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La loca moda rioplatense de los peinetones

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Una cosa era la peineta que usaban las mujeres en España y muy otra el armatoste de más de un metro que las rioplatenses se ponían en la cabeza. Esa fue una moda local que comenzó con Juan Manuel de Rosas y terminó junto con él.

Por el camino la moda enriqueció a Manuel Masculino, un peninsular industrioso que en su taller fabricaba cien docenas de peinetas y peines por día. Era una moda capaz de diferenciar a las porteñas y montevideanas adineradas y presuntuosas hasta el extremo de la caricatura.

Por Alberto Moroy

César Hipólito Bacle fue un litógrafo suizo que trabajó en Buenos Aires los últimos diez años de su vida, publicando numerosas obras y periódicos ilustrados. En 1834 publicó una serie de litografías con el título de “Extravagancias de 1834” referidas a la moda de los peinetones en Buenos Aires. En la portada vemos una cuyo título es “Peinetones de paseo”. Lo notable es que esta moda que duro al menos 7 años y no era importada, nació en el Rio de la Plata.

“Estos peinetones, que arruinan a los ricos, despiden a los pobres y engordan a los gringos”.

En su edición del 5 de diciembre de 1830 la Gaceta mercantil daba cuenta de unos “arrebata peinetas”. En su edición del 28 de enero de 1831. La Gaceta Mercantil publicaba estas líneas: “estos peinetones, que arruinan a los ricos, despiden a los pobres y engordan a los gringos”. Pero El Iris, en su edición del 20 de junio de 1833, se preocupaba por los crecientes hurtos de peinetones y denunciaba el de “una peineta calada de última moda de siete octavas, que hace algunos días desapareció de la calle de las Piedras.

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Peinetones en casa/ En el baile

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Peinetones en la calle

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Retrato de Lucía Carranza de Rodríguez Orey (1831) / Óleo de García del Molino Agustina Rosas

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Tertulia en lo de Paula en la Casa Natal de Sarmiento / Rosario Suarez de Martínez 1831

Antecedentes en España

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Peinetas de carey (caparazón tortuga) para mantilla

 

La peineta y la mantilla

Los primeros usos de la mantilla, se dieron entre el pueblo. No eran utilizadas por las altas clases sociales o aristocracia. Eran utilizadas, más a modo de manto de abrigo que como prenda ornamental, sin hacer uso de la peineta. A principios del siglo XVII, comienza una evolución de la mantilla dejando paso a una pieza más ornamental en el vestuario femenino, al sustituir, poco a poco, el paño por los encajes. Poco a poco, se extiende  el uso de esta prenda como ornamento, aunque habría que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para que la mantilla empiece a ser utilizadas por las clases más altas.

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Duquesa de Alba retratada por Francisco de Goya en 1795./ Desconocida

 

PEINETAS ACETATO (Hoy)

Mantillas y peinetas en un taller de artesanía en Hinojos

 

Imagen de previsualización de YouTube

 

La majas en España

Las majas formaron parte de una protesta social que surge en torno a 1740. Su principal objetivo fue ir en contra de las tendencias francesas que se habían introducido desde Francia en el reinado de Felipe V. La imagen transgresora de las majas será el resultado del momento en el que viven. Las majas quieren crear un traje nacional que represente a la sociedad española. Su presencia genera una gran transformación en el comportamiento femenino. Pero además y sobre todo, en las relaciones humanas entre los hombres y mujeres de la época. Las majas crean un estilo puramente madrileño y se convierten en las protagonistas de la vida de la ciudad. Se localizan en distintos barrios como Lavapiés, Maravillas, Embajadores o el Rastro. Pueden ser consideradas la primera tribu urbana de la época ya que introducen ropas que suponen novedades para la sociedad de la época pero más concretamente para las mujeres, como la mantilla española.

Testimonios

El científico Alcid d´Orbigny, que recorrió nuestros país desde 1826, apuntó que “siempre hará que se distinga a una porteña del resto de las mujeres del mundo, un adorno especial, un adorno a que tienen como a la vida, o casi me atrevo a decir más que a ella: es una inmensa peineta que parece un abanico convexo, más o menos precioso, y más o menos adornado, según rango y bienes de quien la lleva”.

¡Hasta un metro y diez centímetros de ancho!

El viajero francés Arséne Isabelle, que estuvo en el Río de la Plata desde 1830, habló del encanto de las criollas de “bustos magníficos y gestos voluptuosos, que llevan todo el edificio de cabello sobre la cabeza, y tiene que ser así, para sostener las peinetas y peinetones que llegaron a medir en 1832 hasta un metro y diez centímetros de ancho.

Comienza la historia en Buenos Aires

Masculino  se había casado con María Jesús Escudero, con quien formó un prestigioso hogar. Santiago Calzadilla lo recuerda como “un lindo mozo”. Su magnífica casa de la calle Venezuela 730 (hoy a 9 cuadras de Puerto Madero)

Manuel Mateo Masculino López, nace en 1797 (España). Recibió una esmerada educación e ingresó a la milicia en el Real Cuerpo de Guardias de Corps en Madrid, y en el arsenal de Cádiz. Con astas de buey aprendió a construir tragaluces para los navíos. Pidió la baja y el 16 de abril de 1823 viajó a Buenos aires. En el diario porteño el “Argos de Buenos Aires”  del 16 de Abril de 1823  publicó un aviso que en resumen dice: Ha llegado a esta ciudad para permanecer en ella, Manuel Masculino; fabricante de peines de marfil y peinetas de carey de varios gustos. Ofrece Masculino las máquinas de su invención para fabricación en serie de peines… y el anuncio concluye… su taller tiene 10 operarios que trabajando, diariamente producen 100 docenas de peinetas y peines de todas clases.

Los primeros hijos nacen en Montevideo

Por algún motivo sus dos primeros hijos nacen en Montevideo,  Maria Masculino y Encarnación en1830 y 1831 por lo que podemos diferir que al menos paso un par de años o más en Montevideo.

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Acuarela de C Pellegrini que muestra una tertulia en la casa de la familia Escalada. En primer plano, una pareja baila el minué con la proverbial elegancia de la época

 

Hasta entonces las porteñas, según apuntó el inglés Alexander Gillespie, “no usaban sombrero y el largo cabello negro lo recogían con un rodete, que aseguraban con una peineta sumamente adornada, en el centro de la cabeza”. La nueva moda impuesta por Masculino fueron esos peinetones que eran verdaderas obras de arte, realizadas por artesanos expertos en el calado, cincelado e incrustaciones; los fabricaba con carey y, más tarde, también con astas de vacuno. Coincidiendo con el gobierno de Juan Manuel de Rosas, muchos llevaban la efigie del Restaurador, como el que ilustra esta nota o la leyenda «Federación o muerte». Las peinetas de carey eran extremadamente caras, pero Mateo  impuso sus famosos peinetones de más de 60 centímetros en su ancho mayor, aunque alguno llegó a duplicar esa medida, muchas veces de asta de buey que tan bien había aprendido a trabajar,

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“Federación o muerte” (Imagen de Rosas)

Testimonios porteños

A poco de llegar compra una manzana de terreno en las actuales calles de Venezuela 730  entre Chacabuco y Piedras, por la suma de 24 onzas de oro (hoy a 9 cuadras de Puerto Madero). El terreno estaba ocupado en su mayor parte por una laguna en la que se cazaban patos salvajes. La casa que hizo construir (calle Venezuela era de las llamadas “de  patio” con varias habitaciones rodeando un patio interno, con hermosos muebles que hizo traer de España Estableció un local de venta de peinetas en la calle Universidad N° 2 esquina de la plaza y calle Victoria.

En el diario porteño el “Argos de Buenos Aires”  del 16 de Abril de 1823

Ha llegado a esta ciudad para permanecer en ella, Manuel Masculino; fabricante de peines de marfil y peinetas de carey de varios gustos. Ofrece Masculino las máquinas de su invención para fabricación en serie de peines… y el anuncio concluye… su taller tiene 10 operarios que trabajando diariamente producen 100 docenas de peinetas y peines de todas clases”

Pronto la industria de Masculino tomó impulso la fábrica contó al poco tiempo con un plantel de 106 operarios de todas las edades que también incluía mujeres. Masculino además de la dirección del negocio, proyectaba la forma de los peinetones, dibujando sus caprichosos arabescos. Estos dibujos pasaban a los talleres o a la aprobación de los clientes.

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En la  fábrica se procesaban tres clases distintas de carey que se importaban de diferentes lugares, siendo el de la India el más codiciado, por sus vetas. También utilizaba marfiles, nácares, perlas, caracoles marinos, que producían además de los  peines y peinetas lujosos camafeos,  anillos, pulseras, prendedores, bastones, cabos de cuchillos, etc.

En la época de Rosas, Masculino (que con su industria se había vuelto un hombre muy adinerado), compró una propiedad en Barracas frente a la Iglesia de Santa Lucía, donde pasaba sus fines de semana y donde ideaba nuevos modelos de los peinetones,  en forma de campana, media luna, corona, canasta de vueltas, con rulos, etc. creando una serie de peinetones gigantes con  retratos del “ilustre restaurador de las leyes”  y con temas referentes a la “Santa Federación” .

Las dimensiones de la peineta que originalmente eran de 30 cm. en forma cuadrada, fueron creciendo año tras año, hasta llegar en 1834 a sus máximas medidas de metro a metro y medio. Cuando la moda llegó a su apogeo, muchos se dedicaron a criticarla tachándola de incómoda y antiestética.

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Colección Peineton en el Museo Histórico Cornelio Saavedra,

Su decadencia 1836

El gigantesco  peinetón no duró mucho tiempo, comenzó a decaer en 1836 aunque la moda pervivió hasta la caída de Rosas, de la mano (de la cabeza diría yo) de su esposa Encarnación Ezcurra el adorno quedó siempre ligado a la facción rosista del federalismo. La moda de la peineta duró varios años más pero su tamaño se redujo  como era tradicionalmente,  British Packet relata en un diario porteño escrito en inglés: “Las nuevas y elegantes peinetas son de tamaño moderado, muy distinguidas, verdaderas joyas que me parecen mucho más convenientes que aquellas monstruosas últimamente en desuso”. A la caída de Rosas, el 3 de febrero de 1852, Masculino por su respetable posición fue designado comisario honorario de policía, empleo que ejerció hasta agosto de ese año. Fallecería en Buenos Aires el 22 de julio de 1859.