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Okavango, el río que desafía a la Biblia

O si querés, el río de los elefantes, o el de los leones que nadan para huir  de los búfalos.

Es un río insólito en muchos aspectos, pero lo que de él deslumbra, es su delta, por así llamar a la maraña de lagos y canales que crea al sumergirse en el desierto del Kalahari. O, dicho de otra manera, que a pesar de su sabiduría, Salomón se mandó un macanazo cuando en el Eclesiastés aseguró que “los ríos todos van a la mar”.  También indujo al mismo error a su plagiario  Jorge Manrique, quien usó la misma figura literaria sin citar fuente, ¡qué vergüenza! Porque el Okavango no desemboca en un mar, ni en un lago… se diluye al sol.

En disculpa de ambos debería decirse que  no podían conocer este singular fenómeno africano que ni siquiera merecería la nomenclatura de “abanico aluvial”, que se emplea para describir el lugar en que un río torrentoso se abre en abanico, hace una pausa en meandros y pantanos, para luego continuar hacia algún lago o mar, otro río o el océano, que es lo que buscan los ríos juiciosos en su loca carrera. Ese es el caso de nuestro arroyo de Toledo, que se estrella contra los bañados de Carrasco y se escurre a veces maloliente, por el arroyo Carrasco hasta la playa del mismo nombre. Este no, éste se estrella contra un desierto y desaparece en evaporación o, mejor aún, bebido por vegetales y animales.

Su aporte genera un torrente de vida con características particulares. ¿Dónde se vio que los leones huyan de los búfalos en lugar de comérselos? Esto es algo que debés tener en cuenta si te tomás la excursión que te propone Rhino Africa Safaris (http://www.rhinoafrica.com/es/botsuana/delta-del-okavango?gclid=CI6o9-6K_8ACFZJr7Aod_CkANA) y cometés la imprudencia de separarte de tu guía, circunstancia en la cual ves a tu derecha un grupo de leones temibles y a la izquierda unos búfalos pastando. Seguro que salís corriendo para el lado de los búfalos y la quedás, pues estos búfalos agarran un miura en una plaza de toros española y lo hacen tiritas en un momento.

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Si pensás que estoy exagerando, no te equivocás. Le quería dar un poco de salsa al relato. Los búfalos ganan, es cierto, pero sólo  cuando son adultos robustos y atacan en manada. Pero si son muy jóvenes o muy viejos, son los leones los que comen ese día.   No son búfalos cualquiera, son búfalos negros (Syncerus caffer) que pueden ser domesticados, pero que en estado salvaje le meten miedo al resto de los bichos. Aparece un enemigo y salen todos en patota, que para eso sí vale ser cornudo. Los hay en increíble abundancia en el delta del Okavango, donde por su culpa están desapareciendo los leones, pues aunque saben el riesgo que corren, el hambre es mala consejera.

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Elefantes cruzando el Okavango, pero en Zimbawe

Ahora, los elefantes. Dice Paco Nadal que es más fácil cruzarte con un elefante que con un botswano, porque el país alberga a la mayor concentración de elefantes africanos: unos 110.000 si descontamos alguno que mató el abdicado Rey de España. Los antimonárquicos se hicieron una fiesta con el desliz que le costó una fractura de cadera a don Juan Carlos. Lo que hizo será reprobable… pero no fue ilegal, pues debido a que la población de elefantes crece al 5% anual, está permitida su caza controlada. Además, habrá sido todo lo reprobable que quieras… pero no dejes de recordar su rol fundamental en la democratización de España.

Si nos prometés que no vas a cometer infidelidades conyugales monárquicas, nos animamos a preguntarle a Paco Nadal cómo hacer para pegarle unos tiros a los elefantes en partidas de caza que te costarían 37.000 euros. En fin, ya se sabe que si un elefante molesta a mucha gente, dos elefantes molestan mucho más, pero ¿qué querés que te diga? me sigue pareciendo atroz que maten por deporte a ese bicho tan inteligente y capaz de devolver afectos.

Ahora, ¿quién es Paco Nadal? Este Nadal no juega al tenis, él se describe como un «turista que hace periodismo». Estudió Ciencias Químicas, pero vive viajando, sacando fotos, filmando y escribiendo para El País de Madrid y para la Cadena Ser. Tendrías que darle un vistazo a http://blogs.elpais.com/paco-nadal, para descubrir lo bien que escribe y lo observador que es.

Advierte que en los parques del río Okavango en Botswana hay 60.000 elefantes y andan en grupos de  unos 50, deambulando pacíficamente, sin dar motivo a que nadie los corra a balazos. Paco no usó la compañía en la que yo me basé; el viajó con Kananga y le costó 2.500 euros con pasaje aéreo desde Madrid. Y, claro que no, no mató ningún elefante ni ningún otro animal o ave. Él es de los nuestros.

Si lo que te gusta es esa idea de un Africa salvaje, el lugar es éste. Podés encontrar además de elefantes, búfalos y leones, al resto de lo que denominan “Los siete magníficos”, lista que los incluye junto con el  leopardo, el rinoceronte, el guepardo y el licaón (perro salvaje). Lo cual es una lista injusta, como todas las listas, si tenés en cuenta que no figuran ni la jirafa, ni el guepardo,  ni el hipopótamo, ni las hienas… ni las variedades de monos, ni tantos otros.

El formidable concierto que escucharás de noche, se lo deberás agradecer a las aves, que también abundan. Las agencias de viaje insisten en las listas y te aseguran que acá encontrarás a las “Big Five”, las cinco aves que pasan por ser las más espectaculares de África. Comencemos por el Águila Marcial que cuando despliega las alas cubre dos metros y medio de superficie, arboladura que le resulta suficiente para elevarse con una cabra para el desayuno. Pone un solo huevo por año, así que ¡cuidadito con andar depredándola!

No menos espectaculares que ella son la avutarda Kori que suele pesar 19 kilos; la cigüeña senegalesa es más liviana pero lleva el récord de arboladura (2m70); el Búho Pescador que se alimenta entre otros de cocodrilos pequeños y que es el barítono de los conciertos nocturnos; y el Cálao Terrícola, que es como un pavo, pero enorme (1m 20 de alto) y carnívoro, te lo advierto.

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Descrito como “el río que nunca encuentra el mar», el río Okavango, al noroeste de Botsuana, desaparece en un laberinto de lagunas, canales e islas que ocupan una superficie de más de 15 000 kilómetros cuadrados. El delta del Okavango es todo un espectáculo, tanto en la época de inundaciones como el resto del año. Lleno de vida salvaje y con más de 400 especies de pájaros, un viaje al delta de Botsuana es una experiencia irrepetible, dice el publicista de Rhinoviajes.

¿Qué te propone ésta y otras agencias? Podés contratar una estadía en campamentos y lodges que harían avergonzar a aquella comodísima instalación que disfrutaron Clark Gable y Grace Kelly en Mogambo, bajo la celosa mirada (¡qué mirada!) de Ava Gardner. Pero también te proponen sufrir un poco y en lugar de viajar en Land Rover y barco, remar junto con el guía en un “mokoro”, que es una piragua tallada en un solo tronco. Naturalmente también podés recorrerlo en helicóptero o en avión, lo que será espectacular, pero muy poco aventurero.

Aseguran que verás a los elefantes pastando a unos metros de tu cama y que el insecticida que usan también espanta a los cocodrilos. Rhinoviajes te sugiere consultarlos directamente antes de viajar, pues las condiciones del delta del Okavango pueden cambiar mes a mes y hasta semana a semana, según las lluvias o su escasez. Lo mejor para no exagerar, son cuatro días, aseguran, a pesar de que son 13.000 metros cuadrados de reserva salvaje, la mitad de los cuales está inundado cuando llueve en las sierras de Angola y las aguas bajan hacia este delta.

Guillermo Pérez Rossel

http://es.wikipedia.org/wiki/Okavango

http://es.wikipedia.org/wiki/Delta_del_Okavango

http://viajaraafrica.blogspot.com/2012/06/viajar-al-sur-de-africa-los.html