«¡Güen Matín!»
Si al pasar por la mañana te saludan “¡güen matín!”, casi seguro que estás en Torla Ordesa… o muy cerca. Para cerciorarte, pregunta si es aquí donde se baila el “Repatán” y si te dicen que sí, buscá un bar bien folclórico para “charrar” en el aragonés de Sobrarbe.
Es posible que entiendas poco, pero la pasarás muy bien escuchando a gente muy agradable hablando un dialecto que está a punto de extinguirse. El año pasado fue escogido como “el mejor pueblo de Aragón”. Hasta 2014 no tenía “apellido”, se lo conocía solo como Torla, quizás como derivado de Torre… ya veremos por qué. Es una localidad y municipio español en el Sobrarbe, provincia de Huesca, Aragón. Se sitúa al norte de su provincia y al noroeste de su comarca, y fronterizo con Francia, aunque sin conexión por carretera con ella. Así nos lo explica la Wikipedia.
Y continuamos la cita: Es puerta de acceso al valle de Ordesa perteneciente al Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, así como al valle de Broto. Se encuentra a 100 km de Huesca capital, y el acceso por carretera solo puede realizarse por la N-260 desde Broto o desde Biescas a través del puerto de Cotefablo (1423 m). Además del núcleo de Torla, el municipio lo conforman también las poblaciones de Fragen, Linás de Broto y Viu de Linás.
Los Glaciares Pirenaicos: les dan 30 años de existencia, nada más.
El paisaje es sobrecogedor, como si hubiera sido tallado por un glaciar… y eso fue exactamente lo que ocurrió cuando por acá se desplazaban los Glaciares Pîrenaicos tallando montañas y creando valles. Todavía se mueven, pero no te demores en ir a verlos porque el cambio climático los está exterminando. El delicioso pueblito contiene parte del parque nacional de los Glaciares Pirenaicos, conformado por ocho macizos montañosos, últimos y más meridionales testimonios de la última era glaciar que experimentó el planeta. Solo estos pueblitos y estas cumbres justificarían que tengas la originalidad de hacer turismo en esta región aragonesa. No olvides traer Las Coplas de Jorge Manrique, porque en esas cumbres y con esos ecos quizás pudieras responder su inquietud: “Los infantes de Aragón, ¿qué se fizieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invinción como truxeron?”. Y si no obtenés respuesta no importa, habrás releído uno de los mejores pasajes literarios de la historia… con la salvedad del Ecclesiastés, de donde Manrique copió la idea y las figuras literarias.
A fuerza de defenderse heroicamente contra tantos y tantos ataques, un poco protegidos por la naturaleza y otro poco por su bravura, los Torlanos (sí señor, “torlanos”, me niego a lo de “torlaorlesanos”) lograron preservar sus curiosísimas costumbres no solo en el paso del tiempo, sino cuando el gobierno de Franco intentó prohibirles su carnaval, tan único en el mundo como el montevideano. En fin, que si te traje hasta aquí fue porque aunque lo practiqué pocas veces, me apasioné con el rafting, deporte común aquí gracias a los cauces torrentosos surtidos por lo que queda de los glaciares.
Tendrás que ir al río Ara, en los límites del Parque Nacional de Ordesa, entre los pueblos de Torla y Broto. Usan un tramo impresionante, atravesando un espectacular cañón frondoso y escarpado de fuerte pendiente lo que provoca emocionantes rápidos, dice la web de la empresa que te da el servicio. En cada embarcación descienden un máximo de 6 tripulantes acompañados por un guía y con cada grupo desciende otro guía más, manejando una piragüa de seguridad “safety-kayak”.
Esto no es para tilingos: es un desnivel de 125 metros en un recorrido de 5 o 6 kilómetros. De hecho te “despeñás” junto con el agua. Ni te gastes en llevar cámara fotográfica, la perderías en el primer bandazo… pero recomiendan llevar una memoria USB para que te pasen las fotos y films que otros toman mientras vos estás aterrorizado pero con ánimo para remar, como si sirviera de algo. Recordá que si caés al agua, tus pies deben estar adelante y no atrás; tu cabeza no está hecha para estrellarse en las rocas. Pero no te preocupes, te llevarás un susto pero volverás sano y salvo como todos los demás. Eso sí, tendrás 52 dólares menos, aunque bien gastados.
Las fotos y grabaciones te las cobran aparte, razonablemente, según lo que pretendas. Casi todo lo demás está incluido, como un picnic al final, el retorno a Torla, un seguro de accidentes, chaleco salvavida, casco, neopreno, etc. ¿Y el coraje? Eso sí lo tenés que poner vos.
Torla es una localidad oscense situada en el Pirineo Aragonés, en la comarca del Sobrarbe, que se asienta sobre el valle glaciar del río Ara. Es puerta de acceso al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y al Valle de Broto y parte de su municipio se encuentra dentro del Monumento natural de los Glaciares Pirenaicos. Es un pueblo típico del Pirineo, por lo que también podés hacer senderismo y montañismo. Se encuentra rodeada por cinco imponentes picos de más de 2.000 metros de altura, entre los que destaca el Mondarruego (2.848 m.).
¿Ya es mediodía? Entonces hagamos una pausa antes de continuar, no sea que nos perdamos las joyas de la gastgronomía del Pirineo Aragonés, un canto a la naturaleza, sin cosas raras, ni químicas ni estrambóticas, muchas veces con ingredientes recolectados entre las piedras, como los hongos, las trufas y los jabalíes que de ellos se alimentan. El primer restaurante recomendado de “Mágicos Pirineos” (ver abajo) es el restaurante El Duende, una apología de la piedra, por fuera y por dentro. Está ahí alimentando gente desde 1831 en el casco antiguo de Torla. La fuente citada dice que el restaurante consta de 2 plantas con una capacidad para 50 comensales. Todo esto además de su Bodega de vinos propia. Pero su decoración, entorno ni atención eclipsan a su gran variedad de carta y menú de la Cocina Altoaragonesa, marca Pirineos España. El precio de la carta de entrantes ronda los 20€. Mientras la de primeros unos 30€; la de ensaladas 12€, y finalmente la carta de pescados a unos 12€.
Tal parece que donde hoy vemos la hermosa iglesia románica, había una torre defensiva por 1076, cuando se la menciona en escritos. Porque Torla era una frontera a defender y le tocó hacerlo innumerables veces… con suerte diversa. De otra manera, la torre todavía estaría erguida. Dice la Wikipedia que a “comienzos del verano de 1319 sufrió un terrible saqueo por parte de los invasores galos lo que la llevó a mejorar notablemente sus fortificaciones, época en la que seguramente se levantaría los restos de la torre que conforman hoy la denominada «Cripta de San Jorge», entre las ruinas del castillo. Razzias, saqueos y enfrentamientos los hubo durante todo el siglo XV pero sería a raíz del segundo y más serio saqueo de la villa en 1512, cuando los torlenses pidieron ayuda para levantar el castillo y las defensas cuyos restos hoy podemos disfrutar paseando por sus medievales calles. Por cierto que mientras los franceses se retiraban de vuelta a la frontera, los de Torla se ganaron justa fama de bravos y posiblemente el título de villa.
Fue entonces que tendieron una emboscada en la denominada garganta de Correador o Escalar, donde dieron muerte a dos capitanes enemigos y capturaron sus banderas que fueron exhibidas por un tiempo en la iglesia del pueblo. Los cuerpos de dichos capitanes fueron recogidos y enterrados con todos los honores en San Salvador donde todavía hoy reposan. Las fortificaciones fueron levantadas a lo largo del siglo XVI, seguramente entre 1525-1550. Si bien Torla estuvo completamente amurallada, hoy sólo conserva parte de su castillo (Museo Etnológico), la torre de Casa Mesonero donde tuvo que estar la denominada Puerta de Francia y restos de torres y puertas en Casa Ballarín y Casa Ruba. Conservó hasta 1925 otra torre de grandes dimensiones en el denominado Barrio de Santa Lucía hoy ya perdido.
Un pueblito para beber en pequeños sorbos
De énclave fronterizo condenado a una guerra eterna, Torla pasa a próspera villa en el siglo XVII, gracias al comercio y al tránsito de rebaños. Y eso dotó a la urbanización de hermosas casas que hoy se exhiben a los turistas: Casa Viu, Casa Ruba, Casa Oliván, Casa Café, Casa Sastre, Casa Pintao, Casa Colosca, Casa Tapia. “Es en ese siglo de prosperidad cuando se amplia la iglesia de San Salvador, conocida hasta el siglo XV como de San Pedro, obra concluida hacia 1679 a la que se añadieron hermosos retablos, ornatos, órgano y sillería”, anotan en la Wikipedia para luego lamentar que todo eso se perdió durante el desastre de la Guerra Civil Española.
Nadie se explica cómo, con apenas 300 habitantes, Torla se las ingenia para mantener vigente y activa su riqueza folclórica y etnológica tan peculiar. Cada 12 de octubre los mozos casaderos de Torla-Ordesa, vestidos con los mantos tradicionales, ejecutan tres tipos de danza (cita textual):
- El Palotiau, bailado en procesión con la Virgen del Pilar, patrona de la Villa y que representa las luchas por el control de los pastos de alta montaña y las mugas. En la misma y «armados» con gruesos palos de boj, los mozos se golpean tratando de quebrar el palo del contrario, danza para la cual se necesita fuerza y tino.
- La Jota, en nada parecida a la popular jota aragonesa. Menos movida, representa las reuniones pastoriles nocturnas que se realizaban para proteger en común los rebaños de ladrones y bestias.
- El Repatán, sin duda el más popular y temido de todos. En él, nuestro Mayoral, es decir el más veterano de los danzantes, poner a prueba la resistencia de todos y cada uno de los pastores ejecutando una alocada danza que representa la recogida del ganado cada invierno (ni que decir tiene que el ganado lo representan los mismos y asombrados espectadores). Al final y tras un breve descanso en Casa Carneta, el Mayoral decide probar la fortaleza del Repatán (el más novato de los danzantes) con el fin de probar si merece o no llegar a ser pastor, para lo cual aligera el ritmo y enloquece al más breado y fortachón de los repatanes. Es el más esperado de todos los dances por su espectacularidad y evidente riesgo físico para danzantes…..y espectadores.
Me parece que por acá perdimos la capacidad de reírnos y disfrutar con estas cosas simples y lineales… preferimos cosas más alambicadas y torturadoras.
¡Mirá si el franquismo iba a permitir tanta francachela! Prohibieron el carnaval de Torla, pero los muchachos insistieron hasta reponerlo. Para ello, el último domingo de febrero, el Tenedor (cazador local) atrapa al Carnaval (especie de demonio grotesco y burlón) y para demostrar su valía y recibir las alabanzas del pueblo, el Tenedor lo pasea casa por casa ejecutando la Ronda, en la que se cantan jotas y se da buena cuenta del vino rancio, rosquillas, buñuelos y empanadas de membrillo tradicionales de estas fechas. Finalmente tiene lugar el inigualable juicio al Carnaval en el que un Juzgado formado por curas y monjes acusa al Carnaval de todos los males acaecidos en el pueblo a lo largo del año (desde un brazo roto hasta los malos noviazgos). El juicio se realiza en fabla y ante las acusaciones de los jueces, el Carnaval responde con contestaciones cargadas de gracia que provocan las risas e hilaridad de los espectadores. Finalmente condenado se mata al Carnaval……hasta el año que viene.
Guillermo Pérez Rossel
http://www.turismo-ordesa.com/
https://www.aguaynieve.com/rafting-huesca-y-pirineos/rio-ara-en-torla/
https://www.escapadarural.com/que-hacer/torla
https://es.wikipedia.org/wiki/Monumento_natural_de_los_Glaciares_Pirenaicos