No podré ser objetivo porque Munich me capturó el corazón. Su casco histórico, presidido por la mágica Marienplatz, te deja sin respiración. La ciudad vale muchísimo más que unas cuantas cervezas y cantarolas… aunque te concedo que un vistazo a las teutonas es un gusto que uno debe darse con disimulo. De una cachetada te la pueden dejar en la espalda y suelen ser más grandes que vos.

A las 11.00 de un día cualquiera, estarás de pie, esperando que suene el carrillón y comience el desfile de las figuras. No irás allí por las mismas razones por las que un montón de turistas montoneros concurre a ver al tonto Manneken Pis de Bruselas; lo harás porque es un momento irrepetible frente a uno de los mejores relojes del mundo. El sonido de las campanas rebota en los impresionantes edificios de la Marienplatz y vuelve a tu diafragma convertido en emociones. Mucho mejor sería si la ciudad no hubiera derribado sus murallas, pecado que se comprende en una ciudad que un día descubre que la peste que consumió a un tercio de su población, estuvo relacionada con el hacinamiento.

La columna de la Virgen María y la Fuente del Pez

Vuelve tu mirada a una columna que se encuentra justo en el centro de la Marienplatz. Representa a la Virgen María rodeada de cuatro angelitos, simbolizando la victoria de la ciudad contra la peste, pero también contra el hambre… y la herejía. Llevó tiempo que el Renacimiento desembocara en la era de la razón; mientras tanto el viejo continente quedó poblado de obras de arte inspiradas por esas creencias. A propósito, esta plaza donde estás aguardando el comienzo del espectáculo del carrillón, se denominaba Schrannen antes de ser bautizada con el nombre de la Virgen. ¿Qué también coincidió con el fin de la dominación sueca? Bueno, sí, pero capaz que también eso se lo deben a María. Schrannen significa granero, pero también el lugar donde se administra justicia, funciones coincidentes en gente pacífica y trabajadora.
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Seguí dándole vueltas a la plaza mientras esperás el carrillón. Por allí verás una fuente que no es la gran cosa, pero cobra especial significado si considerás que el río Isar que abastecía a la ciudad, en tiempos de guerra quedaba fuera de las murallas y esa fuente se convertía en el único lugar para aprovisionarse de agua. Dicen que la Fuente del Pez tiene esa escultura porque allí los pescadores lavaban y mantenían fresca su mercadería… pero me huele a mito más que a pescado. Lo que sí es comprobable es que es el Punto de Encuentro para los enamorados.
Los “límites” de la Marienplatz son el Nuevo Ayuntamiento (Neues Rathaus) y el Viejo Ayuntamiento (Altes Rathaus), pero la zona peatonal es mucho más extensa y un buen consejo que puedo darte, es tratar de alojarte dentro mismo del casco histórico y caminar sin pausas y sin objetivo definido.

Lo podrás hacer todo lo que te permita la digestión del chucrut, las weißwurst (salchichas blancas) y el procesamiento de la cerveza por parte de tu sistema urinario, por acá exigido al máximo. Si tuviste que alojarte fuera, no te preocupes, pues a la plaza la atraviesan tanto el metro (U-Bahn), como el tren de cercanías (S-Bahn). Son siete líneas que te llevan a todas partes, muchas de ellas fantásticas, pero de las cuales no te hablaré porque esto se transformaría en un libro.

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¿Ya comenzó a sonar el carrillón? Entonces detengámonos un poco en este espectáculo. La impresionante pieza de relojería está emplazada en el Nuevo Ayuntamiento y esa multitud que te acompaña mira sus relojes para ver si el carrillón comienza a sonar realmente a las once. Estate seguro de que si no lo hace, lo que está mal es ese aparatito japonés que compraste.

El carrillón tiene 43 campanas y 32 figuras de un tamaño bastante semejante al real de un ser humano (los bávaros son más grandotes). Con las figuras, el reloj narra dos historias del siglo XVI, desarrolladas en dos niveles diferentes. En el nivel superior se relata el matrimonio entre el Duque Wilhelm V y su esposa Renata; en el de abajo se reproduce la alegre danza de los toneleros de la ciudad celebrando el acontecimiento, no se sabe si por devoción al jerarca, o por la ganancia que estaban logrando.

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Todo ese espectáculo dura unos 15 minutos, al cabo de los cuales y tras una pausa para crear expectativa, canta un gallo dorado ubicado en la parte superior del reloj, para dar por concluida la función.

Es un buen momento para encaminarse hacia una de las más bellas puertas medievales de la ciudad, la puerta Karlstor detrás de la cual estarás en la Karlplatz, unó de los más dinámicos lugares de la ciudad, sede de la iglesia de Carlos, para seguir con la Karlmanía, es decir la Karlskirche, dedicada a Carlos Borromeo. Generalmente hay espectáculos al aire libre o en la estación de tranvías, pero no te me entretengas mucho porque hay mucho más para ver.

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Si tus pasos te llevaron en sentido contrario, terminarás en la puerta Isartor, que lleva ese nombre debido a su cercanía con el río Isar. No te imagines un río de los nuestros; en Uruguay a eso lo llamaríamos arroyo sin más trámite… pero a diferencia de los de acá, este curso de agua es torrencial y si tenés un poco de suerte, podés llegar a practicar surf en sus aguas, proeza de la que es único exponente en el mundo. No se si alquilan kayaks, pero deberían.

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A esta altura debería explicarte que esta puerta, como el 60% de los edificios de Munich, quedó destruida casi totalmente durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Los muniqueses juntaron todos los escombros y con ellos formaron una colina sobre la cual construyeron el fabuloso complejo olímpico hiper-moderno. ¿Entonces cómo es que uno ve esos edificios medievales tan bien conservados? Fue porque los arquitectos encargados buscaron todas las fotos que pudieron encontrar, para reproducir desde cero los edificios que habían desaparecido o estaban arruinados.
Así que no toques, no ensucies, no tires papelitos… porque esos grandotes simpatiquísimos te pueden hacer notar su desagrado de una manera contundente.

La torre Sendlinger está en el extremo sur del casco antiguo y es la puerta más vieja de la ciudad, ya que fue construida en 1318 para los mercaderes que iban y venían desde Italia.

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La torre del Nuevo Ayuntamiento de Múnich tiene 100 metros de frente y su torre mide 85 metros que pueden recorrerse en ascensor si tenés la paciencia suficiente. Bien vale la pena por el paisaje urbano que verás desde allí arriba y las fotos que podrás tomar. Muy cerca está la iglesia de Frauenkirche, la única iglesia donde el diablo dejó su huella.

La huella, que todo el mundo se detiene a mirar, la habría dejado el diablo cuando asomó la cabeza en la entrada, aún fresca, para burlarse del constructor Halsbach que se olvidó de ponerle ventanas. Pero el burlado fue él, pues Halsbach había dispuesto las columnas de tal manera que no se viera ninguna ventana. Por supuesto, todo es una fábula, pero nadie va a Munich sin ponerse al lado de la huella del diablo y comprobar que no se ven las ventanas.

Los alrededores de Marienplatz están repletos de lugares interesantes, entre los cuales resalto la Residencia (Residenz München), un gigantesco palacio urbano que usaron los monarcas bávaros entre 1385 y 1918. Cuenta con 10 patios y 130 habitaciones, así como un teatro imperdible de cargado estilo Rococó. El teatro Cuvilliés quedó destruido durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue uno de los mayores logros de la posterior reconstrucción.

A esta altura es bueno que sepas que no se puede negar el rol de Munich en el crecimiento del nacional socialismo en Alemania y esa es la razón por la cual verás o conversarás con turistas que vienen acá con el cerebro agusanado por ideas imbéciles. Tené paciencia, es inevitable… o zampales alguna diatriba si te viene en gana. Como argumento te doy que también aquí, en Munich es donde floreció la más dura y militante resistencia a ese régimen que dejó a Alemania en ruinas y costó tantos millones de vidas. Una más sobre lo mismo, demostrando que Munich también es la cuna de la rebeldía contra el autoritarismo: en 1962 tuvo lugar acá una reunión de españoles muy críticos con el franquismo que imperaba en su país. A esa reunión la denominaron despectivamente el “Contubernio de Munich”, pero no pudieron impedir el impacto de las noticias.

Tampoco te deberías perder el mercado llamado Victualienmarkt, donde en una superficie de 22.000 metros cuadrados, más de 140 vendedores ofrecen además de vistosas frutas, los productos de la célebre chacinería de la zona, así como algunos quesos que no podrás olvidar en toda tu vida. Como podrás imaginar, allí encontrarás “jardines de cerveza” donde degustar las más exóticas variedades, entre las cuales figura una cerveza negra que te la ponen en la mesa y en ella sumergen una tuerca al rojo vivo para que la puedas beber a la temperatura aconsejable. Funciona de lunes a viernes de 10 a 18 horas. Claro que querrás ir a una de las cervecerías grandes de la ciudad, lo cual es también recomendable… pero la descripción excedería los límites de extensión de este artículo.

El Deutsche Museum es otro lugar de ninguna manera dejarás de visitar, por más que te tengan harto los museos. Está junto al río Isar, en un magnífico edificio. Es una muy completa muestra de ciencia y tecnología; no tiene nada que envidiarle a los museos de Washington en Estados Unidos.

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A mi me impresionó realmente, una mina de hierro a la que uno puede entrar desde el museo, en la cual se reproduce la actividad que tanto caracterizó a la industria alemana y a la injusticia social en todo el mundo… digo esto por la explotación humana que en todos lados produjo la minería hasta el siglo pasado.

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Para descansar un poco de tanta historia y arquitectura, te sugiero alquilar unas bicicletas y lanzarte a los senderos que acompañan el cauce del río Isar, que nace en los Alpes Austríacos y desemboca en el Danubio luego de una estruendosa carrera de 295 kilómetros. Hay quienes recomiendan un paseo de 40 kilómetros desde Munich hasta Freising, por un camino muy bien señalado… pero ese relato también será para otra oportunidad.

Acá verás que las bávaras son por lejos las más teutonas de las alemanas.

Como corolario, propongo reflexionar sobre el hecho de que al final de la guerra el 90% de este admirable casco histórico estaba en ruinas como resultado de 73 bombardeos aéreos. La ciudad perdió el 34% de su población, pero más que nada debido a la evacuación, migración y deportación. Los que quedaban deambulaban en gran número sin hogar y sin alimentos. Pero cinco años después, la ciudad volvía a tener su número habitual de habitantes y se iniciaba la recuperación que hoy podés ver, quizás la mayor y más prolija reconstrucción en la historia del hombre.

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Guillermo Pérez Rossel

El escudo de la ciudad muestra en color plateado un monje benedictino con el hábito negro de contorno dorado y zapatos rojos. En la mano izquierda sostiene un libro de juramento y levanta la derecha para hacerlo. Humoristas como son, los muniqueses hacen todo tipo de travesuras con su escudo, transformando al monje en niño, en niña o en lo que cuadre. Y no es un hábito de ahora, como puede verse.

Unas chicas españolas que hicieron un precioso viaje cuidando sus pesitos y disfrutando a lo grande. Además, buenas fotografías y excelentes consejos: http://www.losviajeros.com/Blogs.php?b=7930

http://www.muenchen.de/int/en.html

http://www.disfrutamunich.com/