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A Bariloche en Fiat 600

Los padres de ahora se amargan y angustian, a pesar de que sus hijos van a Bariloche con todo arregladito. Los de antes no se amargaban porque no tenian ni idea de cómo nos comportábamos.

Yo no tuve la oportunidad de una aventura semejante; a esa edad, ahorraba para una bicicleta. Pero a Alberto Moroy se le dio y emprendió esta arriesgada expedición en 1970 (y en pleno invierno), la cual nos cuenta con pelos y señales. ¡Al padre que le había regalado el auto le habría dado un «soponcio» como se decía en ese entonces. Claro que Alberto era un santo varón comparado con sus invitados en el minúsculo recinto de un Fiat 600 que se portó de maravillas. Eran autos que se recalentaban y uno debía dejarles abierto el capó trasero para que se ventilara… en lugares normales, pero eso no era necesario en camino a Bariloche despejando nieve y rompiendo escarcha.

 

En la portada un fiat 600 en un mar de nieve, en las proximidades de San Carlos de Bariloche (Argentina), ciudad que seguro muchos de ustedes conocen La forma habitual de viajar era el omnibus, el tren, el auto y en menor proporción el avión, casi ninguno lo hacia en un fiat 600, una especie de maquina de coser con ruedas, una «entelequia motorizada » (cosa irreal)

 

Por los comienzos de los setenta Bariloche era una ciudad mucho mas espartana que hoy, no tenía mas de 32 mil habitantes (hoy 120 mil).  Ir a esquiar en invierno era un privilegio, además de ser el primer centro de sky en Argentina. Por lo general, viajaban solo los pudientes y los estudiantes de los colegios privados, que al igual que hoy, siendo un destino mucho más popular,  juntaban la plata durante todo el año haciendo rifas y mangando a más y mejor.

 

Los estudiantes viajaban de todas formas, en omnibus, muchas veces desvencijados, sin calefacción y sin cadenas para la nieve o en tren en 2ª clase, donde los asientos eran fijos. El viaje duraba 32/36 horas y a veces hasta cuarenta y mas Lo notable es que en el mismo convoy, habia otros que viajaban en coche cama y con su auto cargado en un vagón especial.

 

Los menos viajaban gratis, colados y escondidos debajo de los asientos, ya que adentro era  una fiesta, estudiantes por todos lados, bolsos, mochilas, frazadas, le conferían al vagón un aspecto de «tierra de nadie», ademas de dificultar la recorrida de los guardas.

 

Mi historia

 

Hacia algún tiempo que vivia en Buenos Aires. El motivo era el ultimátum que me dieron en casa, referente a los estudios. Vivía a una pensión en la calle San Martin en pleno centro porteño (donde termina la calla Florida). Cinco habitaciones, un solo baño, un gato de la dueña que me meaba los zapatos del placar y la bañera como lavarropa. Los domingos mirar por la ventana a la plaza San Martin era un bajón.  Como para compensar el cambio de habitat, mi viejo que era un gran tipo, me regalo un Fiat 600.

 

Con 18 años recien cumplidos y un cero km. a disposición, estaba mas hinchado que “galleta dentro del agua».  No me importaba  vivir  en una pensión si pasaba la mayor parte del tiempo en las calles de Buenos Aires, que para ese entonces, me deslumbraban.

 

«Fitito» a Bariloche/ Interior espartano, motor de 750 CC y 36 hp

 

A Bariloche

 

Comenzaba el receso invernal en los colegios y liceos, como tenia unos pesos ahorrados, pensé que era una buena oportunidad para conocer la nieve. No encontraba compinche dispuesto a viajar, asi que me junte con dos vagos de esos que «papito banca» y partimos.

 

Afuera un invierno crudo, adentro como en todos los fiat 600 una calefacción qué ”mataba»:  por delante 1.093,61 millas. ya que la ruta que pasa por  la represa del Chocon -Cerros Colorados, estaba en construcción. (El amigo Alberto usa millas en lugar de kilómetros, porque riguroso como es con los datos, utilizó Google maps para el cálculo actual. Y prefirió no transferir números. A pedido me aclara que «la distancia por Zapala- Piedra del Águila -Camino antes de la represa de Chocon sobre el rio Limay- es de 1750 km, el regreso por Santa Rosa la Pampa insume 1560″. Digo, por si este relato te inspira). 

 

Uno de los dos compañeros de ruta  era el hijo del concesionario del hotel LLao Llao y varios hoteles mas, según decian tenia una casa espectacular a orillas del lago Nahuel Huapi, llamada “Villa Argentina”  a pocos kilómetros del centro de Bariloche, en la cual pararíamos.  En mi imaginación rondaba la idea de que con una buena casa a disposición y auto, «juntaríamos chicas a lo pasto», de hecho ese era el “leitmotiv” del viaje, al igual que hoy  muchos van a Punta del Este.

 

Buenos Aires San Carlos de Bariloche (1727 km.)

 

El viaje

 

Partimos a las tres de la madrugada  desde Buenos Aires, a las 11 estábamos en Bahia Blanca  Por no conocerlos, porque se durmieron apenas salimos, seguí manejando yo. De ahi por la RN. 3 camino a Medanos por la RN. 22 hasta la ciudad de Neuquén, recorriendo los pueblos del Alto Valle del Río Negro. A esa altura comienzo a sentir un olor particular y desconocido para mi. Los uruguayos, eso creo, para ese entonces estábamos mas para el deporte y las mujeres, que para «otra cosa»

 

El que viajaba en el asiento de atrás se estaba fumando un porro, acto seguido lo comparte con el que venia adelante. Se me cayó el alma al piso, no solamente corríamos ruego de que nos «metieran adentro», sino que la posibilidad de quedarme en su casa estaba acotada.

 

Estábamos llegando a la ciudad de Zapala (1170 km de Buenos Aires), por ese entonces un pueblo de15 mil habitantes. Afuera, a la vera de la ruta  se veían una bombas tipo cigüeña, extrayendo petróleo, en un manto de nieve, que le daban una configuración fantasmagórica, sobre todo por «los tumbados» que llevaba adentro, habida cuenta que siguieron porro tras porro, enviciando el aire hasta que les dije que si seguían los bajaba y si asi  hubiese sido, se morían (ver link abajo)

 

Asi se veía la ruta

 

Imagen de previsualización de YouTube

El itinerario Buenos Aires -Bariloche por Zapala  / La ruta /   Bombas de Petróleo

 

Equipo de bombeo cigüeña  de petróleo

Imagen de previsualización de YouTube

https://www.youtube.com/watch?v=2JeFRv5u8kY

El camino de Zapala a Piedra del Águila es pintoresco, solo que ya era de noche (Oscurecía temprano) Solo se veía la  majestuosidad de los Cerros, tapizados de blanco. Por dentro pensaba como una maquina de coser (Fiat 600), nos habia llevado sin contratiempos hasta ahi, tambien las consecuencias si se quedaba con 12ª bajo cero afuera, en una soledad casi absoluta.

 

Las estaciones de servicio escaseaban, solo una  del Automóvil Club habia entre Zapala y Piedra del Águila con tan mala suerte que cuando bajo a cargar nafta ya de noche, veo una sombras con las manos levantadas. Sin dudarlo salí despavorido: lo estaba asaltando.

 

Unos años antes Spinnetta-Almendra  «Rutas argentinas»

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=xihXX3oL02I

 

El «fitito» habia viajado casi todo el recorrido a 110/120 Km/h, según el viento, el motor sonaba como un «violín Stradivarius». Ahora con poca nafta y sin saber si llegábamos aminore la marcha. Al rato un badén con una cañada de al menos 4 mts. de ancho, no sabia si pasaba. Mandé a uno de los copilotos con un palo a tantear el piso, casi se muere de frío, mientras una camioneta del Automóvil Club pasaba olímpicamente. Sin dudarlo me puse atrás y acelerando «la máquina»  me mandé, con tan mala suerte que el agua salpicada se congelo contra el parabrisas apenas lo tocó  y no pude despegarla en todo el viaje.

 

La travesía se estaba transformando en aventura, seguía firme al volante pese a que habían pasado18 hs. La posibilidad de dormirme no estaba presente, debía manejar con el vidrio abierto porque la visibilidad era nula. Demás esta decirles el frío que tenia en la cara era espantoso, asi llegamos a Piedra del Águila, para ese entonces, una estación de servicio del Automóvil Club argentino

Zapala hoy/ Automóvil Club de Piedra del Águila

 

Llagamos  Bariloche

 

El chalet se llamaba Villa Argentina, era una construccion señorial de los años 50 o antes posiblemente del Arq. Alejandro  Bustillo, el mismo que hizo el  hotel Llao Lao en 1939.  Tenia al menos 800 mts cubiertos en un parque de 4 mil mts, la entrada de doble puertas achueladas, con pórtico y techo para los vehículos.

 

Un living como para jugar al fútbol,  con un ascensor para acceder a los dormitorios de planta alta, una vista al lago impresionante (Nahuel Huapi), atrás la ladera nevada de la montaña. Al costado la de los caseros de troncos, deberia tener  al menos 200 mts cubiertos.

 

Como anécdota ya que estuve poco tiempo, fue la de calentar agua para un bañarme La caldera  estaba al menos a 40 mts del baño, era una cocina economica de esas de campo, pero gigante, con un  serpentín para el agua caliente.  Le doy fuego con leña de quebracho y nada, asi hasta que paso una hora. Cuando prendí la ducha tuve que esperar otra media para bañarme, salía vapor como si detrás atuviese el diablo, no reventó de casualidad.

 

Al dia siguiente un viaje obligado al hotel Llao Llao, donde teníamos todo gratis gracias al padre (el concesionario) de uno de los acompañantes.  El hotel era majestuoso «Nos atendían a cuerpo de rey”,  por todos lados nos llegaban, cigarrillos, comida, bebidas y todo sin pedirlo y ademas ¡Gratis!”! Un bacanal inolvidable. Al dia siguiente, pese a que el entorno que prometía, al menos como para tener “chapa” con las chicas, me fui. Los socios de viaje entendían que las vacaciones eran para «estar tumbados» y yo para divertirme sanamente.

Hotel Llao Llao/ Pasillo interior

 

Hotel Llao Llao, Bariloche, Argentina

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=iD579OKk8Rk

 

Los vagos de la calle

 

Termine mezclado con unos vagos lindos, de esos que viajaban colados en el tren dentro de los que habia de varias nacionalidades. Paramos en una casa de la mujer de un gendarme, en la periferia alta de la ciudad.  Calefacción a querosene, humedad como para el campeonato, afuera nieve como nunca vi. Solo aliviaba la situación que esta mujer era encantadora, cocinaba bizcochos y otros para ciertas confiterías y nos convidaba sin restricciones.   Un ingles que no tenia ni para comer y venia dando la vuelta al mundo a dedo, dormía dentro del «Fitito»  Para colmo media como 1,90, por las mañanas, tenia que despejar varios centímetros de nieve para ver si todavía estaba vivo.

 

Para llegar a la ciudad nos tirábamos en bajada por la calle tapizada de nieve y cuando el auto no avanzaba mas por  la  acumulada,  lo corríamos y seguíamos viajando, en el medio patinadas, idas a la zanja etc

Asi eran las calles  en la periferia, con bastante nieve, abajo pedregullo y barro  

La noche

 

La falta de plata marcaba los hábitos, asi que tenia la escondí en el auto y «todos patos» a ver como subsistíamos. En los boliches pagábamos a «la americana» cada uno lo suyo, se imaginan que habia que meter «parole» para enganchar alguna chica que aceptara. Seguro que estan pensando que era «el refugo» Les cuento que no, que por ser «encaradores»  no nos iba mal.  Hasta algunos apilaban chicas adentro del boliche. Con el cuento del tío, le decian que la entrada costaba el doble y como ellos habían salido con contraseña y las chicas le daban la plata para que pagaran su parte, se juntaban unos pesos y para no tener problemas adentro, desaparecian

 

En otras ocasiones recuerdo un boliche que se llamaba Grissu y que creo que sigue estando (Abajo) Ahi hacíamos lobby, por cada 5 parejas que llevavamos teníamos una copa gratis (por ese entonces tomaba Coca Cola) Asi arengábamos a los grupos de pertenencia y al llegar le hacíamos la seña al dueño o al portero.

El boliche Grissu por la década del 60 / Foto reciente

 

La mañanas estaba hecha para dormir, no obstante si queríamos esquiar habia que levantarse temprano Si bien ese no resultaba ser el motivo del viaje, parecía importante aprender, aun a costa de regios porrazos  Como no era posible madrugar, decidimos ir derecho  al Cerro Catedral.

 

Fue una mala idea, afuera  habia hasta 15 bajo cero.  De las 4 de la mañana hasta que aclaró, la pasamos temblando. Por supuesto que éramos los primeros en la cola para alquilar los skies, pero con unas ojeras de aquellas.  El local era de un alemán y tenia el techo del pórtico medio «hecho pelota». Resulta que unos vagos de los que nunca faltan, se habían tirado de cierta altura con un bote de aluminio  de los pantanos, esos que tienen el fondo plano,  eran como siete, se imaginan la estopada que agarraron,  tambien el daño que hicieron cuando impactaron contra el negocio, terminaron presos, lastimados y escrachados en el diario local. De la Villa Catedral ni de otras instalaciones se hablaba, hoy son un lujo. Solo algún parador y la ruta de acceso de balasto, muchas veces congelada que le confería un manejo jabonoso.

 

La maldades de la tardes

 

La principal calle  de Bariloche se llama Av. San Martin, por ese entonces era la única calle comercial  El piso y parte de las veredas  estaban llenos de nieve, muchos locales de chocolate y otros tenían las puertas abiertas. De pronto guerra de bolas de nieve de una vereda a la otra, muchas entraban por las puertas abiertas de los negocios (A propósito) provocando corridas y jolgorio ¡A la distancia una salvajada! Algunos autos cargaban un bloque de nieve en el techo y se paseaban por el centro, mientras “los lobos con piel de cordero”, tratábamos de «chamuyarnos» algunas chicas Porque en el entorno de la pista de sky  «tambien la billetera mataba galán» y solo «ligaban» los que esquiaban.

Chocolaterías hoy

 

Una forma de solventar las vacaciones

 

Para llegar al  Cerro Catedral donde estaba la única pista de sky, no habia omnibus, asi que los más jóvenes hacia dedo, con los skies a cuestas Enseguida como busca que era, encontré una oportunidad de hacer algunos pesos, viajando ida y vuelta  con «el fitito» en solitario, les paraba y les pedía una contribución para la nafta, miraban con mala cara pero no les quedaba otra si querían llegar.

 

Lo sentaba atrás con la ventana abierta  y los esquíes saliendo por ella Me imagino el frío que pasaban, pegándole todo el aire de lleno en la cara, porque del lado del conductor con la ventana cerrada solo llegaba lo que se arremolinaba  Asi con dos o tres viajes por dia ida y vuelta  me daba para pagar  el alojamiento si tocar mi plata Otra vez, volviendo del casino Llao Llao que queda a 9 km kilómetros del centro, encontrábamos alguno haciendo dedo y lo mismo, si quería que lo llevásemos, tenia que poner unos pesos para la nafta.

 

Recuerdo que a un chico de nuestra edad, que lo habían «pelado» en el casino, tuvo que juntar moneda sobre moneda para que lo trajéramos. Al dia siguiente voy a buscar a unas chicas a su casa y me lo encuentro en la puerta, ¡Era el hermano!, como trasfondo se escucha «No salgan con esos que son unos garroneros, no tienen un peso»

 

Por supuesto no salieron En otra ocasión vamos a un hotel a buscar a una chicas y siendo las once de la noche estaba todo apagado. Como pensamos que podia estar adentro y sin saber por donde se entraba ya que habia muchos pinos , terminamos en la cocina, repleta de postres con chocolate, adentro nadie, nos habían plantado Asi como al distraído y sin mucho peso de la conciencia, nos armamos la vianda. El inglés que dormía en el auto, esquiaba muy bien, asi que, tenia algunos alumnos contactados sobre la marcha, donde estaban los primerizos y como cobraba barato, les quitaba varios a los instructores, con la intervención de otro que tenia buen verso y lo vendía como «bueno y barato»

 

El regreso por la Provincia de Pampa (1570 km.)

 

Volvimos atravesando la provincia de La Pampa, la ruta estaba hecha pelota, el viento parecía a esas películas de Far West donde se vuela todo, cruzaban la ruta unas matas redondas de al menos un metro de diámetro, en los pozos de la ruta  en reparación, muchas veces parecía que el auto desaparecía.

 

El paisaje era desolador, una recta de al menos 80/100 km como nunca habia visto. El fitito seguía «ronroneado»,  pese a que le cargábamos nafta común.  Los Mercedes Benz,  Torino y demas nos pasaban como alambre caído, pero paraban a comer asi que al final como sucede con los camioneros llegamos en tiempos parecidos.

 

Adentro cinco pasajeros trabados por los bolsos y valijas, cuando salían a estirar las piernas habia que desenroscarlos En total habíamos recorrido casi 5 mil km..Al año siguiente viaje otra vez, en la misma epoca y con el mismo auto, como verán todo un kamikaze.