Punta del Este
Juan Díaz de Solís fue el primer europeo que vio Punta del Este y la bautizó Cabo Santa María. Magallanes vino después pero no se animó a desembarcar por miedo a que los charrúas se lo almorzaran; tocó tierra en Isla de Lobos y lo único que consiguió para reaprovisionarse fueron unos patos que caminan muy erguidos; un deplorable menú de pingüinos.
Hoy los europeos pululan por Punta del Este atraídos por fotos como la de arriba, habituales en toda folletería oficial y privada. Están escapando al invierno del hemisferio norte y tienen que reservar alojamiento con anticipación, pese a la construcción incesante de hoteles y residencias.
Algunos de ellos y muchos americanos y norteamericanos, ya son propietarios como lo son muchísimos argentinos y uruguayos. Hasta japoneses y jeques árabes se ven cada verano agitando sus billeteras en la Calle 20, el Rodeo Drive de Maldonado. Aparte de sus características tan especiales, Punta del Este se distingue del resto de los balnearios del mundo porque aquí la gente viene a veranear 15, 30 o 60 días, cuando en otros lados a la semana están armando las valijas.
Los uruguayos que no son propietarios, o bien alquilan o deciden pasar a cuerpo de rey en algún hotel de esos que ofrecen paquetes por varios o por muchos días, con la garantía de que nadie tendrá que hacer las camas, lavar los platos y todo lo demás. Y además darse el gusto de una piscina al aire libre o climatizada, cable TV, WiFi, desayuno pronto en el exacto momento y sin contribución inmobiliaria o gastos comunes, cuentas de luz, etc. También en esto hay opciones para todos los niveles.
«Coba» pegó en Flickr esta formidable foto de La Mano, donde comienza la Brava
Las playas. Tampoco otro balneario del mundo puede ofrecer la variedad de playas que tiene la península, groseramente divididas en Mansa y Brava, según se encuentren en el Río de la Plata o en el Océano Atlántico. Mansa, verdaderamente mansa como para dormirse una siestita mientras los nenes juegan en el agua, es Solanas. Portezuelo también es mansa, pero hay que tener en cuenta la intensa movida juvenil. Si sopla mucho viento, algunas de esas familias escogen las preciosas playas de la Laguna del Sauce, agua dulce pero nadie se ahoga allí y no hay «aguas vivas».
¿Cómo querés que Punta del Este tenga tanta fama si cuelgan en internet fotos como ésta?
Los uruguayos se distinguen de los argentinos por el mate en la playa, aunque muchos porteños están aprendiendo a llevar el termo bajo el brazo. Quizás es la única diferencia (aparte del diario La Nación junto a la reposera), pero hay uruguayos que se concentran en el refugio patriótico de la Parada 31. A los visitantes ocasionales de otras latitudes, alojados en hoteles, se los ve de las paradas 14 a la 1 de la Brava y la Mansa.
A los que les gusta el nudismo se los ve (espiando despiadadamente) en Chihuaua, a los locos del Surf en la Playa de los Ingleses en plena península (y aún en invierno), a los exóticos los encontramos en las playas de Isla Gorriti, a los del parapente en Las Grutas, a los requetefamosos en José Ignacio, a los fanáticos de la soledad en el extremo este u oeste del balneario, a los del «snorkel» en Las Grutas, La Ballena o Isla Gorriti, donde con suerte, pueden encontrar algún recuerdo de la fragata Agammenon, que supo capitanear el Almirante Nelson. Si alguien tiene un capricho más demencial, seguramente también encontrará una playa para darle rienda suelta.
O, indignado de tanta oferta (o de tanto jet set), se irá para Rocha … o para Canelones o Colonia, que también tiene sus adeptos. ¡Las playas uruguayas son un fenómeno! ¡Y todas con arena blanca, nada de arena volcánica ni cantos rodados!
¿Casapueblo es una escultura o la residencia de Carlos Páez? Ambas cosas seguramente y gracias a eso figura en todas las referencias turísticas del balneario
Movida todo el año. Nadie hubiera dicho que los hoteles cinco estrellas iban a cambiar al invierno puntaesteño. Los hoteles Conrad y Mantra, así como los teatros de Punta y de Maldonado, el tambo Lapataia y el restaurante Medio y Medio, se matan por traer espectáculos. ¡Y qué espectáculos!
¡Si hasta una princesa tiene Punta del Este! Letitia D’Arenberg, Carlitos Páez Vilaró, Valeria Mazza, Susana Giménez, Mirtha Legrand y muchas otras celebridades, incluyendo al hermano de Julio Iglesias y muchos otros de todo el mundo, transforman a Punta del Este en una superproducción cinematográfica, delirio de la revista «Hola!» y ensueño de cholulos.
También en esto hay para todos los gustos. Del otro lado del Arboretum, al norte de José Ignacio, en las serranías de San Carlos y hasta en el remoto Aiguá, hay gente que sería perseguida por los «paparazzi» si no fuera porque en Uruguay esa persecución se considera deleznable. Y tampoco saben dónde encontrarlos porque nadie lo revela. Hay rumores, como que Julie Andrews cría ovejas en la zona. Y si muchos saben dónde tiene su casa Shakira, a pocos se le ocurre andar fastidiando por ahí.
No te olvides del ensueño que es Piriápolis, diría con justicia la Intendencia de Maldonado
Lugarcitos. Lo bueno que tiene la iniciativa privada es que apenas aflora una expectativa, algún buen emprendedor le da satisfacción. No hablamos de tenis, golf, rugby, equitación y toda la parafernalia deportiva. Hablamos mas bien de gente que disfruta con un excelente te de la tarde, por ejemplo en ese hotelito boutique en Las Cumbres, o del otro lado de la Laguna del Sauce donde también lo sirven con pastelería artesanal. O los que prefieren una cabalgata en los alrededores de la Laguna del Sauce o en la propia playa (en baja temporada), o los que desafían las dunas en una 4×4 desde José Ignacio hasta el lejano Este.
¿Querés ver un criadero de ñandúes, otro de yacarés (¡los llaman caimanes!), otro de langostinos de agua dulce, cazar jabalíes en Aiguá, comer como los dioses (los dioses que sacaron el 5 de Oro) o darle de punta a unas pizzas baratitas? Todo es posible.
De noche, te llevás al hombro un buzo de lana (protocolar y funcional en Punta, por la virazón, ese viento frío del mar al ocultarse el sol) y si sos joven o te gusta el arte te vas a La Barra. De lo contrario a Gorlero, o a los alrededores del puerto donde, si no encontrás un restaurante de tu agrado, sos un insoportable. Las fiestas y los bailes no arrancan hasta ¡las dos de la madrugada! Así que cerca de medianoche verás rutilantes jovencitos vestidas y vestidos para matar, pero todavía no van al baile, van al «aguante» que así se le llama a deambular para encontrar su barra de amigos, comerse unas «medialunas calentitas» y esperar que todos los veteranos estén durmiendo para empezar el baile. ¡Qué cosa!
La Calle 20 de Punta del Este, la Rodeo Drive uruguaya, terror del dinero plástico
La Calle 20 no le disputa a Gorlero el tránsito de peatones, pero sí el deslumbrante fulgor de las vidrieras. Las grandes marcas están aquí concentradas. Es como ir a Roma, París, Londres o Nueva York, pero todo junto y en pocas cuadras … con una elegancia europea que la destaca de su similar en California, Rodeo Drive. Otro diferencial de Punta, para los que tienen mucha plata, como muchos de los veraneantes puntaesteños.
Es que antes había giras para mirar las casas monumentales, pero hoy eso es imposible. Residencias asquerosamente caras, de cinco millones de dólares para arriba hay a montones. Y también barrios «country» donde cada lote vale un millón de dólares o más. Pero, ¡ojo! También te podés conseguir un apartamentito en la península por 40.000 dólares, comprar baratos bizcochos calentitos en un autoservicio, ensillar el mate y caminarte dos cuadras o menos hasta una playita tranqui en la península. ¡No te digo que Punta del Este da para todos!
Elaborado con fuentes propias y externas: www.wikipedia.org, www.flickr.com, www.youtube.com , www.viajeros.com , www.ciao.com, TripAdvisor.com, Intendencia de Maldonado