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Ignorado tesoro en un sepulcro

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Los argentinos lo ignoran, porque si lo supieran sería todo un tema y un lugar de peregrinación… a menos que haya pasado como con los faraones.

Pretensiones de faraón tenía la familia Roverano, dueños de grandes edificios y de las principales confiterías porteñas históricas de Buenos Aires. No se les pasó por la cabeza construir ninguna pirámide, pero se habían propuesto que en la otra vida, sus muertos tendrían tantos lujos como en ésta. Y por esa razón, los rodearon de oro macizo. Y de arte, de muy buen arte.

El oro, la estatuaria y todo lo de gran valor que en 1929 se describe con detalle, ¿continúa allí u ocurrió como con las tumbas de los faraones? Esa es la pregunta que se formula nuestro corresponsal Alberto Moroy, pues una nota como ésta no podría haber sido ocurrencia de nadie más.

Por Alberto Moroy

“Costó más de un millón de pesos y su interior es un conjunto maravilloso de arte y de buen gusto poco común”. Asi lo declaro el peronista Ernesto de la Fuente en 1929 cuando lo visito. De esta historia en Buenos Aires ¡no saben nada!, no hay una noticia que lo comente, tampoco on line donde lo difícil se encuentra. El tiempo la borro y posiblemente los amigos de lo ajeno tambien «borraron» su interior, porque al parecer no tenia herederos. De no ser asi, esta historia hubiese trascendido. Solo basta calcular cuánta plata sería un millón de pesos argentinos del año 1924/1928: algo asi como U$S 500.000 de la epoca que equivalían a 300 Ford A.
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Los Roverano eran gente de buen pasar en 1860. Posiblemente fue generada por su padre Francisco, comerciante. Era el dueño de la Confitería del León, ubicada en la actual Bartolomé Mitre, entre Esmeralda y Suipacha. Luego se mudaron a la esquina de Suipacha y Rivadavia, enfrente de la recientemente creada Compañía del Gas. En 1882 la famosa «Confitería del Gas» en Rivadavia y Esmeralda, también de su propiedad, se convierte en el Primer local iluminado con lámparas eléctricas.

En 1876 Ángel y Pascual Roverano construyeron un edificio y galería comercial en la avenida de Mayo, junto al Cabildo, que aún se conoce como el Pasaje Roverano, donde antiguamente se encontraba la confitería de Monguillot.
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Confitería del gas / pasaje Roverano

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Fue el primer pasaje de la ciudad de Buenos Aires que unió dos calles y el único edificio privado de la ciudad que cuenta con acceso directo al subte Está en la planta baja de un edificio de siete pisos al 500 de dicha calle y conecta la Av. de Mayo con Hipólito Irigoyen.

En una fecha cercana a 1880 los Roverano deciden construir un panteón familiar en el cementerio de la Recoleta (Ciudad de Buenos Aires). La tumba de la familia Roverano se distingue por una estatua que simboliza al inmigrante llegado a estas tierras con voluntad de labrarse un porvenir. El casco del navío lleva la inscripción “Ayúdate”. La bóveda la mandaron a hacer en Génova y vino desarmada. Un señor con ropa de campesino, con camisa y pañuelo al cuello represeta la inmigración.
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En 1907, once años luego de la apertura del Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires , el coleccionista Ángel Roverano escribía al primer director del museo, Eduardo Schiaffino, poniendo a disposición sus obras para que éste y Ernesto de la Cárcova eligiesen las más adecuadas para incorporarlas a los patrimonios del Museo y la Academia Nacional de Bellas Artes.

Mudanza al cementerio de Chacarita

Por algún raro designio o porque ya no quedaba espacio en el cementerio de la Recoleta, donde apellidos ilustres ocupaban casi todo, los Roverano se mudan al popular cementerio de la Chacarita. No obstante deciden hacer un panteón digno de reyes, no tanto por el tamaño sino por lo que habia dentro. Aparentemente nadie investigó ni inventarió lo que había dentro, si es que algo quedaba, cuando por decreto fue incorporado a la lista de monumentos nacionales.

14 de septiembre del 2006

La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sanciona con fuerza de Ley
Artículo 1°.- Declárense Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires conforme a lo dispuesto en la Ley N° 1.227, art. 4°, inc. c) a:
a) Del Cementerio de la Chacarita: el mausoleo de Pascual y Ángel Roverano, ubicado en Sección 9, Manzana 4, entre calles 30 y 33. SMTS: 9-4-9-36 A 40 y 16 A 20,

Asi lo vio Caras y caretas en 1929

Penetrar en él es rememorar algunas de las muchas leyendas (que nos llegan de tarde en tarde, sobre hallazgos maravillosos que se realizan en Egipto, Siria y otras regiones del mundo, donde todo parece estar rodeado de una especie de misterio evocador. Despues de de entrar en la necrópolis popular, hemos resuelto inquirir a un viejo sepulturero, que hallamos en nuestro camino.

- ¿Donde (donde el sepulcro de los Roverano?
-Aqui cerquita, señor…, tome esa diagonal que sale para la derecha y antes de caminar una cuadra pregunte a cualquiera, que le indicará el
sitio donde se encuentra.
-¿Y es posible entrar en él?
-Según, señor…. Como hay allí adentro tantísimo o r o… ¡tanto oro!

El viejo levanta entonces los hombros como quien dice; «Allá ustedes», y se retira, mirándonos con cierta prevención. Siguiendo las indicaciones, hemos llegado poco después al sepulcro de la familia Roverano. A primera vista se nos presenta una plataforma de granito de unos cuarenta centímetros de alto por diez y seis metros de superficie, en el fondo de la cual destaca un magnífico altorrelieve en mármol.

Toda la parte superior de éste se halla semi-cubierta por hiedra y enredaderas, y en la inferior, dos escalas de granito permiten subir hasta esa especie de altar que allí se ha instalado. Sobre esta escalinata se yergue una figura de bronce que representa el dolor y a sus costados yacen trozos de columnas, piedras rolas y otros efectos que cumplen el propósito de dar al conjunto el aspecto de viejas ruinas.
Y el .sepulcro fabuloso ¿dónde está? ~ preguntamos a nuestro acompañante.

- Hay que descender, nos dice, un momento de paciencia y ya verán ustedes todo lo que encierra

La gestión que debemos hacer para que se nos permita la entrada es paciente. Aquello está completamente reservado para los familiares íntimos. Pero finalmente logramos el propósito. En uno de los costados del altar se halla una puerta de hierro macizo. Una vuelta de llave, y la puerta gira sobre sus goznes.

Inmediatamente nos es dado contemplar parte de aquel conjunto de arte y riqueza. Una escalera de mármol conduce hasta el subsuelo, y desde la entrada las paredes están recubiertas de mosaicos diminutos y maravillosos. En un noventa por ciento son de oro macizo y el diez por ciento restante está formado por otros mosaicos del mismo tamaño pero de colores diversos. Estos están destinados a permitir la formación de las figuras que realcen la decoración, para evitar la uniformidad del dorado y asi dar una bella impresión del conjunto.

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Descendemos. Hay allí seis sarcófagos de mármol veteado, dos en el frente y dos a cada uno de los costados. Allí reposan los restos de los padres de don Ángel Roverano, los de sus tres hermanos y los suyos. Observamos aquel conjunto de arte costosísimo. Realmente, toda la tumba en su interior, cúpula, paredes, frisos, etc., se encuentra recubierta por esos pequeños cuadrados del áureo metal, en estado purísimo y con un espesor de casi un tercio de milímetro.

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Sobre la pared y al costado de cada cadáver, un medallón de cobre bruñido conserva la efigie de quien alli descansa En el centro de la amplia bóveda subterránea, sostenida por columnas de mármol y cuyo piso es del mismo material, se destaca la figura en bronce de una mujer desnuda y arrodillada, que simboliza la desesperación. Aquello es sencillamente magnífico. Es la realización de un sueño por obra del buen gusto y del dinero que allí se ha invertido en cantidades enormes.

Asi salio en un diario de USA

http://bklyn.newspapers.com/image/83149985

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