En fotos, películas o personalmente, lo viste decenas de veces y siempre te llamó la atención, parece el sueño arquitectónico del Dr. Cormillot.

Es tan delgadito porque era lo único posible en el pequeño triángulo isósceles formado por Broadway (la gran diagonal que atraviesa Manhattan ignorando el cuadriculado) y la Quinta Avenida (la más transitada, la de las grandes tiendas, nada menos). Por detrás, la minúscula parcela tiene como base la calle 22 y, apuntando desde el ángulo en la 23, tenés un acogedor remanso en Flatiron Plaza. El vecindario recibe el nombre de Flatiron District, y por allí pasaras, aunque no te lo propongas si vas a Nueva York. De manera que es hora de que sepas algo más sobre el Flatiron.

La empresa constructora e inmobiliaria resolvió que el edificio llevara el nombre de su fundador e impulsor de este proyecto revolucionario: George Fuller. El visionario empresario tuvo la mala suerte de morir dos años antes de la terminación de la obra pero, cuando estuvo terminado y se apreció su aspecto, se produjo uno de los primeros estallidos de ese humor mordaz y satírico que iba a caracterizar lo mejor de Nueva York a lo largo de todo el siglo XX.

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De manera que a los neoyorquinos les importó muy poco la placa en el nomenclátor y de inmediato bautizaron la construcción como “Flatiron” (flat-iron), es decir, el nombre que identificaba a aquellas planchas de hierro calentadas con brasas, con la misma forma triangular del lote y del edificio. La literatura oficial todavía insiste con “Fuller”, pero todos refieren a la construcción, al lugar y al distrito, con ese nombre de tintorería. Serían graciosos aquellos neoyorquinos… pero no muy originales, pues los vecinos de Atlanta fueron pioneros en esto de bautizar “flatiron” a un edificio triangular. El de ellos se levantó en 1897… pero no era tan alto como éste.

¿Y por qué decimos que es un edificio lascivo? Porque con esa forma de quilla, incide notablemente sobre los vientos que soplan sobre la isla, desviándolos y concentrándolos en la calle 23, tal como ocurre con nuestra calle Florida cuando el viento se precipita por el costado del Victoria Plaza, cruza la plaza Independencia y arroja peatones al suelo junto a la vieja casa presidencial. De manera que nuestro viento puede ser violento… pero no procaz. El viento desviado por el Flatiron hacía una curva ascendente con tan pecaminosa trayectoria, que levantaba las faldas de las mujeres.

Vos dirás que con aquellas polleras arrastrando por el piso que usaban las mujeres en 1902, no había forma de que se viera casi nada y, aunque se viera, a los jóvenes de hoy más que lascivia les causaría estupor y solidaria condolencia por sus coetáneos de un siglo atrás. Pero ¡se veían los tobillos casi desnudos, solo cubiertos por medias de color negro! Y eso les resultaba excitante, lo que demuestra que el ser humano se calienta con cualquier cosa. La cosa llegó a mayores y las autoridades del momento, debieron poner policías para expulsar mirones a todo lo largo de la Calle 23. Cuando atrapaban a uno, lo empujaban con el bastón y le gritaban “¡23-Skidoo!”, que vendría a ser algo así como “lárgate de aquí”.

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¿Cuánto debería verse de una chica hoy en día para que tuviera que intervenir la policía? No puedo imaginarlo, de hecho actualmente casi no se necesita imaginación. El caso es que el viento ya no levanta polleras porque ahora hay tantos edificios que el viento tiene que hacer gambetas para discurrir por la ciudad. Eso sí, si ahora se les ocurre decirles un piropo, es posible que los metan presos por abusones y sexópatas.

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No pasó mucho tiempo para que la expresión ¡23-Skidoo! Se transformara en el desafiante grito de la hinchada de los equipos de baseball y de basketball de la ciudad, para tratar de amedrentar a sus rivales, aunque los estadios no estuvieran ni cerca de esa calle y a veces, sin siquiera saber por qué gritan eso todavía en el siglo XXI.

El edificio es de estilo Beaux Arts, (nos desasna la Wikipedia) y fue concebido por el Arq. Daniel Burnham, uno de los maestros de Chicago. Todavía debe disfrutar de su venganza contra quienes aseguraron que el viento lo derribaría y que los restos caerían a tres manzanas de distancia. Su fachada está realizada en piedra caliza y en terracota, dividida horizontalmente en tres partes, como puede verse en algunas fotos del tiempo de su construcción. Fue el uso de acero lo que permitió que la obra alcanzase los 87 metros de altura para albergar 22 pisos. Erróneamente se dice que es el más antiguo rascacielos de Manhattan todavía en pie… pero el edificio Park Row es tres años más viejo (1899) y es más alto.

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En el vértice más agudo, la torre tiene apenas dos metros de ancho y los diseñadores de ambientes tienen que aguzar su ingenio para lograr ambientes acogedores. Como podrás ver, lo logran. En todo caso, el edificio no resalta por la altura, pero impone por su geometría desafiante.

No encontré el video del beso en la azotea… pero encontré este otro de un strip tease de Kim Novak, que capaz que también te interesa. Sería mucho mejor si el estúpido de Frank Sinatra no impide que continúe sacándose la ropa.

Por eso ha aparecido en infinidad de películas ambientadas en Nueva York, como Hitch, el Espantatiburones, Spiderman o Armageddon, siempre según la Wikipedia. Una de las escenas más memorables transcurre en la azotea del Flatiron, donde Kim Novak le estampa un bruto beso a James Stewart, quien en esa escena de “Me enamoré de una bruja” adelgazó todavía más debido a la succión. El edificio también aparece en los video juegos Gta III, GTA:LCS y GTA IV, así como en los episodios dentro de Liberty City.

Volviendo al asunto de la decoración interior, ¿cómo se las arreglan los más ingeniosos con una planta tan complicada como la de los apartamentos del Flatiron? Vos no te preocupes, tenés que hacer como Lauren Santo Domingo, editora de moda de Vogue, socialité y en sus ratos libres, también modelo. Elegís al mejor decorador de interiores, pagas sin chistar, tenés tu propia dosis de buen gusto y ¡voilá le glamour!

Lauren tiene un loft en este edificio donde vive con su esposo, rodeada de cositas que encuentra por allí y por allá. Ella dice “Si hay algo que pueda decir de mi departamento es que está evolucionando, cambiando constantemente.” Tiene objetos únicos, lo que hacen del interior un ambiente con mucha personalidad.

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Si vos pusieras un hipopótamo de metal en la sala para servir bebidas a tus invitados, te quedaría como la mona. Pero a ella se lo elogian y si querés que te de mi opinión para nada autorizada, no me parece feo en absoluto. Y si a tu marido le pedís que te compre un “organizador de joyas” puede que el griterío se escuche a dos cuadras de distancia. La diferencia entre vos y Lauren, es que ella se puede comprar todos los organizadores de joyas que se le antojen, en tanto que nunca le faltará alguien que le regale alguna joyita. Andá mirando.

Es que el Flatiron es uno de los edificios admirados por los ricos y poderosos, al igual que el barrio y la plazita. Entre ellos se cuenta la actriz y cantante Jennifer López, a quien ahora podemos arriesgarnos a adjudicarle buen gusto, si juzgamos por el apartamentito que se compró cerca.

Es un ático dúplex, en el lujoso edificio The Whitman, con una balconada maravillosa desde donde puede admirar el Madison Square Garden. En la foto parece un apartamento chico, justo lo adecuado como para una madre soltera y sus dos hijos gemelos, Max y Emme, de poco más de seis años. Pero no es chico para nada, suma 3.000 metros cuadrados, a mil metros per cápita, sin contar con parrillero que parece no tiene.

El Whitman también es un edificio antiguo, de 90 años, los áticos son escasos y muy demandados, pero ella tenía un metejón y la posibilidad de sacarse el gusto: le costó 22 millones de dólares…

Guillermo Pérez Rossel

http://www.ambientechic.com/2011_05_01_archive.html#.VnFV_UrhCgA

http://historiadelosrascacielosdenuevayork.blogspot.com.uy/2012/10/1902-el-edificio-flatiron-la-plancha.html