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Mina la Oriental

¡Qué revoltijo de minerales, volcanes, terremotos y hasta insondables misterios cósmicos ocurrieron en nuestras sierras del Este!

Los que sólo pensaban en la ganancia, explotaron minas de oro, cobre, plata, manganeso, piedra caliza y mucho más, algunos bien conocidos, otros supuestamente agotados y andá a saber cuánta cosa más totalmente insospechadas. Por el otro lado tenemos a los exploradores de misterios, gracias a los cuales desde hace poco tenemos un Cerro Místico, senderos místicos, templos budistas y lugares donde los entendidos dicen que emana una energía de la que muchos se ríen pero muchos otros vienen en peregrinación. Menos risa les provocaba a nuestros indígenas que por aquí levantaban pilas de piedra con algún objetivo místico que se nos ha perdido en la noche de los tiempos.

No es solo el departamento de Lavalleja el que surte estos atractivos; también en las sierras que dan para el lado de Maldonado hay donde experimentar esta sublimación de sensaciones y sentimientos. Esta vez le tocó el turno en nuestra web a la Mina La Oriental, que muchos desconocen y no saben lo qué se pierden.

Imagen de previsualización de YouTube

https://www.youtube.com/watch?v=LWwsxnD844w#t=38

Para empezar, andá mirando este video.

Lo que no te muestra este video es todo lo previo, pues para llegar hasta acá, tenés que abandonar la archiconocida ruta interbalnearia y meterte en el trébol que te deposita casi en la entrada de Pan de Azúcar. Seguís de largo por la Ruta 60, que es una de nuestras más rutilantes rutas panorámicas y detenerte en el kilómetro 37, donde por un buen camino de servidumbre, a apenas 1.800 metros, encontrás el acceso a la Mina.

Te damos esta pista, pero ni se te ocurra ir sin anunciar tu llegada y asegurarte una visita guiada al “Parque Geominero Mina la Oriental”, nombre que te parecerá pomposo hasta que llegues allí y recorras a pie una deslumbrante zona serrana que te anima a hablar casi en un susurro respetuoso, pues somos nosotros el único bicho al que le temen todos los demás… y saben por qué lo hacen. Entre quienes nos temen, están los murciélagos que toda cueva o galería minera que se precie, cría con maternal afecto para librarse de otras alimañas más peligrosas.

Arrancamos con este tema porque siempre hay alguien que vio demasiadas películas de Drácula y se nos pone histérico ante el menor aleteo. El bichito sale de la pared de la galería, porque nosotros lo asustamos, no porque nos quiera asustar a nosotros. Solo hay que quedarse quieto y ellos nos esquivarán con su impecable sonar. No figuramos en su dieta y ellos no figuran en la nuestra; somos complementarios. Y para tu conocimiento, gracias a estos mamíferos alados, tenemos menos mosquitos.

El Parque Geominero está al norte de la Sierra de las Animas y lo podemos disfrutar gracias a que la familia propietaria del predio logró interrumpir el proceso de deterioro de la mina de cobre que allí funcionó a mediados del siglo XVIII. El paseo comienza con el reconocimiento de nuestra flora y fauna nativa, que ya es hora que conozcan los uruguayos más chiquitos.

Luego los grupos ingresan a una galería subterránea con 322 metros perfectamente identificados e inventariados por los guías. Allí, fantasmagóricamente iluminados por linternas, te irán indicando formaciones calcáreas, estalactitas y vetas de minerales, sobrecogedoramente interrumpidos por el vuelo o la misteriosa mirada de algunos búhos de campanario, la rápida fuga de algún batracio y la ventilación del aleteo de los murciélagos. Si te da miedo, embrómate por mirar tanta película pésima de matiné de barrio.

Todos los que van aseguran que la experiencia es muy divertida, además de educativa. Son 250 años de historias humanas y mineras en el relato de guías, que podría ser la misma simpática, auténtica y bonita Lilián Ascorreta, la actual propietaria. Es ella a quien pertenece la siguiente descripción:

«Este Parque Geominero, está pensado para que todos los que hasta aquí se aventuren se lleven a su regreso una mayor convicción acerca de la generosidad de nuestra Madre Naturaleza. En este lugar el visitante se maravillará con la espectacular belleza paisajística de las sierras; encontraremos a nuestro paso Coronillas, Canelones, Arrayanes, Arueras, Molles y otras especies arbóreas nativas; nos detendremos sobre las aguas cristalinas del arroyo de la Mina entre cantos rodados y rocas calizas pobladas de líquenes; recorreremos la galería reconociendo minerales, laboreos mineros, especies animales propias de las cuevas, (murciélagos y lechuzones de capanario), y como corolario maravilloso y único, podremos disfrutar de las labores que realiza la Pacha Mama sobre las paredes del túnel (estalactitas y estalagmitas formadas a partir de la precipitación del agua cargada de carbonato de calcio filtrándose a través de la formación rocosa calcárea) . Para preservar a La Oriental en el estado en el que se encuentra actualmente, como un legado para las próximas generaciones, debemos evitar la concurrencia numerosa, es por esa razón que ingresamos a la galería en grupos de 8 personas hasta 3 veces por día. Le sugerimos reservar con anticipación.

Fue la tatarabuela de Lilián quien heredó una parte del predio indiviso en el año 1884 y la historia de todo esto hasta incluye algunas aseveraciones de viejo cuño según las cuales, es una tierra “encantada”.

Las fotos que estás viendo figuran en el blog y el sitio de Facebook de la mina: http://minalaoriental.blogspot.com/ https://www.facebook.com/pages/Mina-La-Oriental/168438136643 , aunque también disfrutamos de las estupendas fotos que colocó Javier Sánchez en Panoramio para disfrute colectivo.

A las 9 de la mañana en verano podés intentar abrir la tranquera y presentarte; si le fuiste grato al lugar “encantado”, capaz que te aceptan en el próximo grupo, de lo contrario hiciste un viaje relativamente inútil. De manera que lo aconsejable es que llames o mandes un sms al (+5982) 094909169 o mandes un mail a [email protected].

Estalactitas y una infiltración de malaquita

Cuando se pone el sol, se termina la actividad en el Parque Geominero, que además de la galería subterránea tiene para mostrar               numerosos restos arqueológicos que muestran de qué manera tan primitiva y artesanal se trabajaba en el siglo XVIII. La visita guiada insume cuatro horas y te prometemos que serán intensos, particularmente en la parte en que se le pide a todo el grupo que apaguen las luces y experimenten el silencio y la oscuridad sobrecogedores de las entrañas de la tierra, a 45 metros de profundidad.

En apariencia, solo se escucha el rumor del hilo de agua que corre por el suelo; pero si ponés atención y no estás totalmente domesticado por la civilización del plástico, podés presentir rumores de otras cosas a las que podés ponerles nombres para respetar tu insaciable tendencia a racionalizar, o podés sumarlas a los misterios que podrás negar, pero…

Todo comienza antes de introducirse  en la galería, cuando recorrés el predio donde luce una enorme usina, las vagonetas Wilfley y una vieja fragua que todavía está en condiciones de funcionar. Las construcciones sorprenden por el grosor de las paredes seguramente sugeridas por arquitectos acostumbrados a los sismos y, además, embriagados por la abundancia de materiales locales como las piedras y hasta la cal.

Luego de eso, cada visitante recibe un casco y unas botas que lo preservarán de la humedad del suelo y del hilo de agua siempre corriente junto al sendero subterráneo. Hay momentos en que el agua te llega a los tobillos. También se proporciona un farol para cada grupo, pero si querés que te de un buen consejo, conseguite una linterna para cada uno de quienes van contigo. Dicho sea de paso, si en la profundidad de la mina te encontrás con un señor muy pálido que te dirige la palabra en español antiguo, contestale amigablemente pero no te detengas a conversar porque es un fantasma.

Así como es un paseo recomendable para los jóvenes y las familias, Lilián también considera que los adultos mayores tienen derecho a apreciarlo, igual que los niños pequeños. De manera que para ellos hay una visita guiada con menor dificultad, de solo tres horas.

 

El ideal es acordar una visita en la mañana o a primera hora de la tarde, de manera de poder disfrutar un almuerzo en la casa de la familia anfitriona, con plato, postre y pan caseros, bebida, té o café. Naturalmente, hay que hacer reserva. También podés llevar vituallas propias y según la hora a que llegues te puede resultar conveniente, porque los primeros bares o restaurantes los encontrarás en Pan de Azúcar, Minas o Punta del Este, es decir, bastante lejos para el hambre que te dará al final del paseo. No lleves agua, llevá alguna botella para llenarla con el agua de manantial que te permiten sacar allí, cuyo sabor forma parte de esta aventura natural por donde la mires.

Una última exhortación: no me espantes a los murciélagos ni le hagas morisquetas a los búhos, que nunca tuvieron sentido del humor. Y cerrá la portera al salir.

Guillermo Pérez Rossel