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Tempête à Nice

Lo de nuestra rambla es un poroto. Las fotos del temporal me las mandó un querido amigo francés y se supone son del pasado fin de semana. 

Charles Smrodyni, que así se llama mi amigo con el cual me reecontré gracias a Facebook 40 años después (o más),  vivió pocos años entre nosotros, pero los suficientes para volver a Francia con esposa yorugua-francesa. Espero que las fotos no sean de él, pues si así fuera le tocó un  horrible fin de semana en una de las más hermosas ciudades del Mediterráneo. ¡Vénganse para acá que empezó el verano!

Tampoco yo sabía que en el formidable mar que acunó nuestras civilizaciones podían darse esas tormentas. Así uno valora más a Odiseo que seguro anduvo por allí pero se fue enseguida porque todavía no habían llegado las franchutas que toman sol con los senos al aire, principal atractivo de Niza para rioplatenses cholulos.  Porque, seamos francos (mirá que casualidad con los galos) pocos turistas de por acá le dedican tiempo a Niza, pues no quieren playa, sino  historia y tradiciones europeas.

Pues se equivocan, (nos equivocamos) porque Niza tiene todo eso además de un balneario con tanto glamour como Punta del Este.  Digamos esto de inmediato, porque no quiero que Charles crea que cometemos la pequeñez de pegarle a Niza  para adular a nuestros balnearios. No señor, los nuestros son buenos, pero los de ellos también, cada uno a su manera. Pero como nuestra arena, ni hablar.

La historia del lugar es remotísima y accidentada,  más que la del resto de Europa. Era justo el lugar donde debía nacer Giuseppe Garibaldi, un connotado estremecedor de la historia. Pasó de una mano a otra hasta terminar en jurisdicción francesa, con la humillación de que hasta los obligaron a afrancesar los apellidos que tenían tufillo italiano, como Bianchi que pasó a ser Le Blanc, según aseguran en la Wikipedia. También dicen que hay alguna cosita despectiva de los franceses comme il faut hacia los nicoises o nizzardos, a quienes llaman “Caga Blea”, (“caga acelgas”) en alusión a uno de los platos típicos que es la tortilla de acelga. Francamente, parece el insulto de un estreñido.

Acá que como a los nicoises (me gusta más este gentilicio y me importa un pito la denominación verdadera ¿tá?) también nos rodean dos nacionalidades gigantescas que ocasionalmente no nos tratan bien cuando algo les da celos. Me parece que a ellos les pasa lo mismo, porque la ciudad tiene 2000 años como París, por su fútbol glorioso, porque allí nació Garibaldi y porque era el balneario de todos los impresionistas que podían darse ese lujo. Era el caso  del grandioso Henri Matisse que fue uno de sus residentes más notorios, pero también de Pablo Picasso, Marc Chagall, el japonés Yoshio Aoyama. También disfrutaban allí tipos como Friedrich Nietzche o el premiko Nobel Jean Marie Le Clézio, entre tantos otros de antes y de ahora.

Vos dirás que Punta del este tiene a nuestro querido Carlos Páez Vilaró, pero no jorobes, el se reiría a carcajadas si hicieras semejante comparación. Sin embargo, Niza y Punta del Este tienen otras cosas que las unen, una de las cuales son los  apellidos de allá muy comunes entre nosotros, aunque no consta que los nuestros sean de ese origen. Más concreto es la presencia en Punta del Este del hijo de Jean Médecin, el legendario alcalde de Niza antes de la invasión nazi y luego de ella, pero no durante… Su hijo, Jacques Médecin gobernó Niza nada menos que entre 1966 y 1990. En ese último año, tras diversos escándalos, desapareció de Francia y fue encontrado en Punta del Este en 1993 donde lo detuvieron. Tras un procedimiento no muy extendido, fue extraditado por imposición de la justicia francesa en cumplimiento  de los tratados firmados entre ambos países. Según la última anotación en la Wikipedia, continuaba en la cárcel.

Se nos fue Médecin, pero la preciosa ciudad mediterránea a la que dedicaremos alguna otra nota, está y estará siempre presente en los menús de los buenos restaurantes, pues además de tener el segundo mayor aeropuerto de Francia y ser la perla de los balnearios del Mediterráneo, Niza goza de enorme prestigio por su cocina.

En lo personal, soy fanático de la ensalada Nicoise, el Ratatouille, la tortilla de acelga y la costumbre, que muchos uruguayos tenemos, de saborizar comidas con alguna deliciosa anchoíta.  También personalmente, adoro aunque pocas veces me doy ese gusto, de mandarme a bodega un “pan bagnat” que es un refuerzo de pan francés, con anchoas (faltaba más), verduras crudas , huevo cocido y aceitunas de Niza, que son las negras, grandes y descarozadas como las que se encuentran en Tienda Inglesa. Naturalmente, todo aderezado con aceite de oliva extra virgen.

¡Bon apetit! Un cariñoso recuerdo a Charles y su esposa; muchas gracias por las fotos.