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Terremotos, celulares y redes sociales

Estás en Florencia y te cuesta encontrar el David; estás enterrado entre los escombros de un terremoto y si no te ayudan te morís.

 


Solo quienes todavía no ingresaron al siglo XXI pueden creer que el teléfono celular es un ornamento distinguido y refregar su último modelo haciendo ostentación en un pub. Tengo un servicial amigo que arregla todo lo que yo no puedo arreglar en mi casa; es una rareza en Uruguay pues por razones muy justificadas, no pasó de segundo año de primaria. Pero es muy inteligente, laborioso y por encima de todo, «entiende» a las cosas; sabe cómo funcionan y para qué sirven. Está más inmerso en el siglo XXI que muchos universitarios.

Su marketing personal es el celular, con el cual también hace magia. Su inseparable artefacto le avisa cada vez que algún cliente lo necesita y gracias a él sus amigos barraqueros le alcanzan y le fían los artículos que necesita. Allí guarda su cartera de clientes, agenda sus obligaciones, elabora sus presupuestos y mucho más.

 

 «E pur si muove». La herejía de Galileo  continúa vigente en más de un sentido. Son como rachas que sacuden al mundo, como si fuerzas misteriosas nos estuvieran cobrando cuentas.

Uruguay ya tiene más teléfonos celulares que habitantes, muchos de los cuales se agrupan en redes sociales que le están dando un nuevo sentido a la solidaridad. El nuevo rol de los equipos móviles ya se puso en evidencia durante los ataques terroristas en Nueva York, Londres y Madrid, pero desde entonces crecieron las redes sociales. Si sos veterano como yo, pedile a tu nieto que te enseñe las aplicaciones de un celular … o animate a entrar en una red social como http://sinergianet.org/ciber2010/?p=60, donde todos se ayudan a averiguar arriba de qué impresionante mundo cibernético están parados.

Antes de entrar en materia, un recuerdo y un homenaje a ese impresionante brasileño de Rio Grande do Sul que es Jayme Sirotsky, dueño de Zero Hora. En una conferencia dictada hace unos 10 años advirtió que antes de sublimar los efectos de la tecnología, todos recordáramos que la mitad de los habitantes del mundo todavía no han hecho una llamada telefónica. Todo muy lindo y muy rentable; pero la pobreza extrema es una terrible bofetada. ¿Alguien sabe por dónde anda la justicia social?

De esa web cuyo tránsito recomendamos, extraemos el artículo titulado «Catástrofes y redes sociales: el caso del terremoto en Chile», aportado por quien firma «DamiánProfeta», un argentino periodista y consultor organizacional, autor de numerosos artículos en esa misma web.
El terremoto en Haití y, un mes más tarde, el terremoto en Chile tuvieron un eco hasta ahora nunca visto en internet. Ante esas catástrofes naturales, las redes sociales se convirtieron rápidamente en «herramientas para la información y la solidaridad».

Twitter, Facebook y otras redes sociales de internet, favorecidas por su fácil acceso desde los teléfonos móviles -y ante el colpaso de otras vías de comunicación- se llenaron de mensajes de diferente tipo relacionados a la situación de crisis.

Poco después de un terremoto en Perú, vendedores ambulantes con baterías, ofrecen la recarga de celulares, la más efectiva herramienta para localizar personas durante desastres.

Desde relatos en primera persona por parte de testigos «en el lugar de los hechos», compartían mensajes, fotos y videos, hasta pedidos de colaboración en la búsqueda de algún familiar, pasando por ofrecimientos de ayuda, pasaban por la web y se multiplicaban por la opción de «retweet» de Twitter, o el botón de «compartir» de Facebook.

Involuntariamente muchos ciudadanos chilenos se convirtieron en fuente de información para millones de personas, dado que no sólo eran seguidos por los internautas, sino que sus mensajes rebotaban en los medios masivos de comunicación.

También, rápidamente, el poder de internet para asistir a un momento de crisis se pudo ver claramente, como explicó Rosa Jiménez Cano: «Con la desgracia de Haití, Google tardó medio día en tener una página para promover las donaciones. Este fuerte seísmo en Chile ha hecho que en poco menos de dos horas tuvieran una plataforma para responder en esta crisis. No sólo para hacer donaciones sino también para buscar y encontrar personas en Chile y consultar un mapa con los sitios en los que se están sufriendo réplicas».

Una herramienta similar, surgida de la comunidad de usuarios de internet, es http://chile.ushahidi.com, basada en software libre, con una herramienta (Ushahidi), que sirve como mecanismo de alerta, información y colaboración en crisis y que nació en las tumultuosas épocas de violencia poselectoral en Kenia, a principios de 1998.

 Celulares con GPS para niños pequeños … aunque nativos de internet. Muchos dramas familiares pudieron evitarse con este recurso. ¡Tantas quejas que se escucharon cuando la carrera esp0acial llenaba de satélites la proximidad del planeta.

En chile.ushahidi.com las personas pueden enviar distinta información desde teléfonos y vía web, como por ejemplo una noticia sobre paradero de una persona, o una alerta por corte de energía o desabastecimiento, entre otra información vital que es centralizada en el sitio y localizada automáticamente en un mapa, junto con la ubicación de lugares donde se recibe ayuda.

Las redes sociales como Twitter y Facebook y los desarrollos de software libre como Ushahidi, tal y como escribió Alan Lazalde, «Entrega(n) poder a los ciudadanos, les da(n) voz y oídos en lugares donde los canales de comunicación tradicionales son insuficientes, inadeacuados o prohibidos».
Les recomiendo un buen post sobre «el terremoto de Chile y las redes sociales», escrito por Juan Arellano y que me inspiró a escribir este posteo.
http://arellanos.blogspot.com/2010/02/el-terremoto-de-chile-y-las-redes.html