Cuando te vas a veranear, revisás la alarma, chequeás las ventanas y rezás varios rosarios. Pero hay otras opciones.
Cualquier parecido con nuestra querida Estación Central, es pura coincidencia. Lo juro.
Y tampoco de Homero. Igual que ocurrió con Troya, durante años se creyó que esta ciudad era una fantasía.
Podríamos probar como nuestros antepasados, ponernos en los pies unas rodajas de pan mojadas en vinagre. Pero igual que ellos, tampoco recuperaríaos el sueño y solo conseguiríamos que nos echen de la cama.
Conan Doyle estaba harto de su personaje y lo mató… pero su editor lo obligó a resucitarlo. Fue un caso en que el dinero pudo más que la muerte.
Era un tiempo de uruguayos con plata suficiente como para tener autos como éstos.