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Sentinel, la isla prohibida

El acceso está prohibido de todas las maneras posibles: lo prohíbe el gobierno de la India, que se supone tiene jurisdicción, lo prohíben los nativos, lo prohíben los ecologistas, los sociólogos, las autoridades sanitarias… ¿qué queda?. Bué, esos también lo prohíben.

Te subís a Google Maps, apuntás a North Sentinel Island y el prodigioso buscador te lleva a una isla pequeña, rodeada de aterradores arrecifes. Sorprendentemente, las fotos satelitales son de alta definición y te juro que estuve mirando largamente: no se ven señales de cabañas, ni de gente, ni de nada.  Solo un bosque cerrado, con árboles gigantescos que esconden debajo quién sabe que tesoros de fauna y flora. No se ven asentamientos, pero dicen que  está poblada desde hace 50.000 años.

¿A qué se debe tanta prohibición? Si en lugar de ser uruguayos fuéramos ilusos, nos tragaríamos los poéticos discursos según los cuales, no se permite ir a la isla únicamente para asegurar la intimidad que desean los entre 50 y 400 habitantes. Bien sabemos que si allí hubiera petróleo o cualquier otra cosa comerciable, la independencia de los nativos duraría lo que un lirio.

Pero tendrías que ir muy acompañado y muy armado, porque los indígenas resisten con violencia; no son amigables para nada.  Si le preguntás a los racistas que califican de “negritos” a los habitantes, te dirán que continúan en el paleolítico y que patatín y patatán. Si le preguntás a otro que renguea desde el otro extremo, te recordará con toda justicia que todo ese archipiélago de 572 islas no tuvo otra utilidad práctica para la Inglaterra  imperial, que servir de cárcel para descontentos que obligaban a trabajar en la tala de árboles.

Es posible que concretamente Sentinel no haya sido un centro de reclusión, pero los chimentos deben haber llegado y los sentineleses, a falta de cohetes tierra-aire, desde tiempos inmemoriales reciben a los visitantes con una lluvia de flechas y de lo que se presume son insultos, ya sea que se arrimen en barco o en helicóptero. Ahora, ¿qué se sabe de esta gente además de que son negros y de baja estatura? Pues se sabe lo que no se sabe: se desconoce la filiación étnica, el lenguaje, la religión y todo lo demás. Pero por ahí tenés una foto de un grupo de idígenas de islas vecinas y podés hacerte una idea de cómo podrían ser  y porqué no quieren que vengan a mirarles a sus mujeres.

En todo caso, puede que sean los más sabios entre los seres humanos, capaces de vivir en absoluta armonía con la mezquina naturaleza que les tocó en suerte. Pero si son sabios, no lo saben porque no tienen con qué comparar. Por ejemplo, no saben que existen  las corporaciones inmisericordes,  pero tampoco saben que existen los antibióticos.

Si los invasores son muchos y bien pertrechados, los indígenas se internan en su islas y de ahí no los saca nadie. Si son pocos, como ocurrió con unos pobres pescadores que se aproximaron mucho a la orilla,  los matan en un santiamén. Lo mismo pasó con tres fugitivos de un centro penitenciario: dos de ellos murieron en los arrecifes y el tercero fue asesinado en la playa. En 1981 y debido a una tormenta, el buque mercante Primrose encalló en los arrecifes y aunque la tripulación quería desembarcar, el capitán lo prohibió.

El buque abandonado en la costa y la lancha cangrejera cuyos dos tripulantes no advirtieron que se habían acercado mucho a la orilla. Otras dos bajas de la civilización contaminante contra la barbarie naturista.

Poco después, unos 50 nativos armados con arcos, flechas y lanzas, intentó abordar el buque aunque se demoraron lo suficiente como para que llegaran fuerzas militares al rescate de la gente refugiada en el barco, que quedó allí como una señal que los indígenas seguramente interpretarán como un monumento a su valor y a su independencia.

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Acá los tenés, en infraganti invasión, haciendo lo que no se debe hacer. Como por ejemplo, llevarles la gripe o peor todavía, las promesas electorales.

Hay mejores razones que las expuestas para que los expertos bien intencionados procuren por todos los medios evitar los contactos de nuestra civilización con este grupo testigo de la más antigua historia de la humanidad. La primera de todas es la vieja causa de las enfermedades que germinaron en las superpobladas urbes supuestamente civilizadas y que en su momento terminaron con la vida de decenas de millones de indígenas americanos desprovistos de defensas biológicas.

Sentinel del Norte es una de las 572 islas que componen la cadena de Andamán en la Bahía de Bengala, en el Océano Índico.

Cuando ocurrió el tsunami del 26 de diciembre de 2004, la gente de buena voluntad se preocupó por los habitantes de la isla y enviaron un helicóptero con equipo médico para brindar asistencia… pero fue tal la andanada de pedradas con que los recibieron que remontaron vuelo nuevamente, convencidos de que habían sobrevivido con éxito.

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¿Cómo lo lograron en una isla que apenas sobresale de la superficie del océano? Ni lo preguntes.

Antes de eso se hicieron numerosos intentos, algunos patéticos, por conquistar la benevolencia de los nativos. Por ejemplo, en 1975, el rey de Bélgica Leopoldo III, obligado a abdicar por su colaboración con la Alemania nazi, antropólogo dixit, fue invitado a una incursión nocturna supuestamente fuera del alcance de las flechas, pero a la luz de las fogatas, el rey y su séquito vieron a un gerrero senegales estirando su arco peligrosamente en dirección al exiliado ex monarca. No dio en el blanco, pero Leopoldo III fugó encantado con su aventura antropológica.

Más seria parecía la expedición que el año anterior había emprendido un equipo internacional de antropólogos (todos diplomaditos), acompañados por un fotógrafo de la National Geographic. La lancha poderosamente motorizada se abrió paso entre los arrecifes y los expertos hicieron gestos amistosos, recibiendo como respuesta una lluvia de flechas. Entonces, enviaron efectivos policiales protegidos con chalecos anti-bala, ante los cuales los indígenas retrocedieron, porque serán salvajes, pero no son nabos. Los policías no iban a atacar, sino a dejar regalos: un autito de plástico,  algunos cocos, un cerdo vivo atado, una muñeca y papel de aluminio. En resumen dice el documentado blog http://foro.culturismodigital.com/viewthread.php?tid=23195, hicieron todo lo que un antropólogo jamás debería hacer.

Es seguro que los indígenas no leyeron la Ilíada, pero procedieron más sabiamente que los troyanos con el famoso caballo de Odiseo: en lugar de comerse el cerdo que podía estar envenenado, en lugar de comportarse como idiotas con el autito y la muñeca, enterraron todo en la arena y dieron el episodio por terminado.

El archipiélago de Andamán se encuentra en la bahía de Bengala, al Este de la India. En la actualidad, de los 314.000 habitantes del archipiélago más del 99% son descendientes de colonos indios, y apenas unos 1.000 pertenecen a las etnias aborígenes andamanesas que originalmente poblaban las islas. Estas nunca fueron demasiado numerosas (probablemente nunca superaron la cifra de 10.000 individuos en su conjunto) y en los s.XIX y XX fueron literalmente ahogadas por la avalancha numérica de colonos del continente.

Pero en el caso de North Sentinel y de muchas otras pequeñas islas, se supone que la colonización vino de Africa, pero no se sabe de dónde exactamente ni cuándo ocurrió eso, aunque se da por seguro que fue hace decenas de miles de años.

La isla tiene unos 72 km2 de superficie y unos 8 km de diámetro. No tiene ningún puerto natural y no se distingue ninguna población, siquiera rudimentaria.  Los japoneses ocuparon el archipiélago durante la Segunda Guerra Mundial, pero es improbable que ellos hayan logrado violar la sagrada segregación de los sentineleses.

A fuerza de regalos sistemáticos, en una isla donde los recursos naturales son muy escasos, ahora es el turismo de aventura el que acosa el derecho a la soledad de esta gente. Pasan todas las semanas con lanchas cerca de la costa, les tiran cocos y los saludan. Se sabe que desafiando las normas estrictas, han logrado desembarcar en más de una oportunidad… y volver a embarcar sin problemas. Jugar con la muerte es otro atractivo turístico y no necesita infraestructura.

Guillermo Pérez Rossel

http://www.thelivingmoon.com

http://es.wikipedia.org/wiki/Islas_Andam%C3%A1n

http://amokeko.blogspot.com/2014/01/sentinel-del-norte-la-isla-prohibida.html