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Esto sí que era viajar a lo criollo

Para que estas generaciones no la olviden, acá va la mayor hazaña de todos los tiempos en viajes y cabalgatas.No es que queramos minimizar a Alejandro Magno y sus formidables cabalgatas por el borde del mundo conocido, pero en este caso se trata de dos caballos criollos que recorrieron 21.500 kilómetros desde Buenos Aires hasta Nueva York y luego de regreso. Sin olvidar que para cruzar los Andes debieron trepar a 5.900 metros de altura. También descalificamos al Gengis Khan porque en lugar de matear durante sus cabalgatas, dicen que le abría una vena al caballo y bebía su sangre. ¡Imperdonable!  Y tampoco trotaron tanto…

No olvidemos al chasque Francisco de los Santos, que no fue intendente aunque nació en la zona,  pero cabalgó desde Uruguay hasta Río de Janeiro, por territorio enemigo, sin conocer el idioma y guardando con su vida la fortuna que le habían encomendado. Heroico y extraordinariamente memorable,  pero no comparable.

Siempre se destaca la capacidad heroica de nuestros caballos criollos, pero se ennoblece poco a quien no se limitaba a llevar las riendas sino a cubrir todas las necesidades de los queridos bichos, desde la propia selección para la aventura. Era un gaucho, qué otra cosa podía ser. Pero mirá que sorpresa: era un gaucho suizo-argentino. No te quede duda que se gauchizó: el libro en el cual relató su aventura no jerarquiza su aventura sino que desde el título está dedicado a sus dos caballos.

Así lo relata Alberto Moroy.


Lo que ven en la portada, podria haber sido una manada de caballos criollos, al estilo de las que describía Felix de Azara, alla por el año 1790: «Entre las muchas cimarronadas que me han pasado por delante, no he visto otro color sino el castaño que en algunos baja a zaino y en otros se acerca a alazán; y cuando se ve uno bayo, pío, tordillo ó de otro tinte, ya se sabe que fué uno doméstico que se escapó» . De lo contraro, pudo ser de donde provenían los 84 caballos criollos, seleccionados y comprados (de un total de 1.500), por  Emilio Solanet, a un cacique indio, en la Provincia de Chubut (Arg.), en el año 1911.

Esto es asi porque poco habia quedado de esta noble raza; durante las invasiones inglesas, el comandante Beresford, trajo un padrillo, que luego quedo como botín de guerra  y a partir de ahi la caballada se fue mezclando y perdiendo las condiciones naturales que tenían nuestros caballos criollos.  Hoy vamos a relatar el viaje de dos descendientes de esta raza, que supieron viajar 21.500 Km por el continente americano, guiados por un suizo más gaucho que «Lindor Covas» (Historieta), aunque como decia Borges «criollo que sobrelleva apellido bayano suele ser oriental».

Seguro que algunos conocerán esta historia, sobre todo los mayores; no obstante vale la pena que los jóvenes, sepan que los desafíos, al igual las utopías, muchas veces son realizables, solo es cuestión de proponérselas.

En 1880 Don Felipe Solanet y su señora Emilia G. Testevín, fundan la estancia «El Cardal». En 1911, Solanet, selecciona y trae del sudoeste del Chubut  (Sarmiento), un notable lote de padrillos y yeguas indias de las manadas criollas, marca del Corazón, célebres animales pertenecientes a la tribu de los indios tehuelches Liempichún.

Cacique Sacamata (Juan Shacqmatr)./ Sacamata(izquierda) Idem centro

Fiesta inter-provincial de doma y Folclore Sarmiento (Chubut) 45°30’10.31″S 68°52’28.12″W

Esas caballadas estaban atesoradas por indios tehuelches de la tribu del Cacique Sacamata (Juan Shacqmatr). Sin pensarlo mucho, Solanet realizó tres viajes a caballo hacia esas tolderías con sus aparceros Adán García y Alberto Procaccia, con la firme idea de comprar lo mejor para su haras “El Cardal”, establecido en la bonaerense localidad de Ayacucho. Así es que una tarde de febrero de 1911 “paró rodeo” (juntó el ganado a campo abierto) y “sacó de la pata” (a elección) las mejores yeguas y padrillos de las nueve manadas revisadas de la marca del “corazón”, propia del tehuelche.

Teutrif (Antonio Liempichún), la que posteriormente pasa a Sacamata. En tres viajes, cada uno de ellos le llevó cinco meses, revisó unos 1.300 ejemplares, comprando 84 a $ 5,00 cada uno. Una anécdota: el cierre del negocio era a $ 5,00 por cabeza, sin regateo. Uno de los “yegüeros”, el indio patagón Katrán Cabrera, enlaza una de las elegidas diciendo: “Esa vale más, siendo mansa”… Dudas, nuevo parlamento, nueva oferta…30 pesos, no!…40, no!…50, no!. Don Emilio intentó: 5 pesos… Suya, dijo Katrán. Claro, el aborigen no sabía contar y desconfiaba del cristiano, cinco eran cinco, no eran 30, 40 ni 50!. El aborigen debió desconfiar mucho más. Esa yegua mora (mezcla de pelos blancos y negros, con matiz azulado) fue Baguala-Cardal, madre de campeones en Palermo en los años 1920,1923 y 1924.

Luego se descubren tropillas en Corrientes, San Luis, Mendoza y Buenos Aires.


Recorrido en la búsqueda de los caballos criollos / El cardal (Solanet)

El Cardal

Ubicacion 36°50’14.33″S 58°28’17.33″W

¿Quien era  Aimé Félix Tschiffely?

AF Tschiffely nació en una familia Suiza en Berna, en 1895, donde se educó y se convirtió en maestro. Siendo aventurero de corazón, abandonó Suiza para enseñar en Inglaterra en los 20 años, pero encontró una nueva pasión como jugador profesional de fútbol y boxeador. Luego se mudó a Buenos Aires donde se estableció en la enseñanza, pero todavía encontró tiempo en largas vacaciones de aventura a caballo y explorar los alrededores de las pampas. Él hizo muchos amigos entre los ganaderos y aprendió mucho sobre los caballos y viajes al aire libre; no sacó una maestría en gauchaje, pero anduvo por ahí.  En 1925 a la edad de 30 decidió emprender un viaje a caballo desde Buenos Aires a Washington DC.

El 24 de abril de 1925 se inició en Buenos Aires, una de las travesías más famosas del siglo. Dos caballos criollos, Mancha y Gato, guiados por el profesor suizo Aimé Tschiffel recorrieron los 21.500 Km (4300 leguas) que separan a la ciudad de Buenos Aires de Nueva York y conquistaron el récord mundial de distancia y altura, al alcanzar 5900 m. s. n. m. en el paso El Cóndor, entre Potosí y Chaliapata (Bolivia).

El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 Km por día. Se dice fácil, pero ¿probo usted hacerlos en el llano?, le queda el «cubito dorsal» a la miseria ¡imagínese en la mitad de los Andes!

Emilio Solanet con Gato y Mancha  / Aimé Tschiffel

Paso del Cóndor Potosí ( Bolivia)

19°40’0.88″S  66°17’55.59″W

Relatos sueltos de Aime Tschiffel

«Domarlos puso a prueba las facultades de varios de los mejores domadores «Desde los primeros días advertí una real diferencia entre sus personalidades. Mancha era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase… Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder. Gato era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente». «Recordé a Emilio Solanet que me regaló los caballos y que me dijo: -Si usted no afloja, mis criollos llegan-. Y con todo este bagaje auspicioso de cariño y con la fuerza que desde Buenos Aires me enviaban mis amigos, sentí como si una voz me dijera: Seguí gringo, levantate, gringo. Y seguí, seguí enfermo, como hipnotizado, veía a Nueva York y mis nobles caballos me siguieron» «Mis dos caballos me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nuca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho”.

Cruce del desierto Perú / En Mexico

Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, y fue en esos cruces donde mayores dificultades encontraron. El escabroso terreno se eleva a más de 5.500 m y la temperatura llega a 18° bajo cero. El diario La Nación, junto a otros medios, siguió desde sus páginas al valiente aventurero y sus caballos. Algunas de las líneas decían así «En Huarmey (Perú)  el guía no pudo más, ni sus bestias. Los dos criollos Mancha y Gato se revolcaron, tomaron agua y después se volcaron al pasto con apetitos de leones. ¡52 grados a la sombra! sin agua, ni forraje, arena, arena. Los cascos se hundían permanentemente de 6 a 15 pulgadas en la arena candente.

Más de tres años después de haber salido de Buenos Aires, Tschiffely arribó a la capital de Estados Unidos el 22 de Septiembre de 1928 (3 años, 4 meses y 6 días).

Huarmey (Perú)

Ubicacion 10° 4’4.20″S 78° 8’57.42″W

Mancha en el Viaje/ En Nueva York

Al entrar en Nueva York por la Quinta Avenida, cuyo tráfico paró en su homenaje,  la recorrió por entero hasta llegar al Palacio Municipal donde los recibió el Alcalde Mayor Walker, quien ante el Embajador Argentino, Dr. Manuel Malbrán y otros personajes le entregó la Medalla de Oro de la ciudad.

Gato y Mancha en el regreso / Embalsamados museo de Lujan Monumento en Sarmiento Chubut 45°35’32.51″S 69° 4’9.57″W

Mancha y Gato volvieron a sus añoradas pampas (El 20 de diciembre de 1928 pisaron otra vez suelo porteño). Años después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé se llega un día a la Estancia «El Cardal». Viene a visitar a sus amigos, a quienes hace mucho que no ve, y con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores.

Se baja en la entrada de la estancia, lanza un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha. Iban al encuentro de su preciado compañero.

Aquellos heroicos caballitos criollos no lo habían olvidado. Mancha y Gato murieron en 1947 y 1944, respectivamente. Fueron cuidados hasta su muerte por el paisano Juan Dindart, en la Estancia El Cardal. Hoy se encuentran embalsamados, en exposición en el Museo de Luján, Dr. Emilio Udaondo.

Aime Tschiffely, en tanto, siguió viajando, por la Patagonia, por España y por Inglaterra, pero siempre volvió a la Argentina. Falleció en 1954, su último viaje lo realizó 44 años más tarde, cuando sus cenizas abandonaron el cementerio de Recoleta y fueron sepultadas en el campo que su amigo Solanet tenía en Ayacucho (Provincia de Buenos Aires)

Y por ello el Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados, designa el día 20 de septiembre de cada año como el «Día Nacional del Caballo»

Emilio Solanet

En el año 1918, Don Emilio Solanet,  presentó las pautas que marcarían al caballo de raza Criolla, a saber: temperamento activo; pelaje gateado; alzada: 1,45 mts; cabeza con base ancha y fino vértice; cuello de largo mediano; cruz musculosa; lomo corto; antebrazos y piernas largas y musculosas; mucho costillar y grupa semioblicua, entre otras características.

La Sociedad Rural Argentina, ante la solidez de los detalles aportados, inmediatamente abrió los registros genealógicos para el pura sangre del país. Finalmente el estándar fue aprobado el 28 de setiembre de 1922. Un año después se constituyó la Asociación de Criadores de Caballos Criollos Argentino (así se llamó), la que sostiene y acepta la teoría del doctor Emilio Solanet como de capital importancia para el equino de pura raza.

Libro

Mercado libre precio USD 100 http://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-98963717-mancha-y-gato-a-f-tschiffely-1-ed-_JM