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No deberíamos tener palmeras

En Uruguay no debería haber palmeras; no las hay en ningún otro país por debajo de nuestra latitud debido al rigor de los inviernos. Pero ahí están, como para demostrar que a veces la naturaleza hace excepciones u otorga privilegios.

En la foto, los reverenciables  palmares de castillos, junto con el ganado que la está exterminando al devorar sus brotes tiernos. Pero reaparecen (éstas y otras) en las ciudades para brindar amparo nocturno a señoritas de polleras cortas, para ornamentar nuestra rambla o un hermoso sector de la Ruta 1, desde Nueva Helvecia hasta Colonia.

Hay tantas y aparecen en tantas postales que es posible que sea por eso que, pese a toda la información disponible en internet, todavía cada invierno llegan al aeropuerto turistas vestidos como para un clima tropical, engañados por las fotos que muestran paisajes con palmeras y hasta una plaza céntrica con 33 robustos y cimbreantes ejemplares. ¿Treinta y tres dijo que eran? Y bueno, es un homenaje a los Treinta y Tres Orientales y, de rebote, también a la masonería que anduvo entreverada con nuestra independencia.

Lo que no saben esos turistas es que nuestra emblemática Butiá Capitata, la más estelar de nuestras palmeras, aguanta temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, o al menos eso es lo que se asegura en http://articulos.infojardin.com/boletin/2-palmeras/25-palmeras.htm. ¿Qué otra palmera tiene ese aguante?

El inolvidable Jorge Chebataroff, citado por Carlos Antonio Brusa, decía que nuestras palmeras no podían ser explicadas sobre la base de las condiciones ecológicas reinantes en la actualidad, por lo que se debería recurrir a una historia botánica de la región que por ahora no existe para justificar su existencia. En algún momento en Uruguay y en el sur de Brasil, cuando los hielos avanzaban y retrocedían en las sucesivas glaciarizaciones,  algunas palmeras experimentaron una mutación que les permitió sobrevivir en medio de heladas invernales. Eran palmeras “artiguistas”, si nos es permitido politizarlas, pues solo se desarrollaron en la parte norte del Protectorado de los Pueblos Libres y en Paraguay, que fue el país que acogió al héroe ya derrotado y traicionado, pero iniciando su camino a la mejor historia como un singular  estadista y pensador en una zona del mundo donde todavía había quienes andaban buscando un rey para que los gobernara.

No nos la vamos a dar de entendidos, solo quisimos recopilar un poco de información para que podamos pavonearnos de un paisaje recontracriollo. Y de paso, sugerirles que olviden ahora mismo aquella vieja leyenda de que los charrúas emigraban de sureste a noreste dejando un reguero de coquitos que le pusieron una franja de palmeras a nuestro territorio como si fuera la camiseta de Danubio con la diagonal enfilando para el lado contrario. En primer lugar, no existe tal franja… aunque hay algunos vestigios. En segundo lugar, las palmeras de ambos extremos del camino serán parecidas, pero son de especies diferentes. La del norte es la Yatay y la del este es la Butiá.

Lo curioso, y lo señalan los expertos, es que la diseminación y distribución de estos palmares no se puede explicar únicamente con condicionantes ecológicas. “Sin duda existió un traslado por parte de los seres humanos y animales que utilizaban a las palmeras en su dieta, pero el mismo se realizó a partir de palmeras cuya área natural de ocurrencia en la tierra ya era ésta”, asegura Brusa. Hay que reconocer que en el estrecho corredor entre la cordillera y el océano Pacífico, también sobrevivieron a las hecatombes climáticas algunas palmeras que soportan los inviernos de esta latitud, pero en territorio chileno. No son como las nuestras, que sepamos, nadie las mete en una botella junto con caña brasileña, ni forman palmares tan cerrados como los que se ven por acá.

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Es una pena que en Uruguay hayamos sido tan poco avispados que no hicimos un parque como en Argentina, donde los perezosos todavía disfrutan de las palmeras yatay.

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Tampoco da para avergonzarnos, porque hay cosas bien hechas y hay otras donde la naturaleza es tan exhuberante que conforma un imponente parque apoyando la voluntad del hombre o a pesar de ella.

Vamos a reproducir un excelente artículo del ya citado Carlos Antonio Brusa, publicado en el Suplemento Jardines de El País en noviembre de 1998 y preservado en su web por  el Grupo Guayubirá, plausiblemente empeñado en la protección del monte indígena (http://www.guayubira.org.uy/palmares/uruguay_y_sus_palmeras.html).

En Uruguay se encuentran distintas especies de palmeras, ya sea conformando comunidades llamadas palmares o relativamente aisladas asociadas a otros géneros vegetales. Los palmares son comunidades vegetales constituidas por un estrato arbóreo en los que se encuentra una sola especie de palma, y un estrato herbáceo, la pradera natural. En dichas comunidades, la densidad de palmas se encuentra entre 50 y 500 especímenes por hectárea. En Uruguay se distinguen dos comunidades principales de características muy particulares, encontrándose estas en el noroeste y este del país.

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Palmares del noroeste, pero en Entre Ríos, donde crearon un hermoso parque.

Palmares del noroeste

Este tipo de palmar, se desarrolla de forma irregular en grupos aislados, encontrándose en suelos arenosos y profundos del noroeste del Uruguay. Ocupa un área aproximada de 2500 ha, y se continúa hacia la provincia de Entre Ríos en Argentina, donde su extensión es mucho mayor. La especie que conforma esta comunidad es la: Palma Yatay.Imagen de previsualización de YouTube

Palmares del este

Se pueden encontrar en los departamentos de RochaCerro LargoTreinta y Tres y Maldonado. Se agrupan en dos grandes regiones: “los palmares de Castillos” y “los palmares de San Luis”. Se desarrollan en suelos pesados e inundables, cubriendo 68 000 ha que se continúa hasta los estados de Río Grande del Sur y Santa Catarina (Brasil). Debido al pastoreo, estos palmares están en riesgo de extinción, pues están compuestas solamente por individuos adultos, sin estadios intermedios de desarrollo. La especie que conforma esta comunidad es la Palma butiá.
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Buenas referencias a la palmera pindó.

No asociadas a palmares

Existen otras palmeras que no se desarrollan en comunidades como los palmares, encontrándose más bien aisladas y asociadas a otras especies vegetales. Tal es el caso de: Caranday (brasiliensis), Caranday (campestris), Palma Pindó y Palma Yatay Enana.

Géneros y especies

La actual flora conocida uruguaya registra la aparición de palmeras pertenecientes a tres géneros Butia, Trithrinax y Arecastrum (para algunos botánicos debería utilizarse Syagrus). El número de especies es de seis, una de las cuales prácticamente ya no existe en nuestro territorio, y como ya dijéramos, un híbrido natural.

1. Syagrus

Posee una sola especie entre nosotros, Arecastrum romanzoffinanum (=Syagrus romanzoffiana) conocida vulgarmente como Palma Pindó, o en menor medida Palma Chirivá, Cocotero Plumoso, etc.

Sin duda se trata de una de las palmeras de más amplio cultivo en todo el mundo. En nuestro país se localiza asociada siempre al monte nativo, ya sea en quebradas, galerías fluviales o serranías.

Prefiere los suelos de textura franca, profundos, con buen drenaje, ligeramente ácidos, aunque se adapta a suelos variados. Es común verla suelos superficiales como los de Quebrada de los Cuervos. Precisamente allí junto con las del Parque San Miguel, es donde se hallan las más densas poblaciones de esta especie que conocemos.

2. Butia

Este género está representado en el país por tres especies bien definidas. A comienzos de la década del ’70, fueron pasadas por el botánico norteamericano Glassman al género Syagrus. Posteriormente, el mismo autor las reintegra a su anterior género, o sea Butia, como se les debe llamar en la actualidad.

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Butia capitata.
Se la denomina como «Palma Butiá». Su área natural de ocurrencia ocupa grandes planicies de Rocha, donde se la identifica claramente por la formación de palmares. También suele hallársela en estado natural en los departamentos de Maldonado, Treinta y Tres y Cerro Largo, en suelos desde pedregosos hasta arenosos, en albardones costeros lacustres. Puede estar asociada al monte natural. Es una de las palmeras más adaptadas a la costa marina.

Butia yatay.
Conocida como «Palma Yatay», crece en la zona oeste de nuestro territorio, al norte del Río Negro. Se la asocia a suelos de textura liviana, con buen drenaje.

Existen importantes palmares en las zonas de Guaviyú, Quebracho, Guichón. Muchas veces se la encuentra asociada al monte natural.

Butia paraguayensis. «Palma Yatay Enana».
En el Uruguay se localiza sólo en Rivera, principalmente en las cumbres de los cerros chatos y alrededores. Requiere el mismo tipo de suelos que la anterior, con la que está muy emparentada botánicamente. Su altura máxima rara vez supera los dos metros.
A diferencia de las anteriores, es muy difícil obtener frutos maduros de esta especie pese a su abundante floración, probablemente debido a que forman parte de la dieta de algunos animales, estando a una altura de fácil acceso.

3. Tritrhinax

Las palmas de este género son conocidas como «Caranday». La flora uruguaya reporta dos especies, siendo por otra parte, las únicas nativas de hojas flabeliformes.

Trithrinax campestris.
Crece en las planicies del Río Uruguay, asociada a los algarrobales, en suelos alcalinos, fundamentalmente en los blanqueales. Posee grandes espinas en el tronco y en los extremos de las lacinias de las hojas. Es de escasa altura y normalmente crece en grupos con rebrotes a partir de rizomas.

Trithrinax brasiliensis.
A propósito de esta especie Atilio Lombardo mencionaba en Flora Arbórea y Arborescente del Uruguay «Al parecer vive solamente en el departamento de Treinta y Tres. Se eleva a poca altura.» No estando bien representada en herbarios, su existencia se consideró dudosa hasta que fuera reportada por el Botánico Eduardo Marchesi quien la localizó, en estado natural en la zona de Kiyú. De acuerdo con información del referido investigador, actualmente ya no existirían en el lugar.

4. Butyagrus

Se trata de un híbrido natural entre las palmas Butiá y Pindó. Su actual denominación científica sería Butyagrus nabonandii, habiendo sido citado por primera vez por Barbosa Rodrigues quien lo había denominado Cocos romanzoffiano-pulposa.

En el país se lo encuentra, como ya lo dijéramos, en las áreas comunes de ocurrencia de las dos especies progenitoras.

Es relativamente frecuente de ver además en espacios verdes públicos y aún privados. Existen interesantes ejemplares en el Jardín Botánico, Facultad de Agronomía y en el Prado en las proximidades de Agraciada y Castro.
Las poblaciones naturales de palmeras.

Por diferentes causas, fundamentalmente antrópicas (acción del hombre) las comunidades nativas de palmeras se hallan en retroceso. En muchos casos altamente fragmentadas, al igual que otros ecosistemas forestales naturales del Uruguay y de la región.

En los puestitos carreteros de las proximidades de Castillos los vecinos esforzados ofrecen desde butiás recién cosechados, a licores, miel de butiá, hongos y quesitos caseros que son irrepetibles.

No se sabe ciertamente cual era el estado anterior en las zonas de palmares, nuestra opinión -dicen los expertos- es que en dicha área debió ocurrir un tipo de formación vegetal en la que las palmeras coexistían con otros vegetales leñosos a modo de monte o matorral.

La mayor fortaleza de las palmeras, quienes pueden resistir aún fuegos intensos tal como se pudo observar luego del incendio en el Parque Santa Teresa, les permitió mantenerse luego de destruido el resto del matorral o monte ya sea para destinar las tierras a cultivo o ganadería.

Contalas si querés, pero son 33. En cuanto a la otra fantasmagórica imagen, es el resultado de un capricho fotográfico: son las palmeras de la rambla vistas desde la playa. Una preciosura que encontramos en Wikimedia Commons, con la autoría de «Xunqueirax«.

Las palmas Butiá se hallan en áreas tremendamente pastoreadas, no existiendo sucesión de edades que aseguren la supervivencia del palmar natural, excepto en lugares inaccesibles para el ganado. Su parienta cercana, la palma Yatay, parece poseer mayor posibilidad de permanencia, a juzgar por la regeneración que se observa en algunas zonas de ocurrencia.

La palma Pindó por estar generalmente dentro del monte nativo, prospera en mayor medida que las anteriores. Pese a ello, al igual que las otras dos cuenta con el peligro de la extracción furtiva para uso en espacios enjardinados. Esta actividad se halla prohibida, existiendo una ley muy clara al respecto.

Hasta acá el artículo del referido suplemento Jardines de El País, hubiera sido tan infructífero como altanero, tratar de producir algo mejor, ¿no les parece?

Guillermo Perez Rossel

Para hacer mermelada de butiá: http://intheoven-mpdl.blogspot.com/2013/02/mermelada-de-butia.html

http://www.guayubira.org.uy/palmares/uruguay_y_sus_palmeras.html

 

http://butiaceros.blogspot.com

http://patrimonioenextincion.blogspot.com

http://palmasenresistencia.blogspot.com/2008/09/butia-yatay.html

http://articulos.infojardin.com/palmeras/palmeras_directorio.htm

http://articulos.infojardin.com/boletin/2-palmeras/25-palmeras.htm