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Dos gigantescas islas de basura

Aterradora consecuencia del bienestar mal administrado: el subdesarrollo contamina menos.

Están en medio de corrientes marinas en el Pacífico Norte y el Atlántico Norte, los lugares más beneficiados por el desarrollo económico; no le pueden echar la culpa a los países subdesarrollados ni decir, como hicieron con el agujero de ozono, que esa cosa horrible ocurría en el hemisferio sur, pero no se animaba a afectar a las grandes potencias.

No señor, estas monstruosas aglomeraciones de basura oceánica constituyen una sanción de la naturaleza al consumismo desaforado, una consecuencia de la guerra del packaging y de la irresponsabilidad de capitanes o compañías que desagotan en el océano sus mugrientas sentinas. Y a muchas otras conductas desaprensivas.

Naturalmente estas cosas no ocurrían u ocurrían en menor grado, cuando los habitantes del planeta no habíamos llegado a los siete mil millones. También es la fiesta de los agoreros que sin mucho trabajo, encuentran otra manera de asustar con el fin del mundo; que vendrá en su momento aunque nadie lo anuncie o precedido de clarinadas de arcángeles. ¡Andá a saber!

Ahí están las imágenes que son demasiado elocuentes como para andar con explicaciones pormenorizadas. Pero vale la pena detenerse en algunas de las soluciones más transitadas en internet, como la de desistir del plástico en las bolsas de los supermercados y acudir nuevamente a los envases y envoltorios de papel o cartón. Ciertamente, el papel y el cartón son rápidamente biodegradables, pero ¿y los bosques que hay que talar para producir papel?

Más que “islas” o “manchas”, estas acumulaciones son como una sopa de basura, sopas tóxicas  que se van concentrando en medio de los giros de las corrientes marinas, donde crece y crece hasta tocar las costas de América y de Asia en el caso de la surgida en el Pacífico Norte. La del Atlántico norte es algo menor en tamaño, pero ya es muy alarmante.

Dice la Wikipedia que el remolino de inmundicia del Pacífico Norte tiene aproximadamente 1.400.000 kilómetros cuadrados y contiene concentraciones excepcionalmente altas de plástico y otros desechos en suspensión, aunque no al extremo que pueda apreciarse con fotografías satelitales ni localizarse con radares. Las fotos, algunas de ellas impresionantes, o bien corresponden a cursos de agua continentales increíblemente contaminados o son creaciones de photoshop, lo cual no desmerece el riesgo que implica la extendida mancha de desperdicios.

Imagen de previsualización de YouTube

http://www.youtube.com/watch?v=RAm7c22eskU&feature=fvwrel

Echándole la culpa al tsunami de Japón

Tan poco visible era entre 1985 y 1988, que no fue descubierta sino prevista en esos años por la National Oceanic And Atmospheric Administration de Estados Unidos.  Esa organización encontró altas concentraciones de desechos marinos siguiendo el curso de las corrientes y predijo que en el centro debía existir un gran depósito. Luego vino el trabajo experimental de Charles Moore, un yachtman e investigador oceánico que al regresar de una competencia en el Pacífico, regresó a puerto acompañado por mucha basura oceánica. Él y el oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer son los responsables de la concientización acerca de este fenómeno, que ellos denominaron Eastern Garbage Patch.

Hay mucha especulación, pero según la Wikipedia es bastante serio suponer que el área  puede contener cerca de 100 millones de toneladas de desechos. También se ha sugerido que la mancha puede presentar dos zonas de basuras, que están vinculadas.

Al parecer, el 80% de la basura proviene de zonas terrestres y el 20% de barcos del océano. Las corrientes portan desechos desde la costa oeste de Norteamérica hacia el vórtice en unos 5 años, y los desechos de las costa este de Asia en un año o menos. Un proyecto internacional liderado por Hideshige Takada, de la Universidad de Tokio, estudió granos de plástico de playas del mundo para prever futuras pistas acerca del origen de los plásticos oceánicos, incluyendo los del lote de basura oceánico del Pacífico.

La mancha de basura  tiene uno de los más altos niveles de partículas plásticas suspendidas en la superficie del agua, por ello es una de las regiones oceánicas en que los investigadores han estudiado sus efectos y el impacto de la fotodegradación plástica de los residuos flotantes sobre la capa del agua. A diferencia de los desechos biodegradables, los plásticos fotodegradables se desintegran en pedazos más pequeños, aunque permanecen siendo polímeros. Este proceso continúa hasta llegar a nivel molecular.

Como los desechos plásticos flotantes fotodegradables se convierten en trozos más pequeños cada vez, se concentran en la parte superior hasta que se desintegran, y el plástico al final llega a ser de un tamaño tan pequeño que puede ser comido por los organismos marinos que viven cerca de la superficie del océano. Por lo tanto, los residuos de basura entran por completo en la cadena alimenticia, pues su concentración es mayor a la del plancton y es confundible con aquella.

Las partículas de plástico flotante se asemejan al zooplancton, por lo cual puede ser consumido accidentalmente por las medusas o confundido con ellas. Muchos desechos de larga duración terminan en los estómagos de las aves marinas y animales del mar, incluyendo tortugas del océano y albatros de patas negras, siendo estas partículas un riesgo para la vida marina. Aparte de los residuos contaminantes del agua del mar, estos residuos flotantes traen otro tipo de contaminantes tales como sustancias químicas tóxicas capaces de afectar a los humanos cuando consumen productos marinos.

Por lo menos 267 especies marinas son afectadas por estas manchas de basura y no creas que nosotros los uruguayos, estamos a salvo de toda esta barbaridad. Por ejemplo, se ha demostrado que la mayor frecuencia de aguas vivas en nuestras playas está relacionada con la disminución de sus predadores naturales, como las tortugas marinas y otras especies que se alimentan de ellas. La desaparición de tortugas está también vinculada con el aumento de bolsas plásticas en los océanos, pues el animal las confunde justamente con aguas vivas que son su alimento más frecuente.

Por ahora no se ha alertado acerca de islas de basura en los vórtices de las corrientes marinas del hemisferio sur. Ciertamente en nuestro hemisferio no existen las concentraciones de consumismo que hay en las costas de Europa, América del Norte y Noreste de Asia, pero podría arriesgarse que tenemos aún menor responsabilidad que los norteños respecto a nuestros desperdicios. En general aunque no en todos los casos, Uruguay trata los deshechos antes de entregarlos al mar no solo para deshacerse de ellos, sino también porque el agua (y el agua salada más) es el solvente universal y gran degradador. Los residuos solidos se disponen como relleno, las sustancias aprovechables son separadas por los hurgadores (no alcanza para justificarlos ni para justificar su penosa existencia) y poco o nada se hace para transformar los residuos orgánicos en energía.

Todo lo cual no impide que las bolsas y envases plásticos que arrojamos a la basura, las que se escapan de los contenedores, las que se liberan gracias a nuestra irresponsabilidad, terminen en nuestros ríos, colgadas de los árboles o formando un sólido piso en las proximidades del colector. Todos estamos en deuda con el medio ambiente.

Podría vaticinarse que no transcurrirá mucho tiempo antes de que se encuentren islas de inmundicias semejantes en nuestro Atlántico Sur y en todos los mares del hemisferio. La mancha de de basura del Atlántico Norte se descubrió recién en el 2010. Se asegura en la Wikipedia que su tamaño se estima en cientos de kilómetros de largo,  con una densidad de 200.000 fragmentos de basura flotante por kilómetro cuadrado. La zona de detritos cambia de posición en 1600 km norte y sur estacionalmente, y se desplaza aún más lejos durante el fenómeno climático de El Niño.

Tortugas y Albatros. Imagino que pocos de los lectores han tenido experiencia con albatros, una de las mayores víctimas de estas sopas inmundas junto con las tortugas marinas. No es mi caso. En nuestras frecuentes incursiones a la Isla de las Gaviotas, encontramos un albatros con un ala quebrada y como yo había logrado recuperar un pingüino impregnado de petróleo, me encomendaron la tarea de tratar de salvarlo. Todavía no existía el magnífico proyecto de rescate de Punta Colorada.

El albatros es una de las aves más bellas e impresionantes del mundo. El que llega acá y  ocasionalmente frecuenta la isla, es el de pico fino, un gigantesco bicho de 2,20 metros de envergadura. Necesitó mucho espacio en el fondo de mi casa para desplegar esas alas e intentar asustarme. No lo logró, como tampoco lo logró el pingüino, aunque ambos me dejaron cicatrices en los brazos que durarán hasta mi muerte. Traté de alimentarlo con majuga, con calamares, camarones y hasta mejillones, pero no hubo caso, no quiso comer, quiso enfrentar su destino con la muerte. Como es un animal fielmente monógamo, probablemente no resistió la pérdida de su familia… al menos es lindo suponer esto.

No imaginan lo triste que es ver claudicar a un ave tan hermosa y poderosa, aunque en este caso no es posible responsabilizar al plástico. Más posible es un humano sin otra cosa en la que practicar su puntería.

Imagen de previsualización de YouTube

Formidable aporte de un fotógrafo. Aconsejo una visita a http://www.squidoo.com/midway-journey, donde se da cuenta de la labor de Chris Jordan, un fotógrafo especializado en el medio ambiente, quien al visitar el atolón de Midway para tomar registro de los albatros gigantescos que allí viven, se encontró cara a cara con la basura oceánica.

Ocurre que este conjunto de tres islas en el Pacífico norte es, junto con Hawaii, uno de los lugares más afectados por la concentración de basura y como era de esperar, Chris no la pasó por alto sino que la documentó para contribuir a que el mundo despierte de su siesta irresponsable.

Más que las fotos, algunas de las cuales ilustran este artículo, impresionan sus videos de los cuales reprodujimos solo los que colgó en Youtube para que todos tuviéramos la misma impresión que él tuvo de este inquietante fenómeno.

Una última para inquietarte  un poquito más: se comprobó que lo que se ve, es decir lo que flota, no es todo lo que contienen estas sopas de porquerías. Agrupadas en función de su densidad, las partículas en suspensión llegan hasta el lecho de los océanos, sea cual sea su profundidad.