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Munich

Me enamoré de Munich a primera vista, puede que a muchos les ocurra lo mismo. No es solo la ciudad, también es su gente y su espíritu.

Para empezar Munich ostenta la mejor calidad de vida en Alemania, lo que es decir. Es la capital del Estado Federado de Baviera, de manera que acá se habla dialecto bávaro, con lo cual a la ciudad la deberíamos llamar «Minga» si no fuera porque en lunfardo eso es medio ofensivo. El diccionario Panhispánico de Dudas desaconseja la pronunciación inglesa «miunik», prefiere que la llamemos «munik», todo lo cual le interesa muy poco a los muniqueses y a las esplendorosas muniquesas.

Ellos deambulan ocupados pero sonrientes por su ciudad, a veces con pantalón de cuero, tiradores y sombrero con plumita si su actividad en ese momento es la de ir a una cervecería a practicar su deporte predilecto. Caerle bien a un muniqués tiene sus riesgos, te dan unas palmadas en la espalda que te pueden dejar sin aliento. Es decir, son expansivos y amistosos, te miran a los ojos y están dispuestos a festejar cualquier cosa graciosa que digas aunque estén por el primer litro de cerveza. Son lo mejor de Munich, sin despreciar a todo lo demás, que es muchísimo.

Para empezar la ciudad es bellísima y tiene arquitectura singular; cuesta imaginar que todo esto estuvo en la ruina más absoluta luego de la Segunda Guerra Mundial. La construyeron de nuevo respetando el aspecto que presentaba en viejas fotografías y con los escombros formaron colinas sobre las cuales se construyó el Estadio Olímpico, otra belleza todavía hoy.

Munich es un pueblo acampado entre colinas escribió Heinrich Heine hace más de 150 años, pero por colinas se refería al arte y la cerveza. Del arte hablaremos después, comencemos por la cerveza que en octubre corre a raudales, aunque nadie necesita el pretexto de la Oktoberfest.

Andá a la Hofbräuhaus donde cualquier día del año se despachan 10.000 litros entre centenares de bancos donde la gente conversa, canta y se presencian algunos espectáculos. Está en las proximidades de Marienplatz, pero hay muchas más y todas encantadoras. Deberías probar todas las marcas locales (Löwenbräu, Paulaner, Spantenbräu, Augustiner, Hofbräu y Hacker-Pschorr). Sorprenderte con la cerveza negrísima y no poner cara de angustia si te sumergen un bulón al rojo en tu vaso para beber alguna especialidad caliente.

En muchas encontrarás barricas con pepinos en salmuera, te abrumarán con las salchichas blancas (Weibwurst) y le darás de punta a la suculenta comida bávara. Si la querés acompañar con vino deberás soportar las miradas fulminantes desde las mesas próximas y no se te ocurra ser abstemio … aunque deberás tener cuidado con tu capacidad de absorción. Esas bellas taberneras auténticamente teutonas como se aprecia en los escotes de las camareras, capaces de llevar cinco jarras de un litro en cada mano, pueden  llevarte para afuera a los empujones si te portás mal.

Entre la Oktoberfest, la Opera de Munich y los partidos del Bayern Munich a la ciudad le cuesta mantener la placentera calma de su casco historico. Al movimiento frenético contribuyen la paradigmática fábrica de la BMW (Fábricas Bávaras de Motores, en alemán). Es igualmente increíble la colección de pintura que uno puede ver en la Alte Pinakothek, Neue Pinacothek, Pinakothec der Moderne y Lenbachhaus; pero nadie debería perderse el Deutsches Museums dedicado a la ciencia y la tecnología, que recibe más de un millón de visitantes por año y se los merece.

Hay muchos más museos memorables, pero si los mirás todos te podrías perder el Teatro Nacional de Munich, la Opera Estatal de Baviera y el Teatro Cuvilliés, una maravilla del rococó.

Tomate alguna excursión a los fantásticos alrededores, pero a la ciudad deberías ingresar por la Karlplatz (la puerta de Carlos en la ciudad amurallada). Estarás ingresando a una zona peatonal y comercial; tus pasos te llevarán hasta Marienplatz presidida por un ayuntamiento sacado de un cuento de hadas y con un carillón impresionante. Deberás quedarte hasta las horas justas para ver el desfile de figuras y el escándalo de las campanas.

A corta distancia encontrarás la Catedral de Nuestra Señora (Frauenkirche) con dos torres de 99 metros de altura visibles desde kilómetros debido a una ley que impide construir edificios más altos en el casco urbano y en sus proximidades. A esta altura se te habrá abierto el apetito, es un buen momento y lugar porque un par de cuadras más adelante lo que era un mercado de campesinos se transformó en un popular sitio gastronómico.

El río Isar discurre por la ciudad a lo largo de unos 14 kilómetros. No te rías del río, a los uruguayos nos parece un arroyito, pero cuando las cumbres alpinas siempre presentes en el horizonte comienzan su deshielo, el Isar truena y los kayaks lo desafían. El río tiene varias islas, una de ellas ocupada por el Deutsches Museum que te demandará al menos dos horas si andás muy apurado y si te interesa poco la ciencia y la tecnología.

La ciudad tiene varios parques entre los cuales destaca el Jardín Inglés (Englischer Garten) atravesado por el arroyo Eisbach. También deberías visitar el Palacio Real de Munich, también en pleno centro y el Palacio de Nymphenburg, la antigua residencia de verano de los reyes de Baviera un poco más alejado.

Su proximidad a los Alpes y su ubicación en uno de los paisajes más hermosos de Europa hacen de Múnich un punto de partida idóneo para realizar muchas excursiones. Desde los pintorescos lagos al sur, pasando por las ciudades medievales al norte y al oeste, hasta los mundialmente famosos castillos reales.  Se puede ir en ferrocarril o autobús a todos lados, aunque más cómodas y bien explicadas son las excursiones.
–El castillo Neuschwanstein lo hizo construir Luis II encaramado en un peñasco a una hora y media de la ciudad.
–Zugspitze es la cima de Alemania, a 2964 m sobre el nivel del mar. Acá se practican deportes invernales y se llega en el funicular bávaro del Zugspitze, que sale cada 75 minutos desde Garmisch-Partenkirchen. Es el único glaciar de Alemania donde se puede esquiar desde noviembre hasta mayo. Distancia aproximada desde Múnich: una hora hasta la estación del valle.
–Königssee. Este bellísimo lago de montaña se encuentra en el Parque Nacional de Berchtesgaden. Distancia desde Múnich: 2 horas.
–Dachau. Recinto conmemorativo construido en el antiguo campo de concentración de Dachau, el primero de Alemania. Distancia: media hora.
–Wieskirche. Santuario declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Cabe destacar la ubicación de la iglesia en medio de frondosas praderas y ante los Alpes. Distancia: 1 hora
–Rothenburg. La ciudad medieval cerrada convierte a Rothenburg en su conjunto en una verdadera maravilla arquitectónica.

Guillermo Pérez Rossel

http://www.allworldguides.com/munich.htm

http://www.muenchen.de/Rathaus/tourist_office/155384/munich_turismo_espanol.html

http://www.muenchen.de/cms/prod2/mde/_de/rubriken/Rathaus/65_raw/Tourismusamt/pdf/broschueren/Tourismus_in_Muenchen_spanisch.pdf http://www.portalviajar.com/europa/alemania/munich/edificios.php