos mismos aseguran, en una noche de borrachera (http://elpais.com/diario/1997/10/13/madrid/876741865_850215.html) .

La actual Puerta de Alcalá está en el centro de la rotonda de la Plaza de la Independencia  diseñada por el urbanista Ángel Fernández de los Ríos en el año 1877. Allí está, allí está, en el cruce de las calles de Alcalá, Alfonso XII, Serrano y Salustiano Olózaga, junto a las puertas del Retiro: Puerta de España, Puerta de la Independencia (entrada principal a los jardines del Retiro) y Puerta de Hernani.

La puerta daba acceso a aquellos viajeros que entraban antiguamente a la población desde Francia, Aragón o Cataluña, nos ilustran en la Wikipedia. El diseño y obra pertenece al arquitecto italiano Francesco Sabatini. Compitieron con Sabatini otros proyectos por parte de arquitectos españoles: Ventura Rodríguez y deJosé de Hermosilla, siendo finalmente elegido personalmente por el Rey el diseño de Sabatini.

La puerta ha sido posteriormente restaurada en cinco ocasiones, la  última a finales del siglo XX. La fortificación del antiguo Alcazar estaba bastante más alejada y naturalmente tenía sus puertas. A medida que la ciudad crecía, las murallas avanzaban reconstruyéndose para albergar más vecinos.  Cinco puertas “Reales”, además de catorce portillos, tuvo la ciudad a poco que en 1561 Felipe II instalara su Corte en Madrid. Y puede que fueran bonitas… pero su objetivo era el de la seguridad, encargada a funcionarios denominados “portazgos”, también encargados de cobrar impuestos, porque en eso de fajarte, siempre se lucieron los gobiernos de todos los tiempos y de todos los sistemas políticos. Podías entrar hasta las diez de la noche (las once en verano), luego de lo cual quedaba un retén al que debías demostrarle la razón de andar vagabundeando a esas horas.

¿Te imaginás un rebaño de ovejas pasando por la Puerta de Alcalá? Seguro que no, y además, no era esta puerta sino su antecesora. O curre que por allí pasaba la Cañada Real Galiana, que nada tenía que ver con nuestros arroyitos, pues en España la palabra “Cañada” todavía se reserva a un camino pecuario, es decir, para uso de vacas y ovejas trashumantes. Todavía hay mojones a ambos lados de la calle que indican esa inimaginada función de la Puerta de Alcalá. Y entre esos mojones el ganadero Elías González García pasó su rebaño de 2.000 ovejas en 2014 para reivindicar la trashumancia.

Muy cerca de la vieja puerta estuvo la plaza de toros de la Puerta de Alcalá entre 1754 y 1874, fecha en que fue clausurada. A partir de ese momento, fue sustituida por la plaza de toros de la Fuente del Berro, luego también relevada por la Monumental de las Ventas, siempre guiándonos por las referencias estampadas en el Wiki.

No te creas que por tratarse de una monarquía, la construcción de una puerta como esta no iba a generar polémica. La hubo, al mejor estilo madrileño… y terminó en la nada, como todos los debates al cuete. En 1823 recibió el impacto de varios proyectiles durante la incursión de un contingente, que era francés, pero estaba integrado por voluntarios españoles, por esas cosas de líos entre reyes. Eran un montoncito, pero recibieron el pomposo nombre de “Los cien mil hijos de San Luis”. Si alguien te ayuda, podrías ver los impactos, pues al refaccionar dejaron las marcas, por puro respeto histórico.

Naturalmente Francisco Franco con toda su ultraderecha usó y abusó de la Puerta de Alcalá ya transformada en escenario de todas las ideas y de todas las tendencias. Y no te enojes mucho, porque la extrema izquierda la usó también para alabar desvergonzadamente a la Unión Soviética en ese tiempo donde nadie optaba por ideas originales: o se era fascista, o se era comunista. Ahora por lo menos se puede ser antiyanqui, o proyanqui como alternativa válida. La Puerta se prestó también para atentados anarquistas, manifestaciones populares, celebraciones religiosas, políticas y deportivas.

Y el arte, ¡el arte claro está!. La cubrieron de tela, la llenaron de libros y muchas cosas más, todas asegurando que eran manifestaciones de alta esteticidad. Medraron los conciertos y todos los visitantes ilustres fueron exhibidos junto a la monumental Puerta de Alcalá, como ocurrió con el Papa Benedicto XVI, que la atravesó acompañado de jóvenes de todos los continentes.

En fin, ni te sueñes que me ponga a describir todas las esculturas, alegorías y ornamentos de esta recargadísima puerta. Ten por seguro que nada de lo que está allí carece de significado, aunque mucho de eso ya no es de recibo… pero eran otros tiempos, cuando la inexistencia de internet obligaba al ingenio para perder el tiempo. Puede que no seas de esta opinión y te guste saber porqué y para qué están todas esas cosas. Entonces te recomiendo la entrada que sobre la Puerta de Alcalá tiene la Wikipedia. En ella, en algunos datos y lindas fotos de los blogs del ABC de Madrid, y poca cosa más me basé para este artículo, pues es una de sus referencias más vastas, completas y abrumadoras, como también lo es la bibliografía consultada.

¡Pensar que la canción lo dice todo en tres minutos!

Guillermo Pérez Rossel

https://es.wikipedia.org/wiki/Puerta_de_Alcal%C3%A1 

https://historia-urbana-madrid.blogspot.com.uy/