Los niños crucificados
El desvarío, la crueldad y la avaricia no tienen límites en el ser humano. La leyenda rescatada por infames “historiadores” llega a contabilizar 150 niños franceses crucificados o asesinados ritualmente solo en el año 1883.
¿Sería razonable exigirle rigor científico a las religiones? Ciertamente no, pero creo que a esta altura de la evolución del pensamiento, es legítimo reclamarles que no promuevan odios ni fanatismos. En aquellos tiempos sin dudar un instante, se aseguraba que los judíos usaban sangre de niños para elaborar el pan ácimo de su Pascua y que en Viernes Santo los crucificaban vivos en venganza por los ultrajes padecidos … pero omiten que los supuestos culpables solían ser personas muy pudientes cuyos bienes quedaban en posesión de los denunciantes. Ahí nomás los apresaban, los torturaban hasta que confesaran y luego los quemaban en la hoguera o asesinaban de otras maneras siempre horribles. Los bienes se repartían, una parte para quienes los juzgaban y otra parte para quien proveía las víctimas.
¿Querés un dato todavía más indignante? En muchos o casi todos los casos, ni siquiera había padres que lamentaran la falta de un hijo. No había víctima, pero había victimario… a menudo varios, todos los ricos del pueblo, fueran judíos o fueran cualquier otra cosa que quisieran asignarle los tribunales… no se escapaban ni católicos de misa cotidiana caídos en desgracia. Es decir que ibas a la hoguera fueras o no fueras judío y aunque no hubiera niños crucificados o desaparecidos.
Al respecto, invito a la lectura del libro “Tratado sobre la Tolerancia” en el cual Voltaire exhorta a abandonar el fanatismo en todas las religiones. Sostiene que nadie debe morir por sus ideas, y considera el fanatismo una enfermedad que debe combatirse y extirparse. El escritor utiliza la técnica del moderno periodismo de investigación y concluye que fue la avaricia la causa de la acusación y terrible ejecución en la rueda del hugonote Jean Calas. El fanatismo, la codicia y el odio ideológico fueron el caldo de cultivo en que se cocinó esa y muchas otras maldades.
Se escribe poco sobre estas cosas, porque hay mucha gente altamente respetable que continúa venerando a algunos de estos niños y las creencias de otros no deben cuestionarse… a menos que fomenten odios raciales como podrían ser estos casos. Actualmente podrían no serlo, porque los devotos abjuran de la acusación a los judíos y se limitan a la esencia santa de los niños. No es justo ensañarse con gente que no merece esos cuestionamientos, pero en lo personal, no es justo para nadie silenciar y esconder bajo la alfombra estas cosas. Cerca del final, publico un testimonio a favor de la legitimidad de la devoción a estos supuestos niños mártires, o al menos a uno de ellos … Felizmente y aunque a tropezones, el mundo avanza hacia la tolerancia y la racionalidad.El problema está en los límites que debemos exigirle a la verdad… a las verdades. Tampoco nos consta que hayan muerto tantos cientos o miles de judíos por esta causa, aunque en realidad bastaría uno para censurar duramente el crímen.
Los técnicas de interrogatorio de aquel entonces… y no solo por parte de la Inquisición. Si eran inocentes, sostenían, Dios los salvaba de esos tormentos.
No quisiera que esto sirva de pasto a los enemigos de la iglesia católica. Varios de los casos que se citan, ocurrieron en países protestantes y otras denuncias provienen del mundo musulmán. Para darles una idea, una cita del historiador iraní Dr. Hasan Hanizadeh: “Occidente ha olvidado dos incidentes horribles realizados por los judíos en la Europa del siglo XIX ―en París y Londres, para ser más concretos. En 1883, unos 150 niños franceses fueron asesinados de formas horribles en los suburbios de París, justo antes de la festividad de la Pascua judía. Investigaciones posteriores mostraron que los judíos los habían asesinado y tomado su sangre… Un incidente similar ocurrió en Londres, cuando muchos niños ingleses fueron asesinados por rabinos judíos”.
Además los autores de esos aberrantes asesinatos (si alguno hubo realmente), no son cristianos ni son nada. Si hay que asignarles pertenencia a alguna religión, deberían serlo en calidad de herejes merecedores del mayor castigo que se reserve a los pecadores por haber tergiversado su Fe para enriquecerse sin importarles en absoluto ni la vida, ni el sufrimiento de sus víctimas directas, así como la miseria a que condenaban a sus familias al privarlos de sus bienes y de la posibilidad de trabajar en ninguna actividad. Las sociedades occidentales se ensañan con minorías, muy frecuentemente instigados por mandatarios que de esa manera tan cruel e irracional logran recuperar el apoyo popular que estaban perdiendo. Y el caso de los intocables o parias que perdura en el hinduismo fanático, nos recuerda que esto no es patrimonio occidental, sino una penosa constante en el ser humano.
En nuestro mundo hispano-hablante todo comienza aparentemente a finales de la década de 1480 en la localidad de La Guardia, Toledo, cuando la literatura de la época registra profusamente el asesinato ritual de un niño. Los relatos parecen calcados de la historia de Hugh de Lincoln, una leyenda antisemita de la Edad Media. Se supone que Hugh tenía 8 años cuando desapareció el 31 de julio de 1255. Dice la Wikipedia que el juez John de Lexington, que se encontraba en la zona, le prometió salvar su vida a Copin (el acusado) siempre que confesara que el niño había sido crucificado por judíos que se habían reunido en Lincoln para ese propósito. Enrique III de Inglaterra llegó cinco semanas más tarde a Lincoln y se negó a cumplir la promesa, por lo que Copin fue ejecutado. Otros 91 judíos de la ciudad fueron apresados y enviados a Londres, donde 18 fueron ajusticiados. El resto fue perdonado por intercesión de los franciscanos. Se mencionó que el cadáver del niño, una vez bajado de la cruz, fue utilizado para la realización de un ritual de adivinación por medio de la interpretación de sus entrañas y que antes de morir siguió alabando a la Virgen María.
Aún sin entrañas, Hugh sobrevivió milagrosamente 27 días, fue santificado y se conservan reliquias suyas en la catedral de Lincoln. Y tan milagroso como eso, es que el caso de Hugh y el del “Santo Niño de la Guardia” guardan similitudes que desafían cualquier coincidencia. Una de las pocas diferencias consiste en que en el caso español, se desconoce el nombre del niño. Tampoco se registra el nombre de sus padres, según el historiador Joseph Pérez, porque ningún padre presentó denuncia. Tampoco hubo cadáver ni padre denunciante en la réplica inglesa. Pero ¿quién se fija en esos detalles?
Por este presunto crimen ritual refieren en la Wikipedia, la Inquisición procesó a varios conversos, mientras que las autoridades civiles hicieron lo propio con dos judíos. Todos ellos fueron quemados vivos en Ávila el 16 de noviembre de 1491. Se conservan algunos documentos del proceso (especialmente, el proceso completo contra uno de los acusados. “La mayoría de los historiadores considera que el niño de la Guardia nunca existió pero el proceso propició un clima antijudío, y una indignación que empeoró aún más la relación del sector de cristianos viejos con relación a los judíos y conversos. Este supuesto crimen fue lo que dio impulso para dictar el decreto de expulsión de los judíos, que se promulgó solo meses después (en marzo de 1492), siendo uno de los últimos reinos europeos en expulsarlos (el último fue Portugal).
La hagiografía se hizo cargo del resto. Los cronistas de la vida de los santos no necesitaron del nombre del niño ni de sus padres para relatar con lujo de detalles su vida, su muerte y sus milagros. En La Guardia se continúa rindiendo culto al Santo Niño de La Guardia. La Iglesia no apoya estas leyendas y en algunas épocas ha hecho esfuerzos para que los fieles desistan de estos cultos basados en nada… pero es muy difícil vencer creencias populares por disparatadas que sean.
En el caso de Anderl von Rinn la Iglesia hizo esfuerzos para erradicar esta forma de antisemitismo irracional en el norte del Tirol, consiguiendo que se desistiera de elevarlo a Santo, pero aceptando su beatificación y el culto local a quien se considera patrono de los niños y de los neonatos, protector del Tirol y de la casa de Habsburgo. El papa Gregorio X rechazó las acusaciones del “libelo de sangre”, pero tiempo después el Papa Gregorio XIII lo incluyó en el Martirologio Romano. Dicen en la Wikipedia que luego de reproducir los párrafos principales de la Bula «Beatus Andreas» de Benedicto XIV y los documentos «oficiales» de la iglesia conciliar que niegan y prohiben el culto del beato Andreas, Kaplan Melzer presenta la historia de las principales fuentes y una extensa relación del martirio. Se asegura que fue circuncidado, que murió por sofocación con los brazos extendidos, en claro escarnio a Nuestro Señor. Luego fue degollado, vaciado de toda su sangre y “roto de su vestidito” como si esa fuera otra afrenta religiosa. En su beatificación se enumeran año por año, los milagros obtenidos por su intercesión: los seis iniciales reseñados en las «Acta Sanctorum» y los numerosos de siglos posteriores hasta época muy reciente (1988).
Las reliquias del niño mártir del Tirol eran veneradas en el altar mayor de la iglesia de Judenstein (a 2 km de Rinn, a media hora de Innsbruck). En 1985, el obispo de Innsbruck, pese a la fuerte oposición de los lugareños prohibió su culto y alejó sus reliquias, contraponiéndose así abiertamente a un decreto de la suprema autoridad de la Iglesia: el Papa Benedicto XIV. Sus reliquias fueron encofradas en un muro y se colocó una losa con la siguiente inscripción:
«Aquí descansa el inocente niño Anderl, el cual según la tradición fue asesinado en el año 1462 por desconocidos. Su muerte fue lamentablemente atribuida durante siglos a un crimen ritual de judíos en tránsito. Esta acusación entonces frecuente y totalmente infundada llevó a considerar a Anderl erróneamente como mártir de la Fe. El niño Anderl descansa aquí no por cierto como mártir de la Iglesia sino como recuerdo exhortatorio de los numerosos niños que hasta nuestros días han sido víctimas de la violencia y del desprecio de la vida. Con todos ellos Anderl von Rinn ha entrado en el gozo eterno de Dios». Es decir, que se exonera a los judíos y se lo releva de su condición de mártir, pero se consagra su existencia y su muerte relacionada con la religión de su familia.
El cronista Diego de Colmenares en su Historia de Segovia, publicada en 1637, da cuenta de 16 judíos quemados en la hoguera, otros no cuantificados llevados a la horca y más tarde los vecinos, insatisfechos con las medidas de la autoridad, entraron a saco en la judería y mataron a casi todos los moradores. Veamos como lo relata Diego de Colmenares: “Celebrábase tranquilamente por los cristianos la Navidad de 1468 cuando vino a turbar su quietud la irritante nueva de que los judíos de la Aljama de Sepúlveda, aconsejados por su rabino, Salomón Picho, habíanse apoderado de un niño cristiano, y llevándole a un muy secreto lugar, cometido en él todo linaje de injurias y violencias. Al fin, poniéndole en una cruz, habíanle dado muerte, a semejanza de la que al Salvador impusieron sus antepasados. Divulgado en tal forma el hecho, llegó luego a conocimiento del Obispo de Segovia, Don Juan Arias Dávila, judeoconverso, hijo del Contador Mayor de Enrique IV.
Fiel a la política de los neófitos, apretó don Juan en el castigo de tal manera que, conducidos a Segovia los acusados, fueron hasta dieciséis entregados a las llamas, y puestos los restantes en la horca, después de ser arrastrados. No satisfizo, sin embargo, tan duro castigo a los moradores de Sepúlveda. Así, tomando las armas, al saber que el obispado se contentaba con tan poco, dieron de rebato sobre la judería, inmolando en sus propias casas a la mayor parte de sus moradores. Salváronse algunos en la fuga; pero al buscar asilo en las cercanas villas y aldeas, llevaban delante de sí la fama de su crimen, que despertaba en todas partes análogas sospechas y acusaciones”.
Alfonso X el Sabio, en Partidas VII, XXIV nos cuenta esta otra lindura: “Et porque oyemos decir que en algunos lugares los judíos ficieron et facen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et poniéndolos en la cruz, o faciendo imágenes de cera et crucificándolas cuando los niños non pueden haber, mandamos que, si fama fuere daquí adelante que en algún lugar de nuestro señorío tal cosa sea fecha, si se pudiere averiguar, que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho, que sean presos et recabdados et aduchos ante el rey; et después que el sopiera la verdad, débelos matar muy haviltadamente, quantos quier que sean”.
Se tenía por cierto que varios episodios semejantes se habían producido en España. Uno de los más conocidos fue la supuesta crucifixión del niño Santo Dominguito del Val, en Zaragoza en el siglo XIII, o la del niño de Sepúlveda, en 1468. Esta última se saldó no solo con la ejecución de dieciséis judíos hallados culpables del crimen, sino con el asalto popular a la aljama de Sepúlveda, que se cobró varias víctimas más. Y hay más, en un libro publicado en 1449 por el fraile converso Alonso de Espina, Fortalitium Fidei. Contra judíos, sarracenos y otros enemigos de la fe cristiana, se inventariaba una larga lista de crímenes atribuidos a los judíos. Aparecen varios relatos de crucifixiones infantiles, todos ellos dados por ciertos.
He copiado textualmente (debajo cito las fuentes) porque naturalmente no me consta nada. No solo eran horribles fantasías los sacrificios infantiles, sino a veces también hay que dudar de los ajusticiamientos de judíos. ¿Puedo descartar que ningún judío cometió algo repudiable contra un cristiano? Naturalmente no puedo y parecen demasiados testimonios como para descartarlos todos. Según los documentos que han llegado hasta nosotros, las primeras detenciones no se produjeron como resultado de la investigación de ningún crimen. Ni se había encontrado cadáver alguno ni se había denunciado la desaparición de ningún niño. Los primeros detenidos, judeoconversos, fueron acusados únicamente de judaizantes, y solo durante los interrogatorios de que fueron objeto en prisión se iría fraguando la idea de que habían cometido un crimen ritual. Según esas fuentes, los judíos no se limitaban a cometer esos crímenes, también provocaban las pestes que asolaban Europa y envenenaban los pozos de agua, lo que es irracional, pues también ellos se surtían en esas fuentes.
Por lo que sé, muy poca gente entre nosotros tiene conocimiento de estos “niños crucificados” mártires de la Fe. Pero algunos viajeros se encontraron con algún templo consagrado al Niño de La Guardia y con alguna iconografía sobre el asunto. Por esa razón abundo un poco sobre ese caso, tras advertir que copio textualmente, en este caso de https://es.wikipedia.org/wiki/Santo_Niño_de_La_Guardia. “La leyenda construida con estas sucesivas aportaciones afirma que ciertos conversos, tras asistir a un auto de fe en Toledo, planearon vengarse de los inquisidores mediante artes de hechicería. Para hacer su conjuro necesitaban una hostia consagrada y el corazón de un niño inocente. Juan Franco y Alonso Franco secuestraron al niño junto a la Puerta del Perdón de la catedral de Toledo y lo trasladaron a La Guardia. Allí, el día de Viernes Santo simularon un juicio. El niño, al que en la leyenda se llama Juan (en otras versiones se le llama Cristóbal) y se dice que era hijo de Alonso de Pasamonte y de Juana la Guindera (a pesar de que nunca apareció ningún cadáver), fue azotado, coronado de espinas y crucificado, del mismo modo que Jesucristo. Le arrancaron el corazón, que necesitaban para el conjuro. En el momento de la muerte del niño, su madre, que era ciega, recobró milagrosamente la vista. Tras darle sepultura, los asesinos robaron una hostia consagrada. Benito García iba hacia Zamora llevando la hostia y el corazón para recabar la ayuda de otros correligionarios para realizar su conjuro, pero fue detenido en Ávila a causa de los resplandores que emitía la hostia consagrada, que el converso había escondido entre las páginas de un libro de rezos. Gracias a su confesión, se detuvo a los otros participantes en el crimen. Tras la supuesta muerte del Santo Niño, se le atribuyen también varias curaciones milagrosas. La hostia consagrada se conserva en el monasterio dominico de Santo Tomás, en Ávila. Del corazón se dijo que había desaparecido milagrosamente, al igual que el cuerpo del niño, por lo cual se creyó que, como Jesucristo, había resucitado.
Para no hacer esto interminable, cierro la enumeración con esta cita de “Un crimen sin cadáver: el Santo Niño de la Guardia”, un estudio de José María Perceval publicado en febrero de 1993 en Historia 16, paginas 44-58. Dice Perceval: “El profesor francés Alain Boureau habla de una ola de terror posterior a la tercera Cruzada, cuando la acusación atravesó las fronteras francesas y entró en el Imperio, provocando en la ciudad de Maguncia veintisiete víctimas el año 1253. En Munich, año 1285, la acusación de crimen ritual produjo 127 víctimas. En 1286, el asesinato de un hombre llamado “el buen Werner” ocasionó masacres en Boppard y Oberwesel, cerca de Bacharach. El emperador Rodolfo, asustado ante la amplitud de la histeria colectiva, intentó parar el éxodo judío con las leyes de 1286 que frenaron momentáneamente la ola de terror y asesinatos colectivos – esta vez no supuestos, sino reales.
En Austria, tres niños se ahogaron en Viena el año 1420. Unidos estos hechos con la supuesta venta de una hostia por parte del sacristán de Ems a un rico judío, se provocó de nuevo la catástrofe. En 1421, el archiduque Alberto detuvo a todos los judíos de Viena y quemó a un centenar de ellos ‘para calmar los ánimos’. Los hechos se repitieron en Trento, en 1475, cuando el pequeño Simón, de tres años, se ahogó en el Adigio. Después de la matanza consiguiente se elevó una estatua en Francfort del Main al infante, en un puente que conduce a Saxenhausen. Los problemas se extendieron a Ratisbona en 1480 y a Passau, 1478, por otro supuesto robo de hostias consagradas.
Esta relación – robo de hostias consagradas y rapto de niños para ser sacrificados ritualmente – es muy significativa. Veremos que todo se mueve en torno al dogma de la transubstanciación, el misterio de la comunión cristiana y la transformación del pan y del vino en ‘carne y sangre’ reales. La actitud del poder siempre es ambigua – entre la credulidad y la utilización estratégica de las acusaciones –, aunque siempre termina con concesiones a la violencia desplegada intentándola calmar con algunos mártires escogidos para la ocasión”.
La abominación a los judíos le vino como anillo al dedo al nazismo, que aprovechó al máximo todos los prejuicios
Ahora lo prometido, la visión de alguien que, con buenos argumentos, resiste la acusación antisemita de la historia… aunque no se pronuncia sobre la verosimilitud de la leyenda, apoya las tradiciones de su pueblo y su derecho a rendir culto al Niño de la Guardia:
“Como guardiolo que soy, me gustaría comentar el tratamiento que se le hizo ayer en la serie Isabel al patrón de mi pueblo, el Santo Niño de La Guardia, ya que casi siempre se habla de él en un contexto de invenciones de asesinatos rituales de niños cristianos por parte de los judíos. Por cierto, que hay incluso un libro de un historiador judío llamado Ariel Toaff en el que se admite el uso de la sangre de niños cristianos en sus rituales. El libro en cuestión se titula “Pasque di Sangue” (Pascua de sangre) y curiosamene tuvo que retirarlo por las presiones que tuvo del entorno judío. Yo no voy a entrar ni mucho menos a analizar si estas acusaciones son o no ciertas, (los que niegan la existencia de este caso se basan en el hecho de que el cadáver del Santo Niño nunca apareció, y curiosamente este mismo argumento fue y es usado por los creyentes para decir que fué un milagro), pero sí desde este humilde blog quiero defender las tradiciones religiosas y culturales de mi pueblo, y negar absolutamente, como más de una vez he oído, incluso en labios de historiadores como César Vidal de que estas tradiciones son antisemitas. Mi pueblo, y creo que hablo en nombre de todos los guardiolos, nunca se ha caracterizado por el odio a ninguna raza o religión, lo que simplemente ocurre es que un pueblo entero siente devoción por el Santo Niño Cristóbal, una tradición religiosa con más de 5 siglos de antigüedad, y además históricamente está documentado que a raíz del caso se generó lo que se llamó Proceso del Santo Niño que recopiló Fidel Fita que fué uno de los detonantes de la expulsión de los judíos de España en 1492, como el propio César Vidal reconoce en el artículo del enlace y como se traduce también de la narración de la serie Isabel”. Firma juanluis en Historia, La Guardia (Toledo) (http://www.redajo.com/blog/el-santo-nino-de-la-guardia-en-el-capitulo-25-de-la-serie-isabel-de-television-espanola/)
El último párrafo: Los judíos no beben sangre de niños en Viernes Santo, el hombre de la bolsa engañó a incautos bursátiles pero nunca secuestró niños, los ogros y las brujas que comían niños eran fantasías para impedir que alborotaran… pero la prostitución infantil sí que existe y el abuso por parte de familiares, allegados y sacerdotes, también son reales, actuales y tangibles. En la revolución industrial se los metía en minas para que sacaran minerales de galerías más bajas y por tanto más económicas, los usaban hasta la muerte en algunas industrias y los docentes los maltrataban para que aprendieran. Todo eso sí, es cierto. Habría que concentrarse en eso, lo demás forma parte de la oscura historia del hombre y no debería cuestionarse sacándola del entorno en que se desarrollaban estos acontecimientos. Al respecto y si tenés paciencia, vale la formidable serie que sobre Isabel la Católica produjo la televisión española: http://www.rtve.es/television/isabel-la-catolica/ .
Guillermo Pérez Rossel
https://web.archive.org/web/20161029055703/http:/www.materialesdehistoria.org/guardia_cast.htm
https://web.archive.org/web/20161029055703/http://www.materialesdehistoria.org/guardia_cast.htm
http://www.rtve.es/alacarta/videos/isabel/isabel-capitulo-25/2145556/