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Els quatre gats

Imaginate que entrás a una taberna y adentro están Pablo Picasso, Torres García, Miguel Utrillo y muchos más. Claro, ya no es posible, todos fallecieron y hasta la taberna cerró sus puertas; pero las reabrió en algo que quizá no es absolutamente idéntico… pero tiene su espíritu.

Estamos hablando de Barcelona,  esa ciudad tan entroncada con nuestra manera de ser y de pensar.  Don Joaquín y nada menos que Rafael Barradas, bebieron directamente de  esa fuente inspiradora y también dejaron su huella por allí. Si vas a esta taberna, te gustará llevarte el menú como recuerdo: es un diseño de un joven Pablo Picasso que pagaba sus consumiciones con cosas como esa.

Pero comencemos por el principio, como corresponde. Y esto nos ubica junto a un personaje que parece inventado: Pere Romeu, un artista que no se hizo famoso por eso, amigo de Miquel Utrillo (no confundir con Maurice), que era otro de esos tipos que acuñó al Modernismo Catalán. Montaron espectáculos de sombras en Estados Unidos, en París y finalmente en Barcelona; no siempre con éxito, problema que acompañó hasta a los artistas más encumbrados de esa y todas las épocas. De manera que también funcionó como camarero del cabaret Le Chat Noir de París, una taberna para artistas bohemios. Así lo encontramos en 1897 en Barcelona, con la providencial coincidencia de que su amigo Miquel Utrillo había hecho fortuna suficiente como para solventar el proyecto de un Chat Noir a la medida de esa ciudad. Se les unieron  otros dos artistas de fama: Ramón Casas y Santiago Rusiñol.

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¿Qué cómo aparece Picasso en esta historia?  Picasso tenía 15 años cuando se empezó a entreverar con los mejores artistas de su tiempo y apenas había cumplido 17 y poco más cuando intentó imponer su particular manera de ver las cosas  con una colección de cuatro cuadros que representaban las corridas de toros. Aclaremos lo de “exposición”, pues no eran otra cosa que una colgada con clavos en las paredes entre las mesas. Hizo dos de estas «exposiciones» y  ambas fueron un fracaso, a nadie la llamó la atención ni siquiera “El bebedor de Absenta”, cuadro que no hace mucho fue vendido por Christie en 42 millones de euros. Así de ingrato y por momentos inexplicable, es el mundo de la pintura.

El bebedor de Absenta. Uno de los cuadros de las primeras exposiciones de Picasso realizadas en Els Quatre Gats. La absenta era un destilado de ajenjo, anís y ruda, una barbaridad alucinógena y  prohibida, que le gustaba a Pablo. Sobre la absenta decía Oscar Wilde: Tras el primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fueran. Después del segundo, uno ve cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal como son y eso es lo más horrible que puede ocurrir”. Una más sobre la absenta: de esa bebida estaba hasta las patas Van Gogh cuando se cortó la oreja. A la derecha, el trabajo de un Picasso casi adolescente, todavía tapa del menú.

Pero su pasaje por Els Quatre Gats no pasó desapercibido. Pere Romeu, el tabernero pintor y Ramón Casas, tenían claro el valor de Picasso; así que cuando decidieron imprimir un menú, le encargaron al joven un dibujo como el que se ve, acompañado en la otra cara por una representación de Pere Romeu realizada por Ramón Casas.

En cuanto a Joaquín Torres García, se había instalado en Barcelona para estudiar en la Academia de Bellas Artes y en la Academia Baixas. Ingresó al Círculo Artístico de Saint Lluc y solventaba sus gastos dando clases de pintura, realizando ilustraciones para revistas y carteles al estilo francés. Naturalmente, era parroquiano asiduo de Els Quatre Gats y allí conoció a cantidad de artistas, junto a los cuales fueron diseñando el perfil de una nueva cultura. ¿Y en los ratos libres? En los ratos libres, no hacía las pavadas que hacemos el resto de los mortales, no señor, Joaquín Torres García pasaba sus horas ayudando a Gaudí con los vitrales de la Sagrada Familia y de la Catedral de Palma de Mallorca.

En 1908, cuando la taberna ya había cerrado sus puertas, pintó frescos en varias iglesias y en la Cámara del Consejo  de Barcelona. Lamentablemente, se expresa en la información consultada, a estos frescos los recubrieron con otras pinturas, o los destruyeron. Y no te rasgues las vestiduras, porque en su país natal a algunas de sus obras no les fue mejor en absoluto. Busqué, pero no pude encontrar de su autoría, ninguna pintura o dibujo donde apareciera la taberna catalana.

Ahora hablemos del local, que es una maravilla en sí mismo. Lo diseñó en 1895 con inspiración gótica Josep Puig Cadafalch, pero le encajó ornamentos de tradición catalana como la cerámica y el hierro forjado, transformándolo poco menos que en un escenario de esas imaginerías cinematográficas relacionadas con magos y con hadas. Solo el genio de Puig hizo que esa mezcolanza resultara tan grata a la vista y a la arquitectura académica. La restauración realizada en 1991 no le restó nada de esplendor.

Los ciclistas, la obra que Ramón Casas pintó para decorar el establecimiento, representándose a sí mismo y a Pere Romeu en un tándem tan de moda en la época.

Ese fue el lugar escogido por Pere Romeu para abrir su taberna exactamente el 12 de junio de 1897. Como había aprendido en Monmartre, el café debía tener música en vivo, y para eso contrataba entre otros, a Isaac Albéniz o Enrique Granados, ¡se puede creer!. ¿Una más? Cierta vez contrataron a Rubén Darío para que se mandara unos recitados.  Porque la literatura era otro de los motores de Els Quatre Gats, tanto que en 1899 por diez céntimos de las antiguas pesetas, podías comprar la revista Quatre Gats, otra producción de Pere Romeu luego de un certamen que se realizó en “el hostal”, puesto que así denominaba el hombre a su boliche. Llegaron a salir quince números, pero todos fueron memorables y hoy se lucen en colecciones.

Romeu sería un buen pintor, un gran trotamundos y un excelente organizador… pero era un pésimo capitalista, aunque la culpa no fue solo suya; el momento histórico no ayudó para nada en una España y en una Europa donde se estaban gestando sordamente dos guerras mundiales. El boliche quebró, Romeu se dedicó también con poca suerte al automovilismo deportivo recién inaugurado y en 1908  el pobre aventurero contrajo tuberculosis, de la que casi nadie se recuperaba en aquél entonces.

Vino la Guerra Civil Española, luego le tocó a España el bajón de Franco y recién en 1980 un grupo de restauradores se hizo cargo de recuperar el local tal como estuvo en su época de gloria. Los entendidos dicen que lo lograron ampliamente; los gourmets aseguran que la comida de antes era mejor… pero no hay como comparar.

Ahora, ¿de dónde viene el nombre? Justamente de la respuesta original que le dio Miquel Utrillo a Pere Romeu cuando le propuso financiar la idea. Cuatro gatos, cuatro gatos locos, hubiéramos dicho nosotros, refiriéndonos a la cantidad de parroquianos que podían esperarse. Nunca fueron cuatro gatos locos, siempre fue una alegre multitud… que con el tiempo, las crisis, las guerras y todo lo demás, quería consumir… pero no podía pagar.

Dice TripAdvisor que Els Quatre Gats actualmente está especializado en cocina de mercado e internacional y ha conservado la solera del local. El recinto tiene dos espacios diferenciados. El primero, nada más entrar, presidido por la decoración de carteles, es la zona de la cafetería bar, donde se encontraba la antigua taberna. Seguidamente, hallamos el inmenso comedor interior, que en origen era la sala de espectáculos y exposiciones, con un altillo (o «galería alta»)  con mesitas para dos personas.

El servicio es ágil, amable y muy cordial en un local que casi siempre cuelga el cartel de completo. En cuanto a los precios, el menú diario, siempre muy original oscila entre 12 y 20 euros y hay distintas delicatesen que no deben perderse. Todo un regalo para el paladar.

Una «pedaleada modernista» celebrada no hace mucho con extraordinario respeto por los detalles. ¿De dónde iba a partir si no era de Els Quatre Gats?

Els Quatre Gats se ubica en en calle Montsió, número 3. Muy cerca de la avenida del Portal del Ángel, la arteria comercial por excelencia de Barcelona. Aunque no tengas apetito (también se puede pedir un café) no habrás hecho el viaje inútilmente. Hay otros atractivos turísticdos próximos, como el yacimiento arqueológico de la necrópolis romana de la plaza Villa de Madrid, gestionado por el Museo de Historia de la Ciudad, la catedral de Barcelona y el conjunto monumental de la plaza del Rey. A la espalda de la catedral, concretamente en la calle Paraíso, núm. 10, en el inmueble que acoge la suyo del Centro Excursionista de Cataluña, también se puede visitar los restos del antiguo templo romano de Barcelona, del cual se conservan in situ 4 columnas y el basamento.

Guillermo Pérez Rossel

http://4gats.com/  (web oficial, con tour virtual)

http://milcamins.blogspot.com/2014/07/calle-montsio-els-quatre-gats.html

http://webs.ono.com/joanromeutorres/los4gats.htm