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Parque Lage, rincón olvidado

Claro, de tanto Corcovado, Ipanema e mulheres na Praia, te perdés los rinconcitos que guarda Río de Janeiro para la gente que sabe viajar.

Ojo que no digo que en Río hagas lo de siempre, pues se puede ir y hacer lo mismo una y otra vez sin aburrirse nunca, pero ¿a que te habrías perdido este rinconcito?

Aclaremos de entrada que aunque es un jardín con todas las letras, si te gusta mucho la botánica, este lugar no sustituye al increíble Jardín Botánico de Río de Janeiro. Esto vendría a ser como un hermano menor de esa colección fabulosa… pero con un charme muy especial e insustituible.

Da la impresión de que un gran amante de la naturaleza como Tom Jobim anduvo por ahí, pues una estatua recuerda el momento en que se supone plantó un árbol junto con su hijo Joao Francisco y un pintor los retrató. Dio la casualidad (mirá que licencia hipotética me tomo) de que también un escultor estaba mirando y ahí nomás esculpió, no al cantor que quizás hubiera sido una irreverencia, sino al artista retratando el momento. En todo caso la estatua, cuyo valor es apenas testimonial está allí para que los de siempre, se sienten al lado y se saquen la tonta foto.

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=OnvPoIVf_Ro

Volvamos entonces al Parque Lague, sin perjuicio de que volveremos con Tom Jobim Entonces estás en Río, deslumbrado y desconcertado, necesitado de recuperar tu paz interior. Este parque es la solución a la medida y desde ya te voy confesando que, aunque tenía noticias, para este artículo me nutro no solo de la sabihonda Wikipedia, sino muy especialmente del blog http://ciudadmaravillosa.wordpress.com/2012/10/07/el-parque-lage / cuya lectura recomiendo por éste y otros destinos en Brasil.

Engarzado entre palmeras imperiales, un bello palacio contrasta adecuadamente con los jardines que por momento dejan penetrar la idea de selva amazónica poblada de su fauna autóctona. El palacio de línea romana es la sede de la Escuela de Artes Visuales, de manera que también tendrás una estupenda colección de pintura moderna para cuando te canses de deambular por los senderos. De inmediato, se impone un refrigerio en el Café du Lage, alrededor de la fuente casi piscina que ornamenta el centro de la construcción, de manera semejante a nuestro Museo Blanes.

También es buen momento para reecontrarse con amigos y parientes en Uruguay, pues allí se dispone de WiFi gratuito. También podrías hacer un picnic, pero eso ya es otra cosa. Pues son 52 hectáreas adjuntas al enorme Parque Nacional da Tijuca, con una vista impresionante de lo que suele ser la postal de Río. Hay cavernas artificiales, acuarios incrustados en la roca, lagos, islas y arroyitos, así como juegos para niños, para el caso en que hayas torturado al tuyo arrastrándolo por los lugares de culto en Río.

Si sos muy audaz, desde aquí podés emprender el trillo hasta el Cristo Redentor, al que llegás –si podés- luego de trepar los 710 metros del Corcovado. Son dos horas, dicen los atléticos expertos.  Pero si te quedás explorando por acá, verás pequeños monos Sagüí, de la familia de los tití, tan traviesos como ellos. Si te miran fijo, no es porque les hayas caído simpático, sino porque están estudiando qué cosa pueden robarte. También hay monos capuchinos, mapaches, iguanas y coatíes, tan sueltos o más sueltos que vos.

El parque queda en el barrio Jardín Botánico y la amable web que citamos, indica que se accede desde los portones en la rua Jardim Botánico no 414. Funciona todos los días de 8 a 18, con entrada gratis. Desde Copacabana se llega tomando el metro rumbo a Zona Norte, bajando en Botafogo para hacer la conexión con el Metro de Superficie rumbo a Gávea. Bajar en la parada Hospital da Lagoa, después de María Angélica, completa esa web. No hay autobús y en taxi son unos cinco kilómetros. En la web también te indica cómo llegar desde Ipanema y desde Leblón, donde sí se puede ir en autobús.

Para la cena

En esta serie referida al mundial, nos proponemos mostrar también algún lugar para cenar o ver espectáculos, o cualquier otra cosa que parezca muy interesante. En este caso y ya que se menciona a Tom Jobim, nos tropezamos con un artículo de Eduardo Galeano, publicado en Página 12 hace bastante tiempo (http://www.pagina12.com.ar/1998/98-10/98-10-19/contrata.htm).

En ese artículo, el uruguayo relata que estaba en el restaurante Plataforma, refugio de Tom Jobim y sus amistades, cuando apareció el cantante acompañado de Zé Fernando, con quien tomaba unas cervezas. Cuando alguien de la habitual barra de amigos se acercaba al dúo, Tom Jobim se disculpaba diciendo que estaban tratando un tema “muy importante”. Pero lo que llamó la atención a Galeano, fue que el centro de la conversación era el silencio más absoluto, a veces más elocuente que un discurso. Al fin de la tarde, sin hablar y sin compartir la mesa con nadie, ambos se retiraron al tranquito.

Es una de esas deliciosas instantáneas de Galeano, que en este caso tiene otro motivo de reflexión. Nadie discute que el restaurante Plataforma haya sido un reducto de Tom Jobim; tanto es así que algunos lo llaman el “Bar do Tom”, pero en la actualidad es una coqueta pero ruidosa “churrascaría y casa de shows”, repleta de turistas de todas las latitudes, y difícil de imaginar como un lugar predilecto de Jobim. Claro que puede haber dos restaurantes con ese nombre, y que también el tiempo pudo haber cambiado a un local sintomáticamente ubicado en el barrio habitual del músico. En todo caso, todos dicen que se come muy bien y que los shows son lo que un extranjero quiere ver en Río, así que no será una noche malgastada.

Y si no lo creés, andá mirando.

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=P4yyGSXSfjE

Por si te quedó mal gusto, acá va un video en el que cantan Tom Jobim y Frank Sinatra y si me decís que no te gustó, te mato.

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http://www.youtube.com/watch?v=XP64PDhcs4Y

¿Y lo de “tonto de capirote”?

Bueno, por acá tenés la imagen que te muestra de qué manera se hacían los “escraches” en la Edad Media cuando los indicaba la Santa Inquisición, Dios Libre y Guarde. El “capirote” era el gorro de cucurucho que llegaron a usar los maestros anteriores a Varela en nuestro querido y tolerante país, para señalar a los burros que no habían estudiado, o que pobres desgraciados, no podían entender. De ahí lo de “tonto”.

Pero lo de la Santa Inquisición era más grave, pues el pobre desgraciado al que le asignaban algún pecado menor (de lo contrario te lo quemaban, mutilaban o freían) lo obligaban a recorrer la ciudad con ese capirote y en algunos casos también con un “Sanbenito”, que era un saco de lana de forma especial. Todo era para que los valientes que hasta el momento se habían salvado de la Inquisición, se divirtieran riéndose de ellos, tirándoles cosas para lastimarlos y tras proezas. Ustedes juzgarán quienes eran los tontos.

 

Guillermo Pérez Rossel